El ojo del artista joven

Vísperas del II Congreso de la AHS, Escambray dialoga con Alexander Hernández Chang un creador de la más joven vanguardia. Su pincel tiene una lengua propia, un dialecto multicolor que se agencia decir. ¿El mensaje? El hombre y su cotidianidad. Así, él o ella, tú o yo, podemos encontrarnos dentro

Chang cuenta con el Reconocimiento Especial que otorga la Dirección Nacional de la Brigada de Instructores de Arte. Vísperas del II Congreso de la AHS, Escambray dialoga con Alexander Hernández Chang un creador de la más joven vanguardia.

Su pincel tiene una lengua propia, un dialecto multicolor que se agencia decir. ¿El mensaje? El hombre y su cotidianidad. Así, él o ella, tú o yo, podemos encontrarnos dentro de marcos colgados con la firma de Alexander Hernández Chang.

Cela el lienzo desde los albores infantiles y tras graduarse como el más integral de su curso en la Escuela de Instructores de Arte Vladislav Volkov, desanda entre matices, sombras o contrastes a porrazo de riesgo y autenticidad.

Para muchos, arte y enseñanza tienen tonalidades distintas; sin embargo, se complementan en la paleta del hoy especialista del Consejo Provincial de las Artes Plásticas. “Es ilógico que un instructor de arte no sea artista. Se considera como tal con una doble condición, la de crear y la de saber instruir. Somos también creadores, mientras un gran artista no siempre es buen maestro”.

En su producción plástica Chang detalla la silueta interna del ser humano. “Me interesa mucho la estética de la abstracción; pero también estoy inmerso en una labor conceptual, a partir de instalaciones, videoarte y fotografía. Desde ahí trato de representar los sentimientos, las emociones, los estados de ánimo de ese momento de la creación”.

La fidelidad consigo mismo hace que sobrevenga, como la noche al día, que no pueda simularse ante los demás: “Me interesa la obra sincera, para que el público pueda reconocerme y reconocerse”.

Y es que en sus fabulaciones lo abstracto de la introspección humana se conjuga con la realidad que le circunda. “Trato de representar el mundo interior, pero en el contexto contemporáneo. Me apoyo mucho en la frase de Carlos Marx donde dice que cada hombre se parece más a su época que a su propio padre”.

Gilberto Frómeta, Raúl Martínez, Flavio Garciandía, Roberto Fabelo y Nelson Domínguez devienen pinceles de referencia. Aunque este muchacho de 26 años no entiende de ataduras. “La creación ha de ser libre. Lo que me interesa es comunicar; ahora, de qué forma, con qué técnica, depende de la idea y hasta del lugar en que se va a exhibir. Eso hay que valorarlo con la almohada”.

Las musas tienen nombres: “Amor, naturaleza, familia, sociedad…”, una suerte de soplos al ojo del artista que incluso llega a volverse místico. “Le tengo apego a un videoarte que titulé El Ojo del amo. Recontextualicé esa imagen del ojo espiritual que la gente ostenta en las casas, pues era el mío en un espacio expositivo, simulando que miraba lo que acontecía”.

Esta instalación resultó Premio del XIII Salón de la Ciudad Juan A. Rodríguez Paz “El Monje”, en el 2009; mas, no clasifica como su preferida: “Me identifico con todas, pongo mis obras en el mismo pedestal”.

Otros salones como los de Poesía ilustrada Fayad Jamís, de Pequeño Formato, Espíritu abstracto, Paisaje, PIXELART, GRABarte y el Provincial de Artes Plásticas incluyen a Chang en la muestra colectiva, con premios y menciones en varias ediciones. En tanto, Sugerencias, Caprichos de una abstracción, Para sombra, En fila y Crepúsculo emergen como algunas de las exposiciones personales.

Varias experiencias han moldeado ese ingenio plástico. Con 22 años partió a la tierra de Bolívar, enrolado la Misión Cultura Corazón Adentro. “Realizamos una intensa labor comunitaria con quienes no tenían posibilidad de ir a grandes galerías o entrar a un teatro. Conocí trabajos artesanales muy serios y el mío dio un giro, se hermanó con códigos venezolanos, también con la historia y el cambio revolucionario que viven. Me convertí en una fusión de lo que era y lo que iba recibiendo de ese proceso de nutrición. Todavía me queda el sabor a Venezuela”.

Sol de bravura, un mural emplazado en la universidad pedagógica, y Globalización vs. Hombre contemporáneo, inédita muestra en una tienda de Artex, donde se une a los jóvenes del proyecto Utopía, con el patrón del fondo rojo y el formato 20×20, no constituyen el colofón creativo. Los proyectos se encaminan al grabado y hacia el acercamiento a sus raíces mediante la estética del arte oriental.

Muchos interpretan la práctica artística de la contemporaneidad como reciclaje, mas él cree que “es reciclada, pero con discursos novedosos, atemperados a los tiempos actuales. Esta generación no se parece a ninguna. Tiene una particularidad: la convergencia de técnicas y modos de decir, en cuanto a forma y contenido”.

De este modo, el matiz personal del cosmos pictórico de Alexander Hernández no desentona frente a las gamas de su espacio. “Lo que haga siempre se va a identificar con lo que me caracteriza como joven de esta parte especial del mundo”.

¿Cómo pintarías el arte juvenil espirituano?

“Con colores de valentía, rebeldía, cuestionamiento y también de patriotismo”.

Tamara Rendón Portelles

Texto de Tamara Rendón Portelles

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