La parranda sigue en pie

Cuatro parrandas espirituanas fueron declaradas como Patrimonio Cultural de la Nación.   Amanece a mitad de la noche. Los pinceles del fuego artificial dibujan sobre el infinito antojadizas luces de colores. El influjo arrollador de la conga despabila las caderas, los ánimos, manda el cuerpo todo. En la frontera, el

La creatividad y alegría natural de los barrios confluyen en las parrandas. Cuatro parrandas espirituanas fueron declaradas como Patrimonio Cultural de la Nación.

 

Amanece a mitad de la noche. Los pinceles del fuego artificial dibujan sobre el infinito antojadizas luces de colores. El influjo arrollador de la conga despabila las caderas, los ánimos, manda el cuerpo todo. En la frontera, el chivo embiste a la rana que se escabulle saltarina. Muñecones, faroles y banderas anuncian la carroza, iluminada por el esplendor de una leyenda majestuosa y antiquísima, pero cercana por el primor genético de casi un siglo. Los barrios se conectan, echan chispas: la parranda llegó y dijo.

Pero no solo en Guayos se mantiene tan castiza tradición. Con sus decadencias y esplendores estas fiestas han sobrevivido en la región desde finales del siglo XIX hasta los días de hoy. Gracias a ello, recientemente merecieron el reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Nación las parrandas de la zona central de Cuba, incluidas cuatro de esta provincia: Yaguajay, Mayajigua, Zaza del Medio y Guayos, únicos exponentes de la riqueza inmaterial del territorio acreditados con esa Declaración, suceso qu, por cierto, ha pasado prácticamente por alto en predios espirituanos.

LA RAYA ENTRE SANSARICQ Y LA LOMA

Según los estudiosos de esta manifestación cultural, sus orígenes se inscriben en la villa San Juan de los Remedios, donde hace casi dos siglos el joven padre Francisco Vigil de Quiñones, ante la abulia de los feligreses que no asistían en las madrugadas a las misas de Aguinaldo, decidió movilizar a niños y jóvenes para tocar latas y cencerros hasta despabilar la comunidad.

La idea, que agradó en la comarca, quedó consolidada con el decurso del tiempo y se convirtió en lo que hoy se mantiene como la matriz de las parrandas de barrio en Cuba, un manantial fecundo desde donde nacieron otros muchos afluentes cercanos.

“A partir de este origen común y tomando lo esencial de la tradición, cada poblado le imprimió su sello particular. Ninguna de estas fiestas que se celebran en el centro-norte de Cuba es igual a otra, aunque todas tienen elementos en común: el uso de símbolos representativos de cada barrio, el empleo de carrozas, los changüises y la utilización de artificios pirotécnicos”, detalla Nelson Pérez, en su tesis de Licenciatura en Estudios Socioculturales.

A Yaguajay llegaron por los comerciantes chinos que venían de Remedios. Al principio consistieron solo en adornar la Calle Real, los toques de rejas o repiques para poder vender más, pero en 1901 se declararon oficiales. Desde entonces, se han mantenido en distintas fechas y con momentos de altas y bajas, fundamentalmente por las circunstancias económicas. Durante algunos años también se desarrollaron en Mayajigua, Iguará, Meneses y Jarahueca.

¿Qué tipifica a la parranda de Yaguajay?, ¿cuáles considera sus columnas y raquitismos?

“El único lugar de Cuba donde se mantiene el toque de rejas original es aquí porque en otros lugares la conga lo ha desplazado. Se hace con instrumentos fabricados en los propios barrios y hasta los niños lo practican. También son nuestros los cantos de la bunga que preparaban los poetas como un desafío entre los barrios; y las carrozas, que desde hace unos años lamentablemente ya no podemos confeccionar aquí, sino que las importamos”.

Esa debilidad relega el protagonismo comunitario y su sentido de pertenencia hacia un espectáculo cultural que antes nacía policromo, con el aporte de manos múltiples, sin muchos cobros mediante y donde hoy -como secuela de los nuevos contextos socioeconómicos-, ya pocos colaboran de gratis y el costo de un solo bando puede sumar alrededor de 80 000 pesos.

“En Sansaricq se mantiene el entusiasmo, los toques, los fuegos. Casi todos participan, los niños también se vinculan. Hacemos los casquillos y las vainas para los voladores, los faroles, los muñecones;  arreglamos las carrozas cuando llegan, construimos los instrumentos rústicos para los toques de reja y tambor. Lo único que nos falta es volver a hacer las carrozas, pero ya no tenemos local”, asegura José Leonardo Sansaricq, presidente de ese barrio.

