El rodeo me hace vivir

Confiesa Gustavo Arias, guía por excelencia del deporte de los lazos y los caballos en Sancti Spíritus y ganador del premio nacional Jorge Barrameda in memóriam. Al hablar desborda sabiduría, con un brillo particular en la mirada y una pasión casi mágica por algo que para él es parte indispensable

Los caballos siguen siendo su delirio, confiesa Gustavo.Confiesa Gustavo Arias, guía por excelencia del deporte de los lazos y los caballos en Sancti Spíritus y ganador del premio nacional Jorge Barrameda in memóriam.

Al hablar desborda sabiduría, con un brillo particular en la mirada y una pasión casi mágica por algo que para él es parte indispensable de su vida: el rodeo.

Se trata de Gustavo Arias Conlledo, exjinete de toros, delegado del Rodeo en la provincia, presidente de la Sociedad Cubana de Vaqueros del Rodeo y Premio nacional Jorge Barrameda in memóriam.

Escambray lo presenta como fiel exponente de las tradiciones vaqueras, conocido y respetado por su desempeño no solo en la provincia y el país, sino también en pistas internacionales a las cuales asistió al frente de otros atletas.

¿Cuándo surge su pasión como vaquero?

A mí siempre me gustaron los caballos, de niño tenía delirio con ellos, se los pedía a los Reyes Magos, hasta que me compraron uno de verdad, yo era chiquito todavía y mi abuelo materno me lo regaló. Los fines de semana me llevaban a ver el animal que estaba en una finca cercana a la ciudad, le pasaba la mano, lo cuidaba y desde que me buscaron una montura comencé a montarlo.

¿Y el rodeo cómo llega?

Tenía 13 años cuando debuté en la monta toros, sin una práctica que no fueran las realizadas en los potreros, agarrando animales bravos y caballos cerreros.

Entonces no había un equipo hecho como hoy, Delio Luna, con quien sostuve una profunda amistad, se encargaba de buscar a los hombres más sobresalientes, que ganaban según la categoría y los contrataba para asistir a los eventos de feria. En el año 65 empecé a trabajar oficialmente en esto, aunque fuera de la etapa de fiestas, acudíamos a los rodeítos que daban en las pistas portátiles, una la tenía el propio Delio y la otra, un hombre al que le decían Pancho Pistola. Luego, en el 66 se desarrolla un encuentro de novatos y logro el segundo lugar en monta de toros. Otros premios surgieron después.

¿En quién se inspiraba para realizar esta práctica?

Como jinete de toros obtuvo diversos reconocimientos.Mi ídolo fue Leonel Díaz, vaquero de Fomento, un jinete de toro para respetar, de los mejores de Cuba, ese hombre me ayudó mucho, inclusive me enseñó a armar un tanque de 55 galones amarrado por los extremos con cuatro sogas para que quedara suspendido, tipo columpio, como si fuera un toro mecánico y ahí me subía a practicar. ¡Qué manera de coger tanque! Eso me ayudó a mantener el equilibrio y la habilidad.

Pero también aprendí de Delio Luna, con quien anduve Cuba entera representando a Sancti Spíritus, él como organizador del rodeo y yo como atleta. Luis Jiménez (el hermano de El Socio Jiménez) fue otro en quien me apoyé más adelante. Cuando desaparecen las contratas de los vaqueros y se hace la escuela de rodeo en Manicaragua, en el año 70. Allá me fui a entrenar, era joven pero con bastante experiencia porque comencé muy temprano.

¿El rodeo constituye o no un deporte?

En Cuba nosotros decimos que es un deporte, pero en realidad es un espectáculo que se relaciona a los trabajadores del sector de la ganadería, en el mundo es un gran pasatiempo y muy costoso por lo que implica poder asegurar cada presentación. Aquí lo hacemos por amor al arte y apego a la tradición, con la incorporación de los representantes de las Empresas Pecuarias, a los que solo le damos una licencia para que justifiquen los días de ausencia laboral, incluso varios vaqueros son agricultores pequeños y para estar aquí dejan atrás todas sus obligaciones.

