El código Martel

Generaciones de yaguajayenses llevan la marca de Juan Leonardo García Martel, un imprescindible en la enseñanza de la historia. Cuentan que mientras su mirada seguía buscando entre la multitud azul decía con voz grave: “Fulanito de tal, número tal, de tal o mas cual grupo y grado no está en

Martel siente como su mayor premio los éxitos de quienes fueron sus alumnos.Generaciones de yaguajayenses llevan la marca de Juan Leonardo García Martel, un imprescindible en la enseñanza de la historia.

Cuentan que mientras su mirada seguía buscando entre la multitud azul decía con voz grave: “Fulanito de tal, número tal, de tal o mas cual grupo y grado no está en la formación”. Si había ausente alguien más sería expuesto allí mismo con nombres y apellidos; por algo era, al decir de no pocos, el subdirector de trabajo educativo más cabal que jamás hayan visto.

Parado enfrente de las hileras de muchachos en la plaza que ellos mismos habían ayudado a construir, podía pasar revista a la tropa en cuestión de segundos. Ay del que se fugara durante sus guardias o anduviera con una compostura incorrecta, mucho menos si se trataba del uniforme. Aquel hombre alto de vestuario impecable, enamorado de la historia nacional, de las hazañas y sus protagonistas, solía dar sermones fuertes, aunque respetuosos y hasta amigables. Podía vérsele en cualquier parte trabajando como el que más o escogiendo las canciones de Silvio para amenizar la próxima reunión de padres, todo un acontecimiento que nadie en kilómetros a la redonda pasaría por alto.

Llegó para quedarse un año después de que en Centeno, poblado que adorna la carretera de Yaguajay a Mayajigua, abriera sus puertas el primer instituto preuniversitario del municipio. Traía ya de la secundaria básica Camilo Cienfuegos, adonde arribó en su debut como pedagogo, aquella máxima martiana según la cual la clave del respeto es respetar al otro, sin importar que se tratara de discípulos, padres, compañeros de trabajo o hasta autoridades locales. A todos ellos apeló en cada una de las iniciativas que ponía en práctica junto al director Raúl Sierra, otra especie de hombre orquesta recordado por muchos.

“No preguntes por Juan Leonardo García, Martel es Martel, ese es su segundo apellido, pero todo el mundo le dice así”, me había advertido uno de sus discípulos el día previo a mi primer intento para entrevistarlo algo más de una década atrás, cuando él mismo abortó el diálogo. Nunca entendí la razón, hasta que apareció con su humildad enorme a finales de este último mayo, con una disculpa por el viejo desaire. En el Centro Mixto Ignacio Agramonte, donde labora desde la extinción del IPUEC, salvó incluso, ante el nerviosismo de la reportera, un fallo técnico para grabar la plática. Obviamente, eludió todo el tiempo la primera persona del singular e intentó hacer justicia al mérito colectivo que le granjeó al “Mártires de Yaguajay” renombre nacional.

MAESTRO DESDE LOS JUEGOS

“No me gusta mucho la popularidad, aunque he sido sin dudas una persona popular”, declaró con voz pausada y cálida. Hablaba midiendo las palabras. Empecé a imaginarlo en aquella escuelita nacida de sus juegos, cuando enseñaba a los niños del barrio Pueblo Nuevo, muy próximo a Juan Francisco; junto a la madre que aún ocupa gran parte de su alma, en sus muchas lecturas para su preparación profesional o en las indagaciones que respaldaron su ponencia para el concurso nacional de profesores en el que alcanzara recientemente Mención. “Trabajamos la Campaña de Alfabetización, llevada a la historia regional de Sancti Spíritus y a la local de Yaguajay”, precisó.

Procuro verlo como me lo han descrito, azuzando las más disímiles ideas para “mover” la rutina en el colegio: eventos deportivos y culturales, un obelisco dedicado a los combatientes del Frente Norte de Las Villas, el mural gigante, una fuente fraguada con el auxilio de familiares de los muchachos, aquel encuentro de conocimientos con una escuela homóloga de Pinar del Río al que los concursantes fueron en bicicletas. “El caso era emular y con tal de ganar hacíamos lo que fuera. Esa vez regresamos, en bicicleta y todo, con el trofeo de Vanguardia Nacional, que, déjeme decirle, lo ganó el ‘pre’ como en tres oportunidades”, declara uno de sus entonces alumnos, quien revela que un pequeño grupo al que le correspondía matricular en San Marcos, donde se creó otro IPUEC tiempo después, permaneció allí contra viento y marea.

