Cooperativa no agropecuaria La Esperanza: Una iniciativa plástica

Un año después de su constitución oficial, la cooperativa no agropecuaria La Esperanza asume la fabricación de una veintena de surtidos. Llueva, truene o relampaguee, los socios de la cooperativa no agropecuaria La Esperanza necesitan disponer cada mes de ocho toneladas de desechos plásticos en sus almacenes, una ecuación muy

sancti spiritus, cooperativa no agropecuaria, la esperanza, economia cubana, emprova, fomentoUn año después de su constitución oficial, la cooperativa no agropecuaria La Esperanza asume la fabricación de una veintena de surtidos.

Llueva, truene o relampaguee, los socios de la cooperativa no agropecuaria La Esperanza necesitan disponer cada mes de ocho toneladas de desechos plásticos en sus almacenes, una ecuación muy simple que han venido aquilatando de manera metódica a lo largo de un año de vida como asociación.

Pueden ser miles, cientos de miles o millones de jabitas plásticas desechadas; pueden ser los subproductos de una industria cualquiera sin muchos requerimientos de calidad, pero las máquinas de La Esperanza, al menos en condiciones normales, se engullen esa cifra en sólo 30 días de trabajo.

Sin embargo, lo que constituye una preocupación generalizada en el país, el aseguramiento de la materia prima para sostener las producciones en el sector no estatal de la economía, no clasifica como problemática en la cooperativa espirituana: “No consumimos plástico virgen, eso es una ventaja —advierte su presidente Yoel Torres Hernández, — y tenemos contrato con nuestro proveedores, las Empresas de Materias Primas de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Cienfuegos y La Habana, que nos aseguran la demanda”.

Constituida de manera oficial el 11 de julio de 2014 y asentada en un local arrendado a la Unión del Calzado, que ya viene quedándole chiquito, la cooperativa se encarga fundamentalmente de la fabricación de tuberías hidráulicas, sanitarias y eléctricas, mangueras de diferentes diámetros y en fecha reciente comenzó a explorar un frente que a todas luces les resulta promisorio: la producción de la llamada madera plástica, usada en la confección de parlets, envases y vigas, entre otros, y con notables ventajas sobre los materiales tradicionales.

A elevadas temperaturas y en medio de un ruido que no deja oír otra cosa como no sea el lenguaje de las máquinas, sólo 11 socios hacen el milagro de metamorfosear el plástico hasta convertirlo en unos 20 surtidos de incuestionable demanda en el mundo de las construcciones, la agricultura y otras ramas de la vida nacional, los cuales comercializan tanto en suelo espirituano como en la mayoría de las restantes provincial del país, con ventas de hasta 350 000 pesos en un mes, como las alcanzadas en mayo pasado.

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ENTRE LA EXPERIMENTACIÓN Y EL MERCADO

La historia de las producciones plásticas, desde su surgimiento en los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días, siempre ha sido un mundo fascinante para Julio Ramón Cermeño, asesor del grupo nacional de venta de materiales de la construcción, fundador de la ANIR y Premio al innovador de mayor impacto económico (2011).

“Made in Fomento” pudiera ser la inscripción de las máquinas que sostienen la producción en La Esperanza, todas salidas del ingenio de Cermeño, visto por el colectivo como el alma de la cooperativa y quien más de una vez ha lamentado no poder generalizar a una mayor velocidad las soluciones que poco a poco ha ido creando con sus propias manos.

Como traído por la Divina Providencia resultó para Cermeño y el resto del colectivo el Decreto Ley 305, de noviembre de 2012, que estableció la creación las cooperativas no agropecuarias, una oportunidad que ni él ni sus compañeros, antiguos trabajadores de la Empresa de Producciones Varias (Emprova), quisieron dejar pasar por alto.

Ahora se dice fácil, pero un año atrás no fueron pocos los traspiés que debió superar la organización tanto para el proceso de conformación oficial como para romper el hielo con las ventas en aquella fase de experimentación y tanteo. “En verdad el inicio fue traumático”, recuerda Yoel.

LOS NÚMEROS NO ENGAÑAN

De la segunda feria de conciliación y aseguramiento al plan 2016, celebrada en ExpoCuba del 16 de marzo al 2 de abril con la participación de más de 300 empresas y grupos estatales cubanos y 21 cooperativas, los de La Esperanza regresaron con dos certezas en sus mochilas: la gran aceptación de sus producciones a lo largo y ancho del país —levantaron una demanda de más de 20 millones de pesos sólo con el parlet de madera plástica— y la imposibilidad de corresponder a tales intereses en las condiciones actuales.

Si bien la organización cuenta entre sus fortalezas la garantía oficial de materia prima para trabajar, también está urgida de extender sus dominios, algo que resulta más que evidente con apenas asomarse a la nave en que las producciones terminadas conviven con los bolsones listos para procesar y donde, según uno de los operarios que más lo sufre, “a veces no queda espacio ni para poner un pie”.

Necesidad de renovar la maquinaria por cualquier vía, problemas con las trasportaciones e imposibilidad de acceder a algunos insumos imprescindibles como los llamados gases industriales (oxígeno y acetileno) o lubricantes específicos prueban que, tras un año de creada la asociación, todavía en su camino se interpone más de una contingencia.

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Nada de ello, sin embargo, ha impedido un desempeño admirable que incluye ingresos mensuales de alrededor de 180 000 pesos para la cooperativa y de unos 5 000 para los socios entre anticipos y utilidad final; aportes por unos 120 000 pesos al presupuesto del Estado en sus primeros doce meses de vida y una disciplina financiera a prueba de auditores, según reconoce un informe de la vicepresidencia del Consejo de la Administración Provincial al que la prensa tuvo acceso.

El documento no refiere los tropezones de este primer año, pero es de dominio público que más de una vez el presidente ha tenido que poner las leyes sobre la mesa y hacer valer hasta sus “mañas” de abogado para cortar nudos a la burocracia e izar velas en La Esperanza.

Juan Antonio Borrego

Texto de Juan Antonio Borrego
Director de Escambray desde 1997 hasta su fallecimiento el 4 de octubre de 2021 y corresponsal del diario Granma en Sancti Spíritus por más de dos décadas. Mereció el Premio Provincial de Periodismo por la Obra de la Vida Tomás Álvarez de los Ríos (2012) y otros importantes reconocimientos en certámenes provinciales y nacionales de la prensa.

3 comentarios

  1. EL TAGUASQUENSE

    CREO SEGUN ARITMETICA ELEMENTAL Q SE PAGA EN IMPUESTOS EL 18 % AL ESTADO, NO RESULTA TAN ALTO SI ES ESO, YA CONOCI VARIOS IMPUESTOS EN OTROS LUGARES Y VA POR ESAS CIFRAS….

  2. Hace falta maquinaria…. Y es ahí donde se ahoga la iniciativa privada,por que no hay mercado mayorista y tal como en los tiempos de la colonia, el estado tiene el monopolio de la importación y los suministros y,encima,se «traga»120 mil pesos de las ganancias de la cooperativa.Como se piensa que puede expandirse y prosperar la iniciativa privada si e propio estado es quien pone los obstáculos?

  3. Mis respetos para esos hombres, cuanto ingenio y creatividad, soy orgullosamente fomentense y reconforta leer algo asi.

    Inicio tropelozo, pero se trata de luchar hasta llegar al triunfo, cito a ese gran trovador Nicho Hinojosa, cuando nos canta, «Caminante no hay camino, se hace camino al andar»

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