No soy una mujer de éxito(+ Fotos)

Asegura prudente Zoila Betancourt, quien dirigió con tino en la política a base de una combinación infalible: los afectos y la rectitud Siempre deja a un lado lo oscuro. De las tempestades escoge recordar el arcoíris. A estas alturas de la vida prefiere no lamentarse. Quizás por eso su existencia

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Siempre he sido responsable, no extremista, asegura Zoila. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

Asegura prudente Zoila Betancourt, quien dirigió con tino en la política a base de una combinación infalible: los afectos y la rectitud

Siempre deja a un lado lo oscuro. De las tempestades escoge recordar el arcoíris. A estas alturas de la vida prefiere no lamentarse. Quizás por eso su existencia recuerda la de una montaña con algún cráter olvidado en sus laderas. Paradójica argamasa de realismo y espiritualidad. “No soy una mujer de éxito”, define con la sensatez y rectitud de sus mejores años.

Cuando Zoila Betancourt entró por la puerta de Escambray, con la sinceridad en una mano y la austeridad en la otra, muchos la creyeron dama de hierro. No tardó en desmoronarse el mito. Dirigió este periódico, que arriba a su aniversario 37 este lunes 4 de enero, sin pizca de ambición y supo salir a flote cuando se acabó lo que se daba con la crisis económica.
Zoila Betancourt tampoco se considera perfecta, mucho menos inmaculada. Casi siempre lleva cartera deshecha y espejuelos desahuciados. Nació en cuna escasa. Las imágenes nítidas de su infancia colman esta entrevista concedida bajo protesta por tanto pudor demostrado: “En mi casa había solo una bombilla eléctrica, que se cambiaba de la sala para la cocina. El piso era de tablas, muy malo, nosotros cuando chicos nos metíamos abajo buscando algún quilo con qué comprarle cigarros a mi mamá. Mi papá era estibador y ella lavaba para afuera. Zapatos tuvimos muy pocos”.
¿Cómo entró y se formó en la teoría política alguien que algunos consideran paradigma en el comunismo de a pie?
“Con 18 años empecé a trabajar por necesidad como oficinista en el Partido de Yaguajay. Allí hacía de todo. Estaba Mongo Álvarez de secretario, un día me propuso formarme como profesora de la Escuela del Partido y le dije: Para luego es tarde. Me fui a La Habana a estudiar por un año. No sabía nada, ni quiénes eran los clásicos del Marxismo. Cuando terminé empecé a trabajar en la Escuela Interprovincial del Partido en Remedios, como profesora de Historia.
“En 1977 vine para Tres Atejes, donde ya se había constituido la Escuela del Partido en Sancti Spíritus. Desde mis tiempos en Remedios la única mujer albergada era yo. Enseguida me seleccionaron para hacer la Licenciatura en Ciencias Sociales, en la Academia del Partido Comunista Búlgaro”.
¿Su familia no le criticaba esa vinculación tan temprana con los asuntos de dirección?, ¿con qué ánimos una guajira de Yaguajay tomó la idea de irse al otro lado del mundo en la década del 70?
“Mi papá fue combatiente en el Escambray. Mi mamá era analfabeta hasta el 61. Mis hermanas trabajaban como domésticas. Desde que terminé Secundaria dije: Voy a estudiar, a ser algo, no voy a continuar esta tradición. Mi familia me apoyó, me vieron como la líder, la única que estudió y se sacrificó. Yo era el orgullo de ellos.
“Que me seleccionaran para ir a Bulgaria fue gran alegría, pero también preocupante porque montar en un avión, cruzar el océano, no resultaba fácil entonces. Como joven separarme de la familia era difícil, pero todos los años venía y aquello era un acontecimiento. Lo más duro allá fue el idioma y las caídas en la nieve. A los seis meses de terminar, me enviaron a la Unión Soviética a un diplomado”.
Después de 15 años albergada le asignaron casa, carro y ya traía cargo, ¿qué mañas utilizó una mujer de éxito, con las tres C como dicen ahora, para que no se le subieran los humos?
“Nunca pensaba en eso, lo más necesario para mí era la casa. En el 88 también me casé, mi esposo fue a pasar la escuela y allí nos enamoramos. Como yo era la directora le dije que no había enamoramiento, que íbamos a probar, pero yo no tenía mucho tiempo, ya estaba cerca de los 35 años. Al mes de conocernos nos casamos y tuvimos 26 años de matrimonio. Hasta ahí no había aparecido nadie con interés de casarse conmigo”.
¿Y no sería por ser una mujer exigente y sobria: algunos la definen como soldado alemán y su difunto esposo decía que en período especial lo vigilaba para ver si gastaba mucho jabón?
“No, no soy tan estricta para todo, pero conmigo sí. Desde joven fue así y a esta altura de la vida no he podido cambiar. Siempre he sido responsable, no extremista. A veces quiero que la gente sea como yo y eso es imposible. Muy económica sí soy, mi hija dice que yo quiero cocinar con una cabeza de ajo un mes entero y eso que ya me he relajado un poco, tengo nietos y ellos me despeluzan”.