Martel describe el paisaje pintoresco del colegio, formado por naves adaptadas que rodeaban a un edificio inaugurado en 1936, al que luego se le sumaron varios albergues. Sin dejar de escucharlo imagino el revuelo ante la broma que cierta vez rodó, como bola de nieve, mientras él se ausentaba. “Yo creo que quien lo hizo no midió el alcance de su invención. Decían que Martel había tenido un accidente o algo así y que estaba grave en el hospital. Todos lo creímos y andábamos como si hubiéramos perdido a un líder popular; quien echó a andar aquello tiene que haberse arrepentido. Cuando él volvió de coordinar un evento en Remedios, que era donde estaba, la escuela se volvió una fiesta”, evoca otro discípulo.

A TIEMPOS NUEVOS, COSAS NUEVAS

Evade las comparaciones, pero aún así sus ojos brillan más cuando habla del alumnado de aquel tiempo, “claramente enfocado en el estudio, con un sentido más preciso de lo que querían ser”. Hoy se regocija al verlos en cargos de diferentes niveles, en disímiles especialidades: médicos, periodistas, ingenieros, profesores, historiadores…

“Yo supe siempre escuchar las inquietudes de los muchachos y dentro de las posibilidades resolver sus problemas, entender esa edad, que es muy difícil”, reflexiona.

Quienes pasaron por sus manos son su calco y rehúsan, como regla, verse nombrados en la prensa. Mediante indagaciones personales, telefónicas y hasta digitales, Escambray consumó su búsqueda. Palabra clave: Martel. Resultados: experto en objetivos básicos para exámenes de ingreso de Historia de Cuba, asignatura que en Yaguajay prácticamente depende de él. Presidente de honor de la academia de formación de profesionales de renombre que ha dado ese municipio. Medalla andante, ya que por muchas condecoraciones que se le hayan conferido ninguna abarcará todo lo importante de su obra. Hombre medio bohemio, noble, austero, sencillo.

Información confidencial: en 2014 recibió el Premio del Ministerio de Educación. Define como causas del abandono del magisterio la insuficiente remuneración económica y sistemas de trabajo demasiado cambiantes. Piensa que la familia podría jugar un papel más determinante como primera escuela de la vida, que se han perdido hábitos de estudio y de lectura en la enseñanza media. Si volviera a nacer y le dieran a escoger un lugar donde enseñar, elegiría Yaguajay.

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

45 comentarios

  1. Yoan Blanco Borroto

    Martel es ese hombre que hace diferencia y no lo reconoce por modestia, pero nos marcado a todos los que hemos sido parte de su vida profesional. Profesor, amigo, compañero de la botella en varias jornadas. Creo solo recibi una clase de historia en el IPUEC con Martel, no tuve ese placer nunca mas, pero esa clase la recuerdo y recordaré siempre. El explicaba para todos y todos entendian a Martel. Un saludo cordial y el abraso de uno de sus alumnos para Eterno Educador.

  2. Leonel Carabeo López(Pupo)

    Cuando la periodista Delia Proenza, llamó a mi casa porque le habían recomendado que yo podía ser una fuente para el trabajo sobre Martell, me llené de satisfacción. Me di gusto refiriendo todas esas verdades deliciosas que ahora sus alumnos confirman. Yo no fui su alumno, o digámoslo mejor, yo no fui su alumno en mi preuniversitario, porque Martell, casi sin darme cuenta, se convirtió en mi mentor y amigo cuando llegué a Centeno para realizar mi práctica docente, siendo estudiante aún del Instituto Superior Pedagógico. Este hombre singular ha sido tocado hasta por la leyenda: que si conocía el número de cada estudiante incluyendo el de su cama, que si se sabía el nombre y apellidos de cada uno, que si de repente aparecía en la escuela cuando todos lo creían durmiendo en su casa; en fin que si todo esto es cierto ciento por ciento, poco importa, lo importante, lo grande de este hombre es su peculiar manera de conducir una masa de alumnos literalmente incontrolable. Martell es un personaje y saben a que acepción de esta palabra me refiero; hay frases suyas que lo hacían exclusivo en situaciones cotidianas, las tomaba de la cultura popular y las hacía suyas:»a la hora que me llamen voy», nos decía a sus amigos; «cosas de mi país», cuando miraba una mujer bonita; «yo soy el maestro», cuando serlo se hizo imprescindible para mantener la educación en Cuba y todos sabemos en que condiciones se dijo esa frase en nuestra historia; el decía aquello con tanta humildad, que todos sabíamos que en aquella expresión no había un ápice de autosuficiencia, aunque estábamos convencidos de que tenía toda la verguenza y prestigio para honrarla haciéndola suya. Disfruté mucho leer los comentarios de sus estudiantes que también fueron mis alumnos, algunos de ellos, se suponía que así fuera, pues el fue padre, amigo y maestro. Dejaré como posdata de mi comentario, algunos nombres, que a mi juicio, son imprescindibles en la educación preuniversitaria en Yaguajay: Jesús Gabelas, José Enrique Lugo, conocido como el Doctor, Pablito García, Frank Hernández, José Domingo (Minguito),José Antonio Santos,Ramón Diáz Medina, Miguel Toboso(Tito) Leonel Simanca, Nerys La Mora, Sandra ,Deysis Méndez , María Caridad Vega(La China), Deysita, la de Historia, lamentablemente fallecida y una disculpa del tamaño del cielo si olvidé un nombre inolvidable, riesgo inevitable cuando se hacen estás listas. Un abrazo a todos. Gracias Delia por este delicado gesto de tu publicación, que es sin dudas un tributo a todos estos nombres que he querido recordar. Atentamente. Pupo.

