Al campo no se le puede decir que espere

El productor cabaiguanense Félix Álvarez Jiménez ha convertido las entregas al Estado en la ley primera de su vida campesina. “Mi experiencia de 64 años me dice que al cultivo no se le puede decir que espere”. “Nunca he hecho un plan o un contrato que no haya cumplido”. Así

Siembro para recoger cosecha, no para perderla, asegura Félix. El productor cabaiguanense Félix Álvarez Jiménez ha convertido las entregas al Estado en la ley primera de su vida campesina. “Mi experiencia de 64 años me dice que al cultivo no se le puede decir que espere”.

“Nunca he hecho un plan o un contrato que no haya cumplido”. Así se presenta Félix Álvarez Jiménez, productor cabaiguanense anclado desde siempre a la zona de El Purial, a un costado de Punta de Diamante.

La mañana perdió hace rato el frescor del amanecer, mas el ajetreo en la finca delata que allí el trabajo despertó temprano. “¿A qué hora empecé?, ah, usted no se imagina cuántas cosas ya se han hecho aquí; fíjese que le pido un tiempito para afeitarme, porque ahora es que tengo un respiro”.

La historia agrícola de este cosechero archiva décadas: “Fui de los iniciadores del Movimiento Anapista de los 1 000 quintales y ese primer año entregué 2 000”. Campesino reconocido y respetado, con una diversidad productiva que lo lleva a contratar fuerza de trabajo y que se desenvuelve en medio de una circunstancia peculiar: “Hago planes con dos cooperativas porque tengo área en las dos. Con la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Emilio Capestany siembro tabaco y cultivos varios; y con la CCS Niceto Pérez contrato tabaco, frijoles, tomate y leche. Además, entrego caña al central Melanio Hernández”.

¿Qué hace diferente para cumplir?

Ha sido un compromiso mío permanente porque lo primero que debe hacer un campesino es cumplir con lo que se comprometió. Dificultades hay siempre y ninguna contratación tiene el respaldo exacto, pero hay que saber conducir el campo. Lucho mucho con la tierra, quizás la diferencia es que siempre he preferido la diversidad productiva sin quitarle protagonismo a mi cultivo principal, el tabaco.

Siembro para recoger cosecha, no para perderla; sí planté frijoles y veo que nacieron mal, a qué voy a esperar; los arranco y los vuelvo a sembrar. Lo otro es que cuando se hace una contratación, usted no puede sembrar exacto, hay que irse un poco por arriba y ese extra es el que me saca de cualquier problema que se presente, pero cumplo lo pactado.

¿Acaso responder a dos planes, a dos cooperativas, no es demasiado pretensioso?

De afuera puede parecer un problema, a mí nunca me ha quitado el sueño, ni he querido pasarme para una u otra completamente. El día que pesé el tabaco, allí estaban los dos acopiadores y cumplí con ambas cooperativas. Lo importante es que la tierra dé frutos y no me preocupa esa dualidad de compromisos, me interesa más que en mi finca haya comida y no aroma, pero la mayor de todas mis preocupaciones con el campo es cuidar el suelo.

¿Es posible incursionar en otras producciones sin abandonar el cultivo principal?

Para mí, sí; lo que hay es que organizarse bien, aprovechar la tierra, llevar cada cosecha a su tiempo y con los animales ser exquisito en el manejo, el trato y asegurarles la comida. Lo que mi experiencia de 64 años me dice es que al cultivo no se le puede decir que espere, que no entró el combustible, que faltó tal recurso, que no llovió; el que cosecha tiene que tener alternativas, capacidad de trabajo; el campo lleva también manejo, dedicación. Si usted sabe que hay plagas, enfermedades, pues a qué va a esperar; hay que aplicar químicos si los tiene, meterse en el mundo de los productos biológicos, atender el cultivo.

Este año al tabaco me le cayó el Potrerón y me dije: Ño, se me fastidió la vega. Fumigaron cerca para el marabú y el efecto llegó hasta aquí. ¿Qué hice?, dedicarle más tiempo a la vega, multiplicar las atenciones y le digo que esa afectación la tuve en no menos del 50 por ciento de la plantación; eso es igual que una persona cuando está enferma, hay que cuidarla con esmero. Al final aporté 250 quintales, más de lo contratado.

¿Su filosofía de trabajo le llegó por el surco o por la escuela?

Mire, lo mejor que hay es tener cierta edad y sentirse bien; ahora, los trajines del campo se van aprendiendo con el tiempo. En mi niñez pude ir a la escuela hasta el segundo grado, éramos ocho hermanos, uno detrás de otro y mi papá era carretero. Cuando cumplí 10 años empecé a regar posturas de tabaco el día entero para ganarme un peso. Después, ya en la Revolución, me superé un poco e hice algo de Secundaria. No pude estudiar mucho, pero conozco el campo.

Desde su experiencia, ¿por dónde cree usted que se escapa hoy en muchas partes el cumplimiento del contrato?

Si usted trabaja con amor la tierra le va a dar resultados, no se trata de sembrar para cumplir, sino de querer cumplir. Antes no existían los paquetes tecnológicos, ni nada de eso, y se cogían buenas cosechas de frijoles, de viandas. A mí nadie, ni ninguna comisión ha tenido que visitarme por problemas de no entregar la leche, los frijoles, las viandas…

El campesino tiene que buscar su integralidad, sus reservas para sortear las dificultades, manejar con tacto los recursos que le entran; en mi finca es muy importante aplicar las toneladas de materias orgánicas que se recogen  todos los años en esta zona. Mire, ahora se le bajó el precio a la leche y es verdad que nadie está preparado para ganar menos dinero, pero los productores tenemos que mirar también las razones del Estado y de vez en cuando recordar qué cosa era el campo cubano antes de 1959. Aun con esa disminución de precio he mantenido la entrega de 150 litros de leche diariamente a dos bodegas, una en El Purial y otra en Cabaiguán.

Hoy los productos tienen buen precio, si antes no era así y los aportaba al Estado, cómo hoy no los voy a entregar. Creo que se ha perdido un poco el compromiso con la Revolución; en mi caso nunca he estado mirando qué me da más o que me da menos; tengo que pensar qué necesita Cuba que yo produzca y ser después consecuente con esa producción y aportar lo que pacté. Si puedo cebar toros o entrar en otra línea sin afectar mi cultivo principal, pues lo hago; pero si me paso para una cosa y abandono la otra, no estoy ayudando al país.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

2 comentarios

  1. FELIX tiene mucha razones en todo al campo se le entra por derecho hay que dejar en la calle la incapacidad y la amargura pues muchos hoy en dia se la pasan de queja en queja y esta constancia negativa corrompe el alma por lo cual se esta colaborando con la mala suerte que hacer que no se de ni la lechuga hay que ser optimista con mucho animo y coraje hacer que miedo se asuste y no se aparezca ni por los alrededor una persona formal y decidida todo lo que siembra se le da yo soy guagiro y cuando hay decisiones como decir no al fracaso o al miedo mas ganas deseo las producciones son eficaces siempre y cuando la eficacia no la ligas con la arrogancia un buen guagiro me entiende felicidades FELIX. Lazaro izquierdo

  2. Lorenzo Aleman Batista

    Maravilloso cubano que esta con su pais, no se parece en nada a los mafiosos y malos patriotas que estan en Miami y otros lugares, por ejemplo en canarias de donde soy yo. Viva Cuba- viva fidel

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