La huella de Béquer

Desde que penetró en el mundo de la construcción, Wilfredo Béquer ha edificado una obra humana y profesional. Puede ser por la constancia o el respeto que inspira; por la responsabilidad o la honradez; puede ser por su ejemplo personal. Pero en la historia constructiva de Sancti Spíritus hay una

Wilfredo Béquer Iznaga, especialista de la Construcción.Desde que penetró en el mundo de la construcción, Wilfredo Béquer ha edificado una obra humana y profesional.

Puede ser por la constancia o el respeto que inspira; por la responsabilidad o la honradez; puede ser por su ejemplo personal. Pero en la historia constructiva de Sancti Spíritus hay una huella humana imposible de ignorar: Wilfredo Béquer Iznaga, un hombre que marca épocas y distancias en las asignaturas de la organización, la disciplina, la exigencia, la consagración y el trabajo a pie de obra.

Oriundo de Trinidad y tras calificarse en La Habana como técnico de nivel medio en Viales, estrena allí mismo su carrera en 1969, en el Desarrollo Agropecuario del País (DAP). El primer encargo de envergadura lo tuvo al año siguiente y con solo 19 años.

“Me designaron jefe de proyecto en la Autopista Nacional Sur, al frente de 34 asesores soviéticos; se terminó en 1974 una parte importante de la obra; ahí adquirí experiencia”.

De regreso a Trinidad pasa a la brigada de puentes sin sospechar la tamaña encomienda que tendría por delante. Los viaductos de la carretera Circuito Sur-San Pedro; Manaca Iznaga- Guinía de Miranda —en pleno Escambray—, los del campamento de pioneros La Tatagua y muchos más hasta construir cerca de 20 puentes en dos años que no será un récord, pero es algo difícil.

Llega a Sancti Spíritus en el año en que surge la provincia, 1976, halado por otro proyecto que entonces empezaba: el primer tramo de las Cuatro Vías, entre la calle Mirto y la Unidad Militar. Después vendrían las otras etapas de esa céntrica arteria.

A partir de ahí muy pocas obras del territorio escapan a la huella constructiva de Wilfredo Béquer Iznaga, quien ha tejido en ese campo un currículo laboral nada común: ejecutor, jefe de obra, vicedirector de mecanización, de ingeniería, de operaciones, director de obras industriales, director general del Grupo de la Construcción en un período determinado y actualmente especialista en obras de ingeniería.

En la lista de las obras a las que estuvo ligado estrechamente pueden citarse la ampliación del aeropuerto de Sancti Spíritus, la Autopista y su acceso a la ciudad, el saneamiento del río Yayabo, la presa Dignorah, la conductora de agua hacia la zona de desarrollo industrial, la vialidad del Combinado de Papeles Blancos Panchito Gómez Toro y su sistema de abasto de agua desde la presa Lebrije, los puentes de acceso a Zaza del Medio… Sin embargo, fue la Cuatro Vías la obra que más caló en él.

“Construir esa carretera fue un trabajo de mucha envergadura, tiene un proyecto de alcantarillado pluvial bastante complejo y se ejecutó muy cercano a lo que pedía el proyecto. Era una obra tensa, no había por dónde pasar en Sancti Spíritus, llegué a tener 30 carpinteros y el único técnico era yo; en el primer tramo todo se encofró y se fundió con una concretera muy pequeña y a vagón.

“Otra obra que me marcó fue la Rotonda, se hizo en un mes, en marzo de 1982; allí se trabajó día y noche, la gente respondía”.

¿Prefiere dirigir o estar a pie de obra?

Llevo casi 40 años dirigiendo en varios frentes, pero prefiero estar a pie de obra, lo que me gusta es construir, ver un proyecto armado en el cerebro y después ejecutarlo.

¿Cuál ha sido su manual de constructor?

El constructor tiene que moverse, ver las cosas, meterse por dentro en la obra porque este es un frente muy dinámico, no se puede tomar una decisión a ciegas. Hoy se les pasa por arriba a los detalles y se embarca la obra, esas pequeñas cosas deciden, por ejemplo, si estás haciendo una fundición grande, hay que prever una planta eléctrica, por si te coge la noche.

Un día fui a chequear un puente a Jibacoa, en el Escambray; aquello no avanzaba, los equipos rotos, los hombres sin merienda… Por la tarde, en una reunión, le pregunté al jefe de la obra por el puente y me dice: “Eso va bien”. Por debajo del buró le enseñé las botas y le dije: ¿conoces esa tierra?; aquel hombre no sabía dónde meterse, estaba desactualizado.

Salvando las limitaciones de hoy, ¿qué diferencias pueden establecerse con las épocas anteriores?

Eran otros tiempos, no se pasaba trabajo con los recursos, pero te puedo decir que la gente era muy responsable, el que quería ser carpintero, lograba ser carpintero, el interés decide mucho y la práctica, también. En aquellos tiempos tú decías: tres albañiles A y no tenías que pensar en más nada; hoy no es tan así.

Los recursos humanos se han distanciado a partir de otras ofertas salariales más atractivas. Haber perdido gente valiosa tiene un peso en la calidad, en las terminaciones, ya no son todos los que dan macilla. Cada vez que tenemos que construir un hotel, pasamos trabajo con la calidad.