En el dilema de la fabricación aquí de las carrozas pesan, según los implicados, la falta de naves donde guardar los trabajos, reciclar los distintos elementos y poder terminar pequeños encargos que se conviertan, a su vez, en fuente de financiamiento; la escasez de insumos; la ausencia de mano de obra especializada, fundamentalmente electricistas; la entrega tardía del dinero, que impide salir a gestionar con tiempo los materiales; y la desaparición de un plumazo de la Asociación de Parranderos, Organización No Gubernamental que durante algunos años desarrolló estas fiestas y que por sus probados desvíos de recursos y finanzas resultó oficialmente anulada en el país.

Yaguajay siempre ha votado a favor de su parranda. Cuando se apagaba, el reclamo aparecía entre los planteamientos más recurrentes de los lugareños. Y el Gobierno Municipal tomó cartas en el asunto.

“Hemos vivido tiempos difíciles, nuestra economía cambió con la desaparición de los tres centrales que también contribuían a las fiestas; se cerraron las naves a inicios de los 90 y el capital de la parranda tocó fondo con las pérdidas y las irregularidades que hubo. Pero el pueblo siempre las ha pedido y decidimos activarlas a partir de la cuenta de festividades del municipio y de un financiamiento en divisas con que la provincia apoya”, argumenta Heriberto Noriega, vicepresidente del Consejo de la Administración en este territorio.

A partir de un proyecto que educaba y exigía estricta revisión económica, se retomaron estas festividades siempre monitoreadas por la Dirección de Cultura y el propio Gobierno. “Poco a poco hemos logrado que hoy los barrios ya cuenten con su estructura y mantengan un control interno. En el 2012 la parranda la hicieron ellos y quedó muy buena”, valora Noriega.

¿Y cómo el Gobierno pretende sortear los obstáculos que se mantienen?, ¿existe posibilidad de rescatar la parranda de Mayajigua, prácticamente extinguida desde hace años?

“Hemos ido dando pasos, pero la prioridad de la cuenta de festividades sigue siendo el carnaval que da los ingresos. Por primera vez este año pudimos darles un adelanto de dinero para que vayan comprando recursos. Luego se situará el resto. En cuanto a los locales para las naves, es un momento complejo. Les hemos pedido que nos hagan propuestas, eso nos queda pendiente y creo que sí lo necesitan porque sería el lugar donde confluiría la creatividad del barrio.

“En cuanto a Mayajigua, allí se mantienen algunas cosas. Por ahora no tenemos más dinero. Debemos primero fortalecer la de Yaguajay, queremos que se autofinancie, mantenga los controles y gane en sentido de pertenencia para que perdure la tradición”.

LA FRONTERA ENTRE LA LOMA Y CANTARRANA

El ajiaco cultural cubano se cocina con esmerada sazón en las parrandas de barrio del territorio: la presencia china en los fuegos artificiales, los faroles y muñecones; África que llega con las congas, los repiques, algunos personajes simbólicos; y España abrazada a sus islas a través de las carrozas.

No por gusto el ensayista e historiador José Antonio Portuondo las consideraba una manifestación viva de Teatro de Relaciones, con el pueblo como protagonista y espectador, con ese despliegue de manifestaciones que en ella se entrecruzan: música, bailes, artes plásticas, artesanía, literatura.

En Guayos, donde hoy mejor fortaleza exhiben en la provincia, llegaron alrededor de 1925 de la mano de los trabajadores de Camajuaní que las importaron como una necesidad económica. Los tiempos las han transformado, enriquecido y aunque ahora no transitan por su máximo esplendor mantienen la originalidad, pues apenas buscan en patio ajeno los servicios de electricidad y la compra de los voladores.

¿Cómo han garantizado la seguridad en el uso de los fuegos artificiales que provocaron aquí la tragedia fatal de los años 80?, inquiere Escambray a Leonardo Valdivia, director de la Casa de Cultura y mano imprescindible en esta festividad.

“Existen regulaciones para elaborar los fuegos artificiales, que actualmente solo se fabrican en Chambas, Zaza y Camajuaní. El traslado y almacenamiento lo regula una comisión del Ministerio del Interior. Se identifica y capacita a los artilleros pirotécnicos. Además, quedan establecidas determinadas áreas para esto, no se puede tirar dondequiera. Existe un personal de apoyo que cuida y los bomberos permanecen a tiempo completo”.

¿Cómo han mantenido vivo el rito cultural de las parrandas, en medio de tantas dificultades?

“Fundamentalmente gracias al pueblo, a los barrios. Ellos son la fuerza viva, los protagonistas, quienes mantienen el sentido de pertenencia para que perdure la tradición. También, gracias a empresas y organismos que ayudan con la logística; y a las autoridades, que nos han apoyado mucho, sobre todo en los últimos años”.

Para Mario Luis Hachén, presidente del barrio La Loma, esta reciente declaratoria de las parrandas se convierte en una garantía de continuidad, que también lograría cultivarse a partir de las posibilidades ofrecidas por las nuevas cooperativas y el auge del cuentapropismo: “Así podríamos fortalecer la economía y autofinanciarnos con la exportación de productos artísticos y del propio trabajo de las brigadas. Aquí laboramos unas 100 personas, pero en realidad participa todo Guayos, porque cuando uno se atrasa hace un llamado de auxilio y lo mismo vienen niños que ancianos. Esto también funciona como una escuela, se aprende de todo”.

Punto de vista con el cual converge y refuerza Héctor Cabrera, historiador municipal, cuando define a la parranda como génesis del importante movimiento plástico nacido en la comunidad por la década del 40, con Fayad Jamís como protagonista y retomado luego en los años 60 por Mario Félix Bernal; cuando define a la parranda como colegio para laborar con el papier maché, para formar una conga con todas las de la ley, dar pie a un sólido movimiento de poetas y literatos, hacer volar la imaginación de los artistas del fuego y últimamente, incluso, despabilar las realizaciones de audiovisuales.

Cálculos aproximados ubican en cerca de 300 000 pesos y 1 000 CUC el gasto de estas parrandas durante las más recientes ediciones. Entre las debilidades actuales de la tradición los expertos apuntan la desaparición paulatina del changüí, ese preámbulo de los meses anteriores que condimenta el ambiente; la inestabilidad en la fecha de realización, lo cual dificulta la presencia de quienes viven lejos; y el insuficiente apoyo de los organismos provinciales y proveedores que demoran las entregas de algunos recursos.

Pero, a pesar de los pesares y justo a las seis de la mañana del día señalado, volverá a escucharse la diana parrandera recordando los 88 años ya consumados por la tradición. Guayos despertará con el tronar de los voladores y el repique de las congas; los colores verde y rojo se abrazarán otra vez a la frontera en una amalgama que no distingue orígenes, profesiones, razas, familia, ni religión. La conspiración de meses desencadenará en un jaleo interminable porque, definitivamente, la parranda desconoce la derrota.

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

4 comentarios

  1. Ya vemos con cierto disgusto como se les acaba el dienro en Yaguajay, para Mayajigua siempre las sobras, y en caso de dinero nunca sobra nada. No parece importar que la tradición de Parrandas en Mayajigua sea mucho mas fuerte que la de Yaguajay y que en los Carnavales de los últimos años el gobierno recauda mucho más dinero en Mayajigua que en yaguajay, a pesar de que a Mayajigua nunca traen buenos grupos musicales, so pretexto de que no alcanza el presupuesto. A pesar de todo eso aqui siempre se dan buenas actividades, por ejemplo el Evento Luis Compte in Memorian que se realiza practicamente sin presupuesto y siempre queda bien.

    Esperemos que al fin acance el dinero para las parrandas de Mayajigua, que su pueblo bien se lo merece

  2. pero miren para este artículo como solo habla de Guayos y Yaguajay, y de Zaza nada, la unica parranda de la provincia que conserva sus elementos 100 por ciento hechos en esta localidad, las demás importan de cuanto pueden, Zaza con sus magestuosas carrozas de más de 100 pie de largo es el unico pueblo de Cuba que en los años difíciles de período especial no ha recortado el tamaño de sus carrozas y más aun su pirotecnica que es la que le cofecciona el fuego al resto de los pueblos, creo que aunque se quiso ignorar en este artículo parte de su tradición seguimos siendo una potencia y no nos hace falta que los medios de comunicación lo escriban porque la calidad de nuestra parranda sobresale de entre las demás de esta provincia que para nada le interesa tal fiesta.

  3. Y qué vamos a hacer para rescatar «EL SANTIAGO ESPIRITUANO», esas son fiesta populares que en el marco del 500 aniversario deberían rescatarse.

  4. JORGE ALI DIAZ VALDES

    aquien pueda interesar ´´´´ soy de mayajigua , toda mi familia es parrandera incluyendome , el 5 de mayo de 2012 y 20 de mayo de 2013 se hisieron dos changuises en mayajigua , el primero fue completamente autofinancinanciado por el pueblo, el segundo fueron dados 5000 pesos para cada barrio ,pero no sabemos si realmente se aprueban las parrandas o no , quisiera saber si se puede rescatar la tradicion parrandera de un pueblo capas de hacer parranda por sus propios medios , un pueblo donde hacia 16 años que ya no se hacian estas fiestas y las reanudamos sin verse la diferencia de esos años , saludos para los lectores de escambray

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