Una misión internacionalista puso fin a su carrera. ¿De vuelta intentó montar toro?

Añoraba regresar a esto, pero habían pasado 27 meses, tenía como 36 años, ya no era lo mismo. El rodeo es cosa de jóvenes, es una actividad riesgosa, a mi regreso de Angola, en marzo de 1986, crean en la Feria la plaza de jefe del Rodeo en la provincia y me designan para esas funciones.

¿Qué le costó más: montar toros o dirigir a los vaqueros?

Las dos cosas son difíciles, la monta es riesgosa, ahora lo veo de esa manera, antes me enorgullecía cada vez que alcanzaba una meta. Sobre el animal uno se siente un héroe y si logras hacer el tiempo, dominar los saltos, los giros, la satisfacción es total. Pero dirigir es bien complicado, se trata de ordenar personas con diferentes características y en determinados períodos del año. La Feria se desarrolla como parte de alguna festividad, no es como la pelota que tiene su temporada, por tanto, mantener la disciplina de los vaqueros en medio de una fiesta popular, donde hay bebidas y música, es un gran reto.

¿Mi fórmula? Mantener el prestigio entre los atletas y la ética para guiarlos. El que viene aquí debe sentir el rodeo como algo suyo, porque se trata de un espectáculo caro, que le cuesta al bolsillo del vaquero. Los caballos valen mucho, las botas, el sombrero, la ropa, la montura, los lazos, el público desconoce eso. Pero donde llegan los hombres de Sancti Spíritus o los representantes de la ganadería del territorio imponen respeto, porque mantienen una personalidad en la forma de vestir, en el estilo y la preparación de los caballos.

¿Y su experiencia en los eventos internacionales?

Es inolvidable, la primera vez fuimos invitados a Costa Rica donde existe mucha tradición de rodeo, siempre al frente de un pequeño grupo de jinetes de toros y, aunque fueron eventos de exhibición e intercambio, los cubanos hicieron un buen papel, entre los primeros lugares y adquirieron habilidades que trasmitieron a sus compañeros. En Guatemala estuvimos en dos ocasiones junto a atletas de Estados Unidos, de la zona norte de México y de Brasil que son muy buenos, tanto que en las finales de Las Vegas cada año asisten representantes brasileños.

¿Qué opina del relevo?

Sancti Spíritus desarrolla un trabajo grande en este sentido, el Proyecto Infantil Relevo Ganadero es un ejemplo de cómo desde edades tempranas se puede formar a los vaqueros del futuro, porque esta es una provincia ganadera por convicción.

Durante 10 años hemos sido punteros a nivel de país, con cuatro títulos de campeones y con varios hombres en el ranking nacional.

¿Piensa dejar el rodeo?

Eso nunca, a veces me molesto porque quiero que las cosas salgan bien, pero de ahí a retirarme, nunca. El rodeo me hace vivir, al igual que los caballos, la feria, las cuadras llenas de animales, ese ajetreo que se forma en medio de cada espectáculo. A veces cierro los ojos, pero no me imagino fuera de todo esto.

Xiomara Alsina

Texto de Xiomara Alsina
Reportera de Escambray por más de dos décadas. Especializada en temas socioeconómicos.

2 comentarios

  1. Mariano Castro Gonez

    Sali en el 69 … asisti a lis rideos desde el 54 … que tiempo aquellos

  2. ese espectaculo le gusta a la mayoria de las personas q visitamos la feria, pero no me puedo olvidar de los grandes vaqueros q fueron los CASTRO y jamas han hablado de ellos en las distintas entravistas q le han hecho a varios trabajadores de la feria. LO BUENO NO PASA, Y ELLOS LO HAN DADO TODO POR ESE DEPORTE.
    como ALBERTO, NICOLAS, ROBE, ETC.
    muchas felicidades para gustavito q es uno de ellos y q siempre ha estado trabajando inspirado a ese deporte.

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