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Antonio Roig Santos, coordinador de la Zona cederista 116 en la cabecera provincial, ha dedicado su vida a la mayor organización de masas de Cuba.

Las jornadas en su hogar transcurren entre el buchito mañanero de café, el encuentro con viejas amistades y el comentario sobre este o aquel tema tratado por los medios de prensa. Además, la visita a los vecinos para interesarse por su salud es ya una rutina cotidiana en este hombre que recientemente cumplió 80 años, pero a quien todavía le quedan fuerzas y deseos de hacer.

Honesto, buen amigo y jaranero, Antonio Roig Santos tiene el orgullo de haber sido fundador de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), organización, según sus propias palabras, “con propósitos nobles y desinteresados porque es del pueblo”.

Natural de Venegas, en el municipio de Yaguajay, demostró su valía desde mucho antes de iniciarse en las labores de los CDR cuando se unió a las fuerzas del revolucionario Félix Torres en el Frente Norte de este territorio. Después se fue con el Comandante Camilo Cienfuegos para La Habana y entró junto a él a Ciudad Libertad.

“Fue un tiempo muy lindo que siempre recuerdo con agrado, en aquel momento la pelea era dura, pero no se podía pensar en eso y había que luchar hasta el final para lograr la victoria tan añorada”, recuerda.

En la Central de Trabajadores de Cuba en la provincia fungió como secretario y posteriormente dirigió la Fábrica de Calzado Ismael Saure Conde por nueve años, centro en el que sumó dos reconocimientos importantes a su abultado currículo: Colectivo Vanguardia Nacional y la Medalla Lázaro Peña de segundo grado.

¿Cuándo comienza entonces con sus funciones en los CDR?, inquiere Escambray.

“Eso fue cuando estaba en la Ciudad Escolar, en Bayamo, y Armando Acosta me dio la tarea de fundar los CDR en ese lugar”.

Comienza así un sostenido trabajo en una organización en la que ha mantenido diversas responsabilidades y, desde hace ya 16 años, se desempeña como coordinador de la Zona 116 en la ciudad cabecera espirituana.

Exigente hasta el cansancio “porque es así la única forma de que las tareas se cumplan”, a este octogenario la edad no le impide emprender cualquier tarea, siempre es el primero para dar el ejemplo en la guardia, en la recogida de materias primas, en las cotizaciones, en la lucha antivectorial contra el mosquito Aedes aegypti y en cuanta actividad convoque como representante de los más de 1 100 cederistas en los nueve CDR de su zona.

Fundador además de la CTC, de las Milicias de Tropas Territoriales, de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores, este hombre ha sido distinguido con la medalla de la Alfabetización, de las medallas Aniversario 20, 30, 40 y 50 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, del sello por la vigilancia revolucionaria, entregado el pasado año y de la medalla Por la Defensa de la Patria y la Unidad del Barrio.

Y por si fuera poco, a su palmarés se une el Premio del Barrio a la familia más distinguida, concedido por estos días a propósito del aniversario 52 de la organización y que en este 2012 le fuera entregado igualmente al proyecto teatral La Colmenita de Jarahueca y a Pastor Domínguez Castro, de la comunidad de La Rana, en Taguasco.

“Este es un premio muy especial porque no es solo para mí, es también para la familia por estar siempre a mi lado y para los vecinos, que al final son quienes apoyan todas las actividades y están dispuestos cada vez que se les convoca”, asegura.

A sus 80 años, Antonio siempre se encuentra en movimiento; tal parece que el paso del tiempo no ha hecho mella en él. “Todavía me siento con fuerzas, si me siento me muero, lo mío es el ajetreo constante en los CDR. Siempre que pueda lo haré porque no concibo la vida de otra forma”, concluye.