Pusimos el nombre de Cuba en la cima del mundo (+fotos)

Declaran, de regreso a casa, otros cuatro espirituanos que combatieron el ébola en África “¡Vivos, vivos!”, exclamó Luis Barrizonte al descender del automóvil y abrirse paso entre la multitud, que los aplaudía junto al Monumento a los Mártires en la cabecera provincial, en un recibimiento que ninguno de ellos se

medicos ebola sancti spiritusDeclaran, de regreso a casa, otros cuatro espirituanos que combatieron el ébola en África

“¡Vivos, vivos!”, exclamó Luis Barrizonte al descender del automóvil y abrirse paso entre la multitud, que los aplaudía junto al Monumento a los Mártires en la cabecera provincial, en un recibimiento que ninguno de ellos se esperaba.

Mientras sonreía y agitaba una pequeña bandera cubana de papel, saludó a unos y a otros compañeros de trabajo y musitó, en una especie de rendición de cuenta: “Representamos siempre lo nuestro”, en tanto Yoel Bernal  apretaba contra su pecho a la niña de ojos azules y Yordanys Hernández, el único fomentense de los cuatro licenciados en Enfermería que acaban de regresar luego de una inolvidable misión contra el ébola en Sierra Leona, abarcaba en un abrazo a su esposa Yaquelín y a Rosa Delia, la madre que justamente hoy está de cumpleaños y que lo recibió al pie del ómnibus con un: “¡Ay, qué regalo, qué regalo me dio la vida!”.

Fue Hugo César González López, enfermero en la base central del Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM), quien tras el agasajo público presidido por las autoridades políticas y gubernamentales del territorio y luego de colocar una ofrenda floral al pie del obelisco, tomó el micrófono y pronunció el más emocionado de los discursos que jamás haya hecho, sin una sola palabra escrita y con la voz quebrada por la conmoción del reencuentro.

Desde la altura de sus 9 años, el pequeño Hugo había anunciado una lluvia de besos y de abrazos para el padre en su declaración a la prensa, donde incluso daba detalles: “En los correos nos contaba que él cuidaba a los enfermos, enviaba besos, decía que quería mucho a mamá y que pronto volvería sano y salvo”.

Minutos antes de que pisaran suelo espirituano, Nidia Ferrera Mayea, madre de Yoel, contenía las ganas de llorar para hacer constar su regocijo ante el regreso del enfermero y jefe de sala de Cardiología del Hospital Provincial Camilo Cienfuegos, mientras Niurka, la esposa, aplacaba las ansias de la hija adolescente y lidiaba con las travesuras de Carolina, de apenas dos años.

A Teresa Barrizonte González, hermana de Luis, se le salía el honor por los poros. “Lo que él hizo fue algo digno y responsable, además de solidario: llevó a ese país los ideales fidelistas para salvar vidas humanas. Esa es la razón de ser de su trabajo como enfermero en el salón de operaciones del Hospital Pediátrico Provincial”, explicaba con aparente serenidad poco antes de la llegada de los cooperantes.

“El temor que yo albergaba era que él se fuera a enfermar y perdiera su vida, ese fue el sufrimiento que me acompañó en esos seis meses, pero ahora estoy viviendo profundas emociones, llega con su deber cumplido y me volverá a abrazar otra vez con su bata blanca”, declaraba la madre de Yordanys.

Por eso cuando el doctor Pável Nodarse Fleites, subdirector provincial de Salud, se dirigió a los misioneros cubanos y al público congregado allí, nadie pudo evitar las lágrimas o el nudo en la garganta en el momento en que habló de honrar la memoria de Jorge Juan Guerra Rodríguez y de Reinaldo Villafranca Antigua, ambos miembros de la brigada Henry Reeve y el primero de ellos hijo de esta tierra, quienes no regresaron del épico combate en el que sí lograron, para gloria de Cuba, contener la epidemia junto al resto de sus compañeros.

Nodarse Fleites recordó los orígenes del internacionalismo cubano en el campo de la medicina y elogió la labor de prevención que se sumó al enfrentamiento mismo a la enfermedad en los tres países africanos más afectados por el ébola.

Una vez más cumplimos el legado del Che

Palabras del Licenciado en Enfermería Hugo César González durante el recibimiento

medico espirituano

Nos sorprendieron, esto no estaba escrito ni nos lo habían avisado. Disculpen, estoy un poco emocionado, pero fuimos, viramos y cumplimos, fue una promesa que hicimos antes de salir de aquí.

Ayer, al platicar un poco con el Ministro de Salud Pública, le dije: Ministro, yo tuve la oportunidad y tengo la experiencia de haber participado en la guerra de Angola en dos ocasiones; lo hice ahora en esta lucha y es incomparable. Allá teníamos fusiles, cañones, trincheras, aquí teníamos amigos, hermanos, compañeros, un traje, unos guantes. El enemigo en Angola en el 90 por ciento de las situaciones sabíamos dónde estaba; aquí, nunca. Podía estar en la cama, podía estar al lado, podía estar en el aire y eso nos privó de la posibilidad de que cada vez que íbamos a trabajar dejáramos de pensar en las familias, en el pueblo, en los amigos, porque si nos equivocábamos fallábamos y moríamos.

Hoy nos tocó a nosotros, le pudo haber tocado a cualquiera, pero nos sentimos alegres, orgullosos y emocionados; alegres porque regresamos a la tierra vivos y sanos, orgullosos porque nuestra Revolución, nuestro sistema de Salud y el mundo depositaron en nosotros esa confianza y no los defraudamos; emocionados porque ¿qué cubano no se sentiría así cuando ve que un pueblo lo gratifica con esta bienvenida?

Gracias a la Revolución, gracias a ustedes, una vez más pusimos, en cuanto a salud se refiere, el nombre de Cuba en la cúspide, en la cima del mundo; una vez más pusimos la diferencia entre un país pequeño aún bloqueado, que exporta salud, vida, tranquilidad, con aquellas grandes potencias que exportan armamento, guerras, miseria, desempleo. Una vez más cumplimos el legado del Che, quien decía que ser internacionalista era saldar nuestra propia deuda con la humanidad.

Nos sentimos emocionados allá en aquel país cada vez que un niño o un adulto se iban de alta, ellos no hablaban español pero sus rostros lo decían todo: la gratitud. Yo pienso que…se me están acabando las palabras. Gracias, gracias, gracias. Bueno, me hice eco del sentir de esta pequeña brigadita que tenemos aquí, pero les aseguro que estos cuatro estamos dispuestos para lo que sea, donde sea y cuando sea.

¡Viva Cuba! ¡Viva Fidel! ¡Viva Raúl! y ¿por qué no? ¡Viva la Henry Reeve, coño!

Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

Comentario

  1. Hola espirituanos: Acá en Fomento fue tremenda la emoción por el recibimiento de Yordanys Hernández, joven enfermero que junto al equipo q partió a cumplir tan honrosa misión puso bien en alto el nombre de Cuba y el de su territorio. Mis felicitaciones para él y su familia.

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