La carreta… ¿y los bueyes?

A la Gastronomía estatal, por más que intente exorcizarse, le siguen rondando los demonios de la calidad y el servicio; por más utilidades que se generen, sigue siendo el mismo.Para tomarse un refresco enlatado hoy —cuando lo halla— usted debe pagar, además del líquido, por los kilowatts que necesita la

La Ranchuelera, única cooperativa no agropecuaria del sector que funciona en la provincia. A la Gastronomía estatal, por más que intente exorcizarse, le siguen rondando los demonios de la calidad y el servicio; por más utilidades que se generen, sigue siendo el mismo.Para tomarse un refresco enlatado hoy —cuando lo halla— usted debe pagar, además del líquido, por los kilowatts que necesita la nevera para enfriarlo, por el combustible que se gasta en la transportación y hasta por el esfuerzo de bajarlo de las cajas y colocarlo en los estantes. Demasiados valores añadidos a la mercancía como para que cueste 10 pesos; como si fuera poco, por eso ahora se cotizan a 12 —y hasta 15— pesos.

No es una exclusividad del mercado por cuenta propia. Sucede también ya en las cafeterías estatales que se han acogido a esa iniciativa llamada arrendamiento y en La Ranchuelera, única cooperativa no agropecuaria del sector que funciona en la provincia. Y es que hasta allí ha entrado también la llevada y traída ley de oferta y demanda, tamaño eufemismo que, a la postre, (des)protege a los consumidores.

Como una medida que intenta salvar la Gastronomía estatal, estas nuevas formas de gestión han incrementado —según especialistas del sector— la rentabilidad de esas unidades y de la propia empresa de Comercio; han permitido mantener el objeto social para las cuales fueron creados originalmente esos centros; pero, unido a tales beneficios, han encarecido las mismas ofertas.

En la provincia 54 cafeterías se han acogido al arrendamiento, forma de gestión que supone que el titular del local, además de poder contratar fuerza de trabajo, deba autogestionarse todos los productos de venta excepto el ron de 57 pesos y el cigarro. Igual modalidad exhiben los círculos sociales —151 han sido arrendados—, aunque han sido los más reticentes al cambio.

No obstante, según Ariel Fernández Martín, director del Grupo Empresarial de Comercio, traspasar la tutela de esos locales no quiere decir que la empresa estatal que los regía anteriormente se desentienda. “Hoy se les garantiza por nuestro sector algunos productos —asegura Fernández Martín—, ya que no existe el mercado mayorista, pero sí hay solución en el propio mercado minorista nuestro. Pueden adquirir productos que se ofertan por venta liberada como azúcar crudo, refino, harina de trigo para la elaboración de pizza, de croqueta, el refresco de lata a 10 pesos, la cerveza Cacique y Mayabe, que lo adquieren ellos al precio que está en los mercados. Además, los centros de elaboración de nosotros le pueden ofertar el lomo, la tocineta, el chorizo, que venden nuestras casillas de mercado a estos arrendados por medio de convenio y son otras opciones que se les están dando.

“En el caso de la cooperativa no agropecuaria los productos se le garantizan por la Gastronomía y por la Empresa Mayorista de Alimentos con un descuento comercial de un 15.8 por ciento a un 20 por ciento. El refresco sale a 8 pesos, la cerveza de 20 pesos le sale a 16 pesos, pero está sujeto a oferta y demanda, porque puede que haya una oferta que le dé pérdidas y otras, ganancias; aunque tenga descuento el producto tienen otros gastos”, apunta Fernández Martín.

Ilógico suponer entonces que en el bar El Norma, por ejemplo, la cerveza Mayabe se venda a 18 pesos y no a 25 como se cotiza; que con la abundancia que suele existir de refrescos haya tanto para el arrendador que lo revende como para quien quiera darse un día el gusto y comprarlo en el mercado; que no desaparezcan, como pasa, las ofertas más ¿baratas? y permanezcan las hechas por cuenta propia…

En un experimento que se prueba en el laboratorio del día a día los errores vienen siendo también un resultado. Ni siquiera las cooperativas no agropecuarias, con las prerrogativas de garantía de recursos, han podido franquear tropiezos.

Al frente de La Ranchuelera, Lázaro Rodríguez Nerys, su presidente, aporta no pocos argumentos: “Como objetivo tenemos seguir brindándole a la población el mismo servicio, pero los precios con que se nos venden los productos han subido: antes comprábamos la libra de queso a 4.60 y ahora la pagamos a 24 pesos, el azúcar a 7.40 la libra; esto ha provocado que, para tener utilidad y hacer todos los gastos que conlleva esta pequeña empresa, hay que aumentar los precios y afectar el servicio; pero los precios de venta de la mayorista son muy elevados y estamos pagando los productos casi al doble. Además, la compra del resto de los productos como las vajillas y lo demás es en la shopping”.

Para el trabajador común se traduce en que el precio de la taza de café, por ejemplo, se ha duplicado, al igual que el bocadito de queso, como mismo se han encarecido el resto de los sándwiches que allí se venden. Es pura reciprocidad: mientras más se aprieta la cuerda de la venta de los productos a las unidades, más se revienta el bolsillo de los clientes.

A la Gastronomía estatal, por más que intente exorcizarse, le siguen rondando los demonios de la calidad y el servicio; por más utilidades que se generen, sigue siendo el mismo. Sin un mercado mayorista que diferencie costos y mercancías jamás será posible diversificar ofertas, ni se podrá ajustar los precios de la tablilla a los salarios comunes. Los resortes, válidos si de sacudir el letargo económico se trata, habrá que ensayarlos cuando todos los mecanismos estén engranados, porque si no se corre el riesgo de echar a andar solamente la carreta.

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

5 comentarios

  1. AURELIANO LA ROSA

    AMBAS PARTES LA ESTATAL Y LOS PARTICULARES BUSCAN UNA GANANCIA FICTICIA, ASI NO SE LLEGA A NINGUN LADO……………

  2. Aristoteles Manani

    La pregunta clave es, al precio que sea, venden todos los sandwich de queso que hacen? o al final del dia se quedan con la mayoria que no pueden vender?

    Si la respuesta a la primera pregunta es SI como me imagino que es, entonces independientemente de cual sea el precio mayorista, todavia pueden subir mas el precio del sandwich de queso hasta que lleguen al punto donde al final del dia les sobren unos pocos. Ahi esta el balance del precio con la capacidad adquisitiva del consumidor.

  3. Quien distorsiona el mercado no son las cooperativas ni los negocios particulares .Es el estado,que monpoliza la producción y distribución mayorista de casi todo lo que vende gastronomía, mientras esto no se abra a la competencia,la oferta y la demanda es una falacia y los precios no bajaran porque las empresas estatales son ineficiente por la misma razón :
    Tienen el mercado secuestrado y lo que produzcan por muy malo y caro que sea hay que comprarlo porque el consumidor no tiene mas opciones

  4. samuel rodriguez

    seguimos en lo mismo pobre de aquellos trabajadores o incluso muchos profesionales que apenas les alcanza el salario para adquirir los productos basicos nunca han sacado cuenta cuanto le cuesta al trabajador adquirir los alimentos la gran mayoria a precios elevados ahora sumele esto productos que depor si estaban caro

    • samuel rodriguez

      se requiere de esa estructura de comercio mayorista que esta entre los lineamentos pero que nosotros los cubanos de a pie necesitamos y en muchos casos pide a gritos para que no afecte al trabajador pero tampoco afecte al cuenta propista

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