  3. Bekys Pérez Escribano

    Me dio mucha alegría leer el artículo y saber de Martell, pues aunque vivo en Sancti Spíritus y viajo con frecuencia al municipio, hace rato que no lo veo.Estudié en el IPUEC desde el año 87 al 89, tengo bonitos recuerdos de esos años, un excelente colectivo de profesores, a los que recuerdo con cariño, Martel se caracterizaba por su exigencia y rectitud, cada día nos daba lecciones de valores que nos han servido para la vida. Mi hermana Ketty también estudió allí y lo recuerda con mucho cariño

  4. No fui su alumno, pero tuve muchas amistades de estudio de Yaguajay y siempre se hablaba con mucho respeto del profesor Martel, que se sienta orgulloso de haber dejado huellas en su paso.

    Sin embargo en Cabaiguan, tuve un profesor de Matematicas, Calderon y en Sta Clara uno de Biologia, Daniel Bulgado, de similares caracteristicas.

    A TODOS RESPETO Y HONOR.

    • si te refieres a Calderon, profe de ssp, tambie me dio clases 3 años en el IPI, y la verdad que es otro excelente profesor.

  5. Delia Rosa Proenza Barzaga

    Sinceramente, pocas veces recibe un trabajo periodístico tantos comentarios como esta entrevista a Martel. No estaba en la provincia cuando se publicó y solo hoy leo este rosario de halagos y remembranzas suscitadas por el material. Eso quiere decir que los ex alumnos de Martel que recomendaron la entrevista no se equivocaron, como tampoco él al acceder al diálogo en la segunda oportunidad en que lo procuramos, ya que en la primera se negó por modestia y por su tremenda humildad. Un abrazo para él y mis parabienes a todos los que han leído la entrevista y dejado sus comentarios. Ojalá, ciertamente, muchos profesores dejaran en sus discípulos marcas como las que dejó y aún deja este hombre inmenso.

