Sin original y sin copias

Alrededor de un quinquenio el taller de grabado espirituano ha estado en desuso.  En proyecciones, su reapertura. Ha pasado tanto tiempo que casi nadie sabe precisar con exactitud cuándo fue que aquellas máquinas desembarcaron en Sancti Spíritus. Dicen algunos que hace alrededor de siete u ocho años, cuanto más, llegó

La falta de locales con confort y ciertas dosis de desidia han cerrado puertas al grabado espirituano.
La falta de locales con confort y ciertas dosis de desidia han cerrado puertas al grabado espirituano.

Alrededor de un quinquenio el taller de grabado espirituano ha estado en desuso.  En proyecciones, su reapertura.


Ha pasado tanto tiempo que casi nadie sabe precisar con exactitud cuándo fue que aquellas máquinas desembarcaron en Sancti Spíritus. Dicen algunos que hace alrededor de siete u ocho años, cuanto más, llegó la bendición del taller de grabado para las Artes Plásticas espirituanas. Ha pasado tanto tiempo desde que de aquellos equipos saliera el último de los grabados que a estas alturas ni tinta ni cartulinas quedan; solo ha trascendido la imagen blanquinegra de no pocos cerrojos.

Fue un rapto de amabilidad de Kcho —como se hace llamar el artista de la plástica Alexis Leyva Machado— el de donar la computadora, el tórculo y la prensa litográfica, además de un stock de materiales imprescindibles para catalizar las motivaciones de los creadores espirituanos por el arte del grabado y, a la postre, lograr que germinara y prendiera por estos lares. Valió el desprendimiento; mas, de poco ha servido.
Quizás fue porque se instaló en dos oficinas prestadas en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera sin un lavadero adecuado para lavar las piedras y con la necesidad de entintar los tacos en el piso, como si practicaran el grabado en Mesopotamia hace miles de años atrás cuando los orígenes. Entonces el local les quedó chiquito.
“Después que abrió el taller logramos hacer durante dos años consecutivos el evento Grabarte, una especie de salón de grabado donde participaron artistas de la provincia y tuvo muchísima aceptación, sobre todo por los instructores de arte que vieron en este tipo de trabajo una especie de alternativa o de vía de manifestar su expresión artística. Eso funcionó durante dos años, pero al cabo de ese tiempo nos dimos cuenta de que el espacio donde se colocó el taller de grabado no era el más idóneo”, revela Ángel Luis Méndez Montagne, presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y uno de los gestores de este proyecto.
Únicamente una treintena de obras salieron durante ese lapso del taller, pero luego los artistas acudían de a poco hasta que comenzaron a crecer estrecheces y a agotarse las ganas y a enclaustrar con varios pases de llave no solo a las máquinas de grabar.
Y comenzó a reproducirse en reuniones del Consejo de las Artes Escénicas, en intercambios con el gobierno local, en charlas entre pintores, en asambleas provinciales de la AHS… la imagen exacta de lo que necesitaba el taller: locales amplios para colocar el equipamiento, lavaderos para las piedras, tendederas para colgar las piezas y hasta un espacio aledaño que sirva de galería para exponer las obras. Ha sido un reclamo oído… y postergado.
Mientras, ni el mismísimo Kcho quizás imagine que los 10 000 CUC —costo de todo aquel equipamiento— no han rendido otro fruto que el letargo de unas máquinas que amenaza ya con pasarle factura. Ni una litografía maltrecha ni una reparación para preservar los equipos; no hay más que una parte reducida a piezas, por si acaso, la modernidad convertida en reliquia y la obsolescencia rondando por todos lados.
En Sancti Spíritus, hace alrededor de un quinquenio, no ha aparecido un espacio apropiado. Hasta los días de hoy que se adecuan locales de la sede del Centro Provincial de Patrimonio para salvar a los equipos de grabado del rancio de los años.
“Será en unas naves que están en el patio de Patrimonio —señala Méndez Montagne—, yo pienso que sería un buen lugar porque atrás se harían grabados y delante hay dos galerías donde se pueden exponer las obras, pero lo que pasa es que aún no se va a resolver el problema de los lavaderos, eso es algo que va al presupuesto del Estado, que Cultura tiene que pedir y que va a proyectarse para los próximos años, ahora mismo no tiene las condiciones.
“En agosto ya se debe mudar el tórculo para empezar a funcionar en próximos meses y luego mudaríamos también la máquina litográfica, imagino que con un poquito más de condiciones”.
Ha sido apenas un barniz, si se viene a ver. Mas, las pretensiones superan las posibilidades: que si el taller debe ser autosustentable, que si será una fragua para la creación, que si con las ganancias que genere se comprarán cartulinas, lápiz litográficos… para que los artistas no tengan que llevar los propios como deberá suceder ahora.
Quisiera creer, pero ante tales proyecciones, ciertamente, me declaro escéptica; no porque desconfíe del conjuro movilizador de este arte ni tan siquiera de lo que las voluntades puedan lograr, sino porque estoy segura que pasarán años —quizás menos de los transcurridos a puertas cerradas— para que el grabado espirituano deje de ser una estampa desteñida.
“Será una posibilidad para que los artistas incursionen en una técnica nueva para muchos —apuesta Méndez Montagne—. Las tradiciones no nacen así esporádicamente si no a partir de lo que poco a poco el ser humano vaya haciendo con una actitud o con un modo de hacer y creo que en un futuro pudiera hablarse, si esto funcionara, del grabado espirituano y traería grandes resultados para las Artes Plásticas aquí”.
Quizás, por fin, cuando reabra las puertas y convoque a los artistas el taller deje de ser la copia de muchas dilaciones y de tanta desidia. De lo contrario, a la vuelta de unos años el taller de grabado pudiera seguir siendo el calco de la utopía o peor aún: un manojo de piezas desechas, cadáver inquisidor de lo que pudo ser.

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

Comentario

  1. Dayamis creo que faltan algunas apreciaciones en tu artículo acerca del desecho Taller de Grabado, y es la falta de gestión por parte del actual (y al parecer «eterno» presidente del Consejo de las Artes Plásticas en Sancti Spíritus) en ningún momento tuvo motivos el mismo en darle un fin más loable al Taller de Grabado. Quizás lo fundamental es que nunca, y recalco NUNCA pretendió darle un fin comercializador que es lo que sustentaría la implementación de un local para las actividades de la estampa gráfica, es por ello que el taller fue «muriendo» de a poco, además de la sacrosanta desaparición de muchos de los materiales que donó Kcho al mismo (dígase cartulinas y tintas por ejemplo)… De la computadora no quedan ni sus piezas y nadie sabe a dónde fue a parar, así como la biblioteca digital de artistas que se encontraba en la misma… Quizás deberías como periodista indagar más a fondo en los motivos no sólo del Taller si no en los del por qué NINGÚN ARTISTA DE LA PLÁSTICA ESPIRITUANA VE A LA GALERÍA DE ARTE YA COMO SU CASA, LUGAR DE INTERCAMBIOS DE IDEAS Y EXPERIENCIAS O SIMPLE JOLGORIO DE CREADORES. Creo que las primeras líneas de mi comentario te lo explicarían todo…Indaga y encontrarás…

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