Los niños me llenan de esperanza

Asegura Elizabeth Díaz Poza, maestra recién graduada que por primera vez se desempeña al frente a un aula, en la comunidad montañosa de Gavilanes. Desde las afueras del aula cualquier visitante percibe el desenfado con que la maestra de segundo grado en la escuela primaria Eladio Rodríguez Méndez desarrolla la

Asegura Elizabeth Díaz Poza, maestra recién graduada que por primera vez se desempeña al frente a un aula, en la comunidad montañosa de Gavilanes.

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“Con ellos me siento realizada”, manifiesta Elizabeth. (Foto: Vicente Brito)

Desde las afueras del aula cualquier visitante percibe el desenfado con que la maestra de segundo grado en la escuela primaria Eladio Rodríguez Méndez desarrolla la clase del día. Nada de voces altas, ni imposiciones para hacer que sus ocho alumnos le presten atención; por el contrario: amor, inteligencia, seguridad, respeto y cariño es la fórmula de la recién graduada, que con solo 19 años ya desanda el mundo del magisterio, tal y como lo soñó siempre.

Siendo apenas una niña se deleitaba mirando a Madelaine, otra de las educadoras del plantel situado en la comunidad de Gavilanes, quien desde su posición sigue regalando sabiduría, pero de la manera más linda que existe, como asegura su discípula: “De ella lo aprendí todo, o casi todo: la forma de tratar a los pequeños, la consagración, la manera de acercarse a los alumnos para lograr la comunicación y hasta los deseos de prepararse constantemente para llegar a ser una buena maestra”.

En esta escuela aprendió a leer y a escribir, escuchó las primeras poesías, conoció la vida de los mártires, sobre todo la del Che, que está muy ligado a la zona. Aquí cantó, jugó con sus amiguitos, pero siempre con la aspiración de imitar a su maestra preferida, hasta que por fin lo logró.

“Ahora trato de ser parte de la vida de mis niños, cuando tengo que enseñar lo hago, pero llegado el momento de reír o de dejar que ellos tengan su espacio, lo asumo por igual; no hay nada más importante para los alumnos que preguntarles cómo se sienten, si soñaron la noche anterior, si pasaron bien el fin de semana o si desean dialogar de alguna preocupación conmigo. Me he convertido en su aliada, me regalan flores, me escriben versitos en la libreta y esas cosas me indican que voy bien; aunque falta mucho camino por andar”, dice la recién graduada.

Suena el timbre del receso, los pequeños corretean en el patio de la escuela; unos meriendan, otros juegan a la Gallinita ciega y llaman a Elizabeth para que participe, pero cuando pase el tiempo de la distracción volverán a las clases, esta vez fuera del centro en un recorrido por las cercanías de la comunidad para recibir la asignatura de El mundo en que vivimos, donde conocerán sobre los ríos y la vegetación circundante. Con las explicaciones de su maestra pueden conocer mejor el nombre de las plantas, los animales y las flores que habitan en el monte.

De regreso al llano el equipo de Escambray se enorgullece por haberse encontrado con la joven educadora, que no solo cumple con sus sueños de enseñar en la escuela que la vio crecer, sino que estudia para obtener el título de Licenciada en Educación y luego será el de máster porque, como bien dice: “Me sobran ganas y años para vencer las metas que quiera porque los niños me llenan de esperanza”.

Xiomara Alsina

Texto de Xiomara Alsina
Reportera de Escambray por más de dos décadas. Especializada en temas socioeconómicos.

Comentario

  1. Elizabeth :Ha elegido la mas hermosa de las profesiones sin la cual la gran mayoria de las demas no existirian..Guarda esta foto del periodico,cuando tengas mi edad y la veas de nuevo, te hara llorar.

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