  6. Yoan E. Marcial

    ¨Se quién eres, de quién eres hijo y por qué estás aquí. Ven siéntate, vamos a conversar un rato, que los alumnos nuevos ya experimentados que vienen del IPVCE, siempre traen ideas nuevas y refrescantes y eso me gusta.
    ¿Y Ud. es?
    Yo soy Martel, mucho gusto.
    Ahhhh Martel el profe de historia. El gusto es todo mio. Ya me habían hablado mucho de Ud. y creo, respetando la edad y la experiencia, que nos parecemos mucho según mi hermanastra y algunos amigos en común.
    Palabras textuales grabadas en mi mente de mi primera conversación con Martel.
    Se rió como si fuera mi amigo de siglos y hablamos por más de dos horas. No sabía ni a quién le preguntó, ni cómo sabía todo eso de mí, ni me importó. Ya le había pasado mi escaner en los primeros 5 minutos de nuestra charla y me parecía una de las personas que quería tener entre los míos. Me alertó incluso de algunos alumnos de los que debía cuidarme supuestos amigos míos no se si para probarme o para ganarse mi confianza. No hubo dudas, se la ganó y fue el comienzo de mi amistad con él en mi 12mo grado, en el curso 2005-2006. Amistad que perdura y perdurará mientras ambos estemos en este mundo porque es una de las perosnas que tiene tres de las cosas que más respeto: canas, honestidad y conocimiento. Él no me dice Yoan, nunca me lo dijo. Siempre me llamaba por Yoe cuando estábamos delante de la gente fomal de la escuela, pero siempre me decia ¨el látigo¨ en privado, y ¨truenos¨ a las conquistas que yo le enseñaba orgulloso para que examinara con su ojo clínico experimentado, y truenos también eran las mujeres bonitas en general. Aunque no me daba clases, ya que mi profe de historia era la genial Annis Ibarra (de la que habría que hacer dos o tres artículos también) siempre estaba pendiente de ¨sus alumnos¨, como le decia a los que gozábamos de su confianza y nos pasábamos horas a su lado. Nunca fui de los que le decía las cosas, él nunca me preguntaba por chismes, ni de los albergues. Un dia me confesó que se había bajado ¨del barco¨(cargos que tuvo siempre en la escuela) porque era ¨un solo buey para tanta carreta¨. En realidad me alegré de que ya solo estuviera al frente de los audiovisuales de la escuela. Se merecía descansar después de años luchando por un estudiantado mejor y por resultados para el municipio y la provincia muchas veces sin poder y sin apoyo. Tuve el gusto de estar bajo su tutela en el repaso para las pruebas de ingreso cuando las hice por segunda vez en mi año de servicio. Amigable con todos, amigo de muchos, odiado por algunos a los que regaño fuerte, pero respetado por todos. No hay duda de que ¨El Marte¨ es y será recordado siempre por los alumnos como uno de los profes mas queridos y controversiales de la educacion en Yaguajay y a juicio muy personal, una de las mejores personas que conozco. Mis saludos y respetos para él y para todos los profes que no son solo profes sino educadores.

  7. Clarivel Brito

    Merecido homenaje, creo que hacía mucho tiempo se le debía al Martel, como le decimos cariñosamente, cualquier buen calificativo sería insuficiente para designarlo, ejemplo de hombre, amigo de los amigos, el profe que todos queremos tener, gracias Martel , desde cualquier lugar del mundo donde estemos, tus alumnos, sus padres y todo el que te conoce nos quitamos el sombrero ante ti.

  8. Frank Arteaga Pino

    Merecido reconocimiento para un gran amigo,
    Estudié en el IPUEC Mártires de Yagüajay “Centeno” entre 1995 y 1997, y fui alumno de Martel.
    Martel, profesor de Historia de Cuba, es un educador por excelencia.
    Ejemplo ante todo y para todos, un hombre respetuoso, con una educación exquisita, exigente pero humano, sencillo, un buen cubano.
    Sus enseñanzas de la Historia de Cuba fueron esenciales cuando cursé la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana y ahora, en mi continua formación profesional como abogado.
    Recuerdo perfectamente con que dedicación organizaba y dirigía las reuniones de padres, los matutinos en la plaza, las clases de preparación para los exámenes de ingreso, las actividades recreativas, en fin todo.
    Es una pena que Martel ya no esté ejerciendo como profesor. Desearía mucho que mi pequeña hija pudiera tener profesores como este.
    Muy buen artículo de la periodista de “Escambray”.
    Saludos y un fuerte abrazo para mi gran amigo.
    Frank Arteaga.

  9. Excelente persona y gran profesor , tuve la suerte te estudiar en el IPUEC Mártires de Yaguajay y que el fuera mi profesor de historia en 11 no grado del cual aprendi mucho para la vida , un justo reconocimiento a un hombre que a dedicado todo su vida a formar las nuevas generaciones en nuestro municipio, el fue fuente de inspiración para muchos de nosotros que nos inclinamos por ese noble arte de enseñar y educar a las nuevas generaciones aunque en este momento no este ejerciendo la profesión por motivos tan diversos como los que él expresa en la entrevista , pudiera estar todo un día escribiendo sobre esta humilde persona pero no es necesario pues el cariño que se le profesa es mas que suficiente un fuerte abrazo Martel y mucha salud y fuerzas para que continues con tu noble causa ……..Karel……

  10. excelentisimo profesor, para ser sincero la historia nunca me gusto pero desde la primera clase que recibi de él no se que paso que me daba gusto participar, ha sido el unico profe de historia que ha logrado que me interesara la historia y gracias a él aprobe la prueba de ingreso de esa asignatura… ojala y se mantenga por muchos años más como profesor, como él existen pocos

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