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Dirigir Escambray ha sido una de las experiencias más lindas que he vivido en mi vida, señala Zoila. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

II
Hace algunos años, cuando entró por la puerta del periódico Escambray con la sinceridad en una mano y la austeridad en la otra, muchos la creyeron dama de hierro. No tardó en desmoronarse el mito. Llegó al periodismo por encargo, pero supo salvar el juego elegantemente porque al costado siempre lleva una combinación infalible: los afectos y la prudencia.
No llevaba el cuño de mujer de letras, ni improvisaba discursos con ala y color. Bien concreta, enseguida se encargó de deshacer dudas sobre su competencia. Miembro no profesional del Buró Provincial del Partido durante casi una década, dirigió este periódico sin pizca de ambición y supo salir a flote cuando se acabó lo que se daba con la crisis económica. Dicen que su cartera siempre anda cargada de increíbles.
Luego de tantos años dirigiendo en una escuela política, ¿cómo asumió la dirección de un periódico, de intelectuales tradicionalmente más polémicos y contestatarios?
Eso fue inesperado. Un buen día me dicen que el Partido consideraba que, aunque no era periodista, tenía posibilidades de ir a dirigir el periódico, donde hacía tiempo no había director. Eso causó en mí un impacto muy grande, nunca había salido del sistema de escuelas y pensar nada más que no era periodista de profesión fue suficiente para tenerme desvelada unos cuantos días.
Finalmente dije: Bueno, Zoila, tienes que guapear y aquí lo más importante es apoyarte siempre en el colectivo, oír lo bueno, desechar lo malo y penetrar a cada uno para ver qué da cada cual. Cuando diriges no puedes conversar con todos de la misma manera. Así lo hice y es una de las experiencias más lindas que he vivido en mi vida, hasta hoy tengo fe de eso porque ha sido un colectivo que nunca se ha despegado de mí, me quieren, me atienden, me acompañan en las buenas y en las malas. Llegó el momento en que no los consideraba subordinados, sino mi familia.
¿Cuál constituye la fórmula para dirigir con rectitud —incluso a veces a pantalones—, lograr buenos resultados y que al pasar el tiempo la mayoría la recuerde con cariño?
Eso está en la formación, las convicciones y la conducta de uno. Lo otro es que tengo mucha transparencia, me gusta llevarme bien con los demás, es muy desagradable buscar fricciones. Cuando me percato de que una gente es buena, es sensible, establezco una actuación recíproca. Yo quedo en ellos como mismo ellos quedan para mí. A veces tengo exabruptos, digo cosas que después me pesan, pero en definitiva quiero a los que son buenos conmigo.
¿Por qué si mandaba un periódico donde existían varios carros, en los años 90 era la primera en salir a pie para alguna de sus tantas reuniones?
“Eso está ligado a tu personalidad, a cómo eres, cómo piensas. No siempre, pero algunos tienen una tarea de dirección y por lo primero que se preocupan es por el carro. Yo nunca había tenido carro, después tuve uno particular y andaba a pie también. No le tuve apego a nada de eso y si eran tiempos difíciles y no había para todos para mí tampoco había. Esa era mi máxima.
¿Qué valoración manifestó el Partido sobre su desempeño?, ¿padeció censuras y encontronazos con los superiores?
Siempre hay criterios de todas las partes y de los trabajos que se publican, a favor y en contra. El Partido, como organismo rector, tiene que estar al tanto de lo que se publica. No dirige el periódico, pero lo controla desde cerca, no queda de otra. Encontronazos en el mejor sentido siempre los hubo, trabajos que no fueron bien vistos, periodistas que se equivocaron y no supe valorar las implicaciones.
Con los anteojos de su experiencia, ¿qué recomienda a quienes dirigen hoy, cuando soplan vientos difíciles?
No soy una avezada en temas de dirección, más que consejos diría que lo primero que debe primar en todo aquel que cumpla tareas de dirección es la honestidad, la defensa de esta causa que no la podemos dejar caer nunca, la incorruptibilidad, la entrega por lo que hace, