El espectador 4 869

Conducta, el segundo largometraje de ficción de Ernesto Daranas, llena salas en toda Cuba. Sin tomar un aire, intentaré matrimoniar estas palabras, que sonarían  mejor si hubieran salido de la achacosa máquina de escribir de la maestra Carmela, protagonista de Conducta, el segundo largometraje de ficción de Ernesto Daranas. De

Alina Rodríguez y Armando Valdés, en una de las escenas del filme.Conducta, el segundo largometraje de ficción de Ernesto Daranas, llena salas en toda Cuba.

Sin tomar un aire, intentaré matrimoniar estas palabras, que sonarían  mejor si hubieran salido de la achacosa máquina de escribir de la maestra Carmela, protagonista de Conducta, el segundo largometraje de ficción de Ernesto Daranas. De un tirón me sacaré estas líneas de la cabeza; lo otro sería prefabricar demasiado las ideas y traicionar el aura del último estreno del cine cubano que permanecerá en la pantalla del Conrado Benítez hasta el 19 de febrero.

Sin tomar un aire intentaré, además, no calcar los adjetivos blandidos por mis colegas al referirse a esta propuesta cinematográfica, que en su minuto 100 y último me levantó de la luneta con una espina en el alma.

Conducta es una esquina de la Cuba que desgarra; no es un pedazo de nuestras paradisíacas playas del norte, ni de la Plaza Mayor, de Trinidad, congelada en postales turísticas. Conducta narra la historia de la maestra Carmela, quien al retornar al aula de sexto grado —luego de permanecer alejada de esta debido a un infarto cardíaco—, se da de narices con la noticia: su alumno Chala ha sido enviado a la llamada Escuela de Conducta, y ella, con cinco décadas en la profesión, no alza la bandera blanca y desafía esa determinación.

Preso por la marginalidad, el muchacho entrena perros de pelea, cría palomas que vende al mejor postor y juega “bolita”. En definitiva, un ser de 11 años es quien lleva los frijoles a la mesa y paga la cuenta eléctrica de su casa, mientras la madre se asfixia en alcohol, incluso, en genitales. Sin embargo, a pesar de que la supervivencia constituye una especie de madurador químico de su personalidad, Chala no extravía la inocencia y merece una segunda oportunidad.

Ello lo comprende, ante todo, Carmela, para quien, en la vida, tres más cuatro nunca sumará siete y, en efecto, a riesgo de perder su puesto en el claustro, levanta en solitario una muralla por dejar al alumno en su aula y arremete contra el rancio dogma de quienes se empecinan en pintar el mundo en blanco y negro.

Interpretada magistralmente por Alina Rodríguez, Carmela redime la profesión del maestro y su aula, ese otro pedazo de Cuba donde ni el intelecto debiera ser índice discriminatorio, precepto asimilado letra a letra por esta mujer. Alerto, ella no viste de santa ni intenta serlo; lo cual le añade mayor verosimilitud a la historia, cuyo guion lleva, igualmente, el ADN de Ernesto Daranas.

Con la venia de actores y actrices como Silvia Águila, Tomás Cao, Héctor Noas, Aramís Delgado, Miriel Cejas, Armando Miguel Gómez, Idalmis García y Yuliet Cruz, y la niña Amaly Junco —todos ajustados al diseño psicológico de sus respectivos personajes—, quien le corta el aliento a los espectadores es Armando Valdés Freire por su interpretación de Chala. Sin haber colocado nunca un pie en un set, el niño asume su conflicto existencial desbordado de naturalidad, como si caminara descalzo por las márgenes de su propia vida.

Del fuego habría que salvar, asimismo, el guion de Daranas, cuya estructura narrativa se divorcia de todo alarde dramatúrgico para que el estremecimiento llegue sin artificios, y la emoción vaya in crescendo, sin que uno se detenga a pensar que detrás permanece la mano hábil del escritor.

Parlamentos cortados con tijera afilada y desprovistos de la cansina retórica; el silencio, colocado siempre en el segundo exacto y aportador de la necesaria carga dramática, y el ambiente sonoro de la ciudad, con sus trenes que van y vienen nadie sabe adónde, la jauría humana ante los estertores del can perdedor… se articulan en este pentagrama fílmico, irremediablemente descarnado y conmovedor; pero que no llega a aplastar gracias a los momentos de distensión, venidos, esencialmente, de los niños.

Sabedor de que la música les habla a los sentimientos y aporta la fuerza que las palabras no alcanzan a expresar, como sostenía el compositor estadounidense Bernard Herrmann (El hombre que vendió su alma, Ciudadano Kane…), Ernesto Daranas acude a esta para acentuar la atmósfera y el tono del discurso narrativo de la película, incluida la fotografía.

Con las vivencias en la alforja de Habanastation, Viva Cuba y Larga distancia, Alejandro Pérez toma las riendas de la fotografía que nunca se separa de la historia, con un manejo intencionado de la luz, que se torna más intensa en la azotea del edificio de Chala, precisamente, el sitio donde Chala instaló su palomar y donde encuentra un remanso para huir de su destino de niño marginal.

Duelen su fragilidad y el desespero por conocer quién es su padre; desgarra la violencia que lo cerca, pero que no le agota la capacidad de amar. Alientan su fidelidad a Carmela, su inteligencia que sobrevive; inquieta su historia, que no es excepción.

Lunes 10 de febrero. Al borde de la 1:30 p.m. llego a la taquilla del Conrado Benítez. Delante, en la cola, un muchacho con la cara de escapado de la Secundaria Básica próxima; el cuello de su camisa, más estirado que el Doce Plantas. La decepción lo arrincona: el dinero no le da.

—Toma, le digo, y alcanzo a leer en la papeleta: 4 869.

—Gracias, puro.

Y mientras busco una butaca en el cine, intento adivinar también los confines de su vida.

Enrique Ojito

Texto de Enrique Ojito
Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020). Máster en Ciencias de la Comunicación. Ganador de los más importantes concursos periodísticos del país.

7 comentarios

  1. Pienso que pudo sacarsele más a la pelicula para la elaboración de su comentario, experimente la sensación de que me contaba lo ya visto, en su analisis pudo haber abordado (al menos mencionado)a la disfuncionabilidad familiar como una de las causas de este fenomeno, la rigidez de los representantes estatales ante lo asignado, donde nada se cuestiona aceptando todo lo que históricamente se ha asumido,generando indolencia y falta de sensibilidad (representados en la pelicula por representantes de educación y policia),con una alta dosis de oportunismo. Supongo que el fin último de un comentario no sea solo hacer llorar a los consumidores . Chalas hay en todas nuestras ciudades, el problema es social( sistémico), Entonces hacia el perfeccionamiento de ese, nuestro sistema, mediante cuestionamientos constructivos, es que deben ir dirigidos los tiros , fomentando una conciencia crítica que movilice al cambio de la sociedad toda. No perdamos esta oportunidad.

  2. Una pelicula realmente excecional… y sobre todo que te hace reflexionar a fondo…. otra cosa que se ha ganado por meritos propios es su popularidad en Cuba… con tan solo 10 dias de estreno…. ya alcanza el numero 1 de las peliculas más buscadas en la web de Vicine (http://www.vicine.hero.cult.cu/index.php/estadisticas/peliculas_destacadas)..

    saludos

  3. No me puedo perder esta película. Qué bien que ya sobrepasan los 4 869 que la han visto aquí, hay mucho consumo de filmes que no aportan socialmente nada más allá del entretenimiento. Sin dudas es un largometraje para reflexionar.

  4. Buen análisis el que haces en este trabajo, te felicito por ello. Aunque nos duela aceptarlo, hay muchos Chalas por ahí esperando ser rescatados.

  5. Tan bueno como la película tu trabajo Ojito. Muy conmovedor!!!

  6. Hermosa cronica que me «llego»Por que fui maestro y por que me crie en el Reparto Casablanca,parte del Kilo 12,donde historias como la que cuenta la pelicula,no fueron ni son ficcion.

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