Instructores de Arte en Sancti Spíritus: sembradores de la cultura

Conscientes de la importancia de su desempeño como formadores de las noveles generaciones, los instructores de arte festejan su día inmersos en el trabajo comunitario No importa si el terreno es angosto, si el fango llega hasta los tobillos, si los sorprende un aguacero en plena escalada para llegar a

Conscientes de la importancia de su desempeño como formadores de las noveles generaciones, los instructores de arte festejan su día inmersos en el trabajo comunitario

instructores de arte Sancti Spiritus

No importa si el terreno es angosto, si el fango llega hasta los tobillos, si los sorprende un aguacero en plena escalada para llegar a esos caseríos dispersos por los parajes montunos que no figuran en los mapas. No importa si deben lidiar con la intranquilidad de miles de chiquillos, la rebeldía de los adolescentes, las inconformidades de los padres cuando su hijo no encarna el personaje protagónico de la obra de teatro o si a veces no los consideran educadores…

Al final, el trabajo y los frutos se imponen como prueba irrefutable de las jornadas de desvelos, el sudor de las andanzas, los malestares de andar con el telón y la guitarra a cuestas, con los pinceles y los colores en la mochila.

Así, este 18 de febrero, jornada en que los instructores de arte celebran su día, Sancti Spíritus advierte el sonar de la guitarra, el movimiento sensual de la bailarina, la voz dulce entonando Pensamiento como tributo autóctono de la villa a Olga Alonso González, semilla para la masa joven cultivadora de las artes.

Más de tres décadas han transcurrido desde que Fidel anunciara, allá por la década del 70, la apertura de una casa formadora para los instructores de arte; sueño mellado en aquel entonces ante la escasez de recursos, que resurgió hacia el año 2000 con la creación de un centro de este tipo en cada provincia de Cuba donde los jóvenes que se debatían entre la pedagogía y las carreras artísticas encontraban el sitio ideal para conjugar ambas vocaciones.

De a poco los centros estudiantiles, las casas de cultura… rejuvenecieron con el quehacer de los egresados, quienes todavía construyen faros para niños, adolescentes y jóvenes aficionados, diamantes en bruto.

No han sido pocos los escollos a sortear en el peregrinaje: que si en determinado período las tropas diezmaron un poco, que si una vez graduados debieron dejar atrás la casa para partir hacia ese lugar donde se le necesitaba… Mas, cuando se trata de masificar la cultura, todo sacrificio es poco.

Obsesionados con no limitar su trabajo solo a las instituciones educacionales, este nuevo aniversario los sorprende en más de una comunidad espirituana, llevando la insignia del arte también a la familia, descubriendo talentos en ciernes, sembrando semillas de cultura con la esperanza de que florezcan para el porvenir.

Carlos Luis Sotolongo Puig

Texto de Carlos Luis Sotolongo Puig
Autor del blog Isla nuestra de cada día. Especializado en temas de patrimonio cultural.

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