¿Qué limita trabajar mejor en las construcciones?

El salario, eso resquebraja el amor al trabajo, se pierde la motivación laboral y hoy la competencia con las cooperativas es muy fuerte. Otro problema es el deterioro del equipamiento y la poca perspectiva del reemplazo. Tenemos bulldozers que ya no se fabrican; en el mundo los equipos trabajan 3 o 4 años y pasan a otra actividad, los de nosotros tienen 25, 30 y más años y la explotación productiva es muy baja; se hacen las cosas, pero no quedan bien.

Se aprecia falta de responsabilidad y de exigencia de los ejecutores directos en las obras, se conforman con lo mal hecho, al igual que los inversionistas; se tropieza mucho con los recursos. En las obras donde los inversionistas asumen el traslado de los insumos, generalmente eso sale mal. Las obras donde el propio constructor es el suministrador, avanzan más. Son decisiones del país, pero el inversionista carece de condiciones, almacenes, equipos, infraestructura que sí tiene la Construcción.

¿Dónde se afinca su carrera de constructor?

Soy puntual, para mí las siete son las siete; calculo bien el tiempo, me gusta el orden, la disciplina, el respeto. No intenté graduarme en la universidad, el trabajo me absorbió de tal forma que descuidé eso; claro, aprendí, me preparé individualmente para poder desempeñar estas responsabilidades.

Si he podido dedicarme a las construcciones se lo debo, por mucho, a mi familia, sobre todo a Gladys Hernández Suárez, mi esposa y también mi secretaria durante 17 años. Trabajar con ella me dio mucha confianza, era organizada y exigente; nada de privilegios ni nepotismo, fue muy profesional en su trabajo, tanto que los jefes de brigada me decían que parecía un cuadro más en la oficina.

El hecho de poder cumplir tantas tareas en esta rama se lo debo también a que trabajé con personas valiosas como René Torres Viñas, Cristóbal Martínez, Rodolfo Remón, Segundo Sierra, Enrique Lapinet, Manolo Pérez, Amaro Cabrera, Orlando Fernández —El Gallego—, Jesús Vidal… y muchos constructores más.

¿Qué obra te dejó más insatisfecho y cuál proyecto quedó por ejecutarse?

Con la Papelera de Jatibonico todo el mundo quedó insatisfecho, quizás sea la mayor obra de la provincia y apenas se vio su resultado; tantos recursos y tiempo invertidos en su construcción y montaje y verla paralizada provoca amargura. Una obra por hacer, que le falta a Sancti Spíritus y estuvo proyectada, es el alcantarillado principal de la ciudad, con una planta de tratamiento.

Estoy orgulloso de todo mi trabajo, de los puentes de la montaña y el llano, de las carreteras, del desarrollo que trajo la Construcción a la provincia y, en particular, a la ciudad cabecera. En los años 70

del siglo pasado Sancti Spíritus era una casi una aldea, la rastra de ganado pasaba por el parque Serafín Sánchez, no existían otros accesos, en pocos años todo eso cambió.

Estudié Vialidad más por intuición que porque me gustara o supiera lo que era construir; luego me enamoré de mi trabajo. Quizás hoy pudiera dar más, tengo 64 años y limitaciones por enfermedad, pero estoy dispuesto a seguir ligado al sector hasta después de jubilado.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

4 comentarios

  1. Con gran orgullo y sollozo en mis ojos, leo esta entrevista, es muy cierto que es un hombre ejemplar, buen amigo, padre y es verdad que su esposa es única. Con mucho cariño se les recuerda, y ver el nombre de mi padre Segundo Sierra, hace que me sienta aún mas orgullosa de ser su hija
    Gracias por ser de los que siempre fueron!!

  2. Gustavo Bequer Martinez

    Con
    cuanta alegría y admiración leo esta entrevista!!! Muy bien merecido
    todo lo que se dice en la misma. Todo es verdad, lo puedo asegurar en el
    orden personal y familiar porque somos primos. Siempre desde muy joven,
    despuntó como un muchacho prometedor, muy serio y exigente en su
    trabajo… Ahora, al pasar los años, está la consaración de su obra!
    !Que bien! Orgullo para toda la familia! Además votos al colega
    periodista Jose Luis Camellón.por su noble empeño! Felicidades a los
    dos!

  3. Puri, como cariñosamente lo llama su familia Trinitaria y sus amistades, te deseamos muchas cosas buenas , salud que es lo pricipal, la entrevista quedó muy bonita.

  4. Béquer, hombre sencillo, inteligente, pausado y muy laboriosa, yo que muchas jornadas he compartido con él, puedo dar fe de esto, muy exigente hasta para consigo mismo, no hay una obra en SS donde no haya estado su ojo mágico, los principales cuadros de la construcción de allí tienen en él un asesor, le deseo mucha salud para poder continuar alimentando su trabajo y asegurar la trasmisión de sus conocimientos y sus «maldades» a la nueva generación que viene impetuosa, Gracias Béquer, tu cro Cheo.

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