Coge alas el mosquito

Llaman a cerrar filas contra el Aedes Aegypti y las indisciplinas sociales. Microvertederos que crecen de la noche al día, aguas claras y albañales calles abajo, patios enyerbados de desechos, imperfecciones de operarios, indisciplina social impune… le han dado alas al Aedes aegypti. Sancti Spíritus y Trinidad presentan los mayores

Varias zonas de la ciudad de Sancti Spíritus están siendo fumigadas sistemáticamenteLlaman a cerrar filas contra el Aedes Aegypti y las indisciplinas sociales.

Microvertederos que crecen de la noche al día, aguas claras y albañales calles abajo, patios enyerbados de desechos, imperfecciones de operarios, indisciplina social impune… le han dado alas al Aedes aegypti. Sancti Spíritus y Trinidad presentan los mayores índices de infestación.

¡Le zumba! Hasta hoy esta gente está jodiendo con la fumigadera esa. Voy pirando”.
14 de febrero. Camino de La Habana. Puerta que se cierra sin tan siquiera divisar el humo como si la bazuca no estuviera apuntando al vecindario todo, como si en la sala no hubiera ni un vasito con agua para La Virgencita, como si el Aedes se tomara días feriados, como si no se escuchara en toda la manzana el reclamo del operario:
“Por favor, las casas cerradas 45 minutos, si no es por gusto…Señoraaaaa, no me abra la ventana”.

Y el mosquito y las personas se burlan del gardeo. Tanto, que el vector ha mutado: ya no necesita de aguas limpias para desarrollarse — lo mismo se ha hallado en un trozo de poliespuma que en una fosa—, detecta el plaguicida al vuelo y se muda hasta para la oquedad de un árbol con tal de sobrevivir. Tanto se subestima que algunos le botan el abate a los tanques, desbordan los patios de trastos inservibles, vierten la basura al doblar de la esquina y otros siguen dejando correr los riachuelos calles abajo.

Debemos admitirlo: el Aedes aegypti se ha alfabetizado más que nosotros. De lo contrario, hoy no existieran —en Sancti Spíritus y en Trinidad, fundamentalmente— tantas casas con focos ni cerca de una veintena de espirituanos, según aseguran las autoridades sanitarias del territorio, padecieran dengue.

¿Insalubridad crónica? ¿Multas simbólicas? ¿Inconsciencia solo puertas adentro? ¿Irresponsabilidad comunal? Escambray sobrevuela, una vez más, el mismo tópico.

DEL AEDES Y OTROS DEMONIOS

Desde el 2012 el Aedes aegypti se instaló en la provincia, según confirma Asiris Pérez Pérez, directora del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (CPHEM). Llegó, lo mismo en tren que en Yutong, en busca de un clima tropical y sin más exigencias para quedarse que una casa con un milímetro de agua cristalina, primero; un poco de oscuridad y la tranquilidad de poder volar por la mañana y por la tarde sin represiones. Pero mucho ha llovido de entonces a la fecha y hoy los mosquitos se han “espirituanizado”.

Continúa la provincia con la alta infestación por Aedes aegypti, los índices están muy por encima de 0. 05 —que es la cifra permisible—, sobre todo en Trinidad y en Sancti Spíritus, y mucho más en este último municipio donde están afectadas las áreas norte, seguida de la sur y la centro”, puntualiza Pérez Pérez.

Hace 14 días, cuando este semanario intentaba seguirle otra vez el vuelo al Aedes, no existían —según las autoridades sanitarias— casos confirmados de dengue, pero las condiciones estaban desde antes: el mosquito y el hombre.

Lamentablemente hoy tenemos cerca de una veintena de casos de dengue del propio territorio —revela la directiva del CPHEM—; es decir, se han infestado aquí. Al ocurrir esto y tener tanta infestación por el mosquito, la adulta hembra está volando y puede seguir trasmitiendo el virus mientras dure su vida útil que es de 30 a 45 días. Hasta hoy son pocos los casos y los estamos controlando, no hemos tenido pacientes graves ni complicados; todos han presentado síntomas benignos y han evolucionado favorablemente; pero si la población no se suma a la lucha para controlar el Aedes, el cuadro de salud se complejizará. Por eso es importante controlar la alta infestación por el mosquito antes del período lluvioso, que es la época del año en que normalmente asciende”.

¿Y de no disminuir los focos antes de esa fecha?, inquiere Escambray.
“La población espirituana se enfrentaría entonces a una trasmisión de dengue como nunca antes en la historia”.

LA MALDITA CULPA…

No hay que ser experto para advertir que las causas de tal proliferación de Aedes con sus consiguientes riesgos no han venido volando; las hemos provocado. Varias miradas coinciden: falla la participación ciudadana.

Casi tres décadas como operario en la Campaña de Lucha Antivectorial le bastan a Jorge Morell para confirmarlo: “En mi zona, que es esta de Los Olivos, la gente coopera, pero hay otras donde te cierran las puertas, te dicen que hay personas encamadas o niños y no te dejan fumigar o te abren la casa antes de los 40 minutos. También sucede que Comunales no nos ayuda siempre, muchas veces en un área ponen el contenedor y lo quitan enseguida”.

De acuerdo con la doctora Asiris Pérez Pérez, conspiran también el mal saneamiento intradomiciliario, la baja percepción de riesgo de la población y la persistencia de deficiencias en la calidad del trabajo del operario.

Para cortarle las alas se intenta de todo: desde abate en los tanques hasta fumigaciones intradomiciliarias y aéreas; desde charlas educativas hasta termómetros en todos los brazos; desde brigadas de empresas limpiando los patios de las casas hasta multas a los moradores.

Otras providencias se ponen en práctica como la posibilidad del reporte directo del operario a la Policía Nacional Revolucionaria cuando alguien se niega a la verificación y fumigación de su hogar o la indicación de la Fiscalía General de la República de conjunto con el Ministerio de Salud Pública de, testigos y dictamen fiscal de por medio, revisar las viviendas que permanecen cerradas durante largos períodos de tiempo.

Las acciones no son apagafuegos, sino que se han vuelto cotidianas. Así lo confirma la doctora María Rosa De la Paz Hernández, especialista de Medicina General Integral y quien labora en el consultorio médico No.10 perteneciente al Policlínico de Los Olivos: “A todo el paciente que llega se le toma la temperatura y cuando existen casos de síndromes febriles agudos se les hace una pesquisa de la temperatura durante un mes a quienes viven en la misma manzana de esa persona y cuando aparece un foco se hace lo mismo, pero por 21 días”.

Mas, la prevención sigue siendo la clave. En todos los lugares se habla del mosquito tanto o más que de la desaparición del desodorante o de los precios en el agro… y no basta. Tampoco son suficientes los casi 500 decretos aplicados solo en lo que va de febrero ni las labores de higienización de Servicios Comunales y de Acueducto y Alcantarillado, si al cierre de esta edición aún se reportaban en el CPHEM 62 salideros de agua potable y 20 de aguas albañales y nueve fosas desbordadas.
La indolencia ciudadana no es la única que corroe. Habrá que cambiar los discursos; habrá que ser menos benevolentes con quienes tiren su basura a las calles o la mantengan en los patios; habrá que renovar los resortes para que la gente vea al mosquito no como un vecino más sino como un agresor; habrá que repetirlo, como se hace, hasta el cansancio, pero sin que se siga convirtiendo en el cuento de la buena pipa.

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

Comentario

  1. Mi opinion no profesional es que una de las causas que proliferen los criaderos en el interor de las casas,es que, practicamente en toda la ciudad ,hay que tener depositos de agua, a pesar de contar a escasa distancia de el embalse mayor Cuba y una planta de tratamiento de agua funcionando a media(Tuinucu)peor aun, no hay ni siquiera planes para terminar con la escasez del liquido vital..En cuanto al desorden social(eso de indisciplina me suena a un estudiante portandose mal) es aqui donde el gobierno tiene que mostrar su fuerza y autoridad porque hay una crisis y esta en juego la salud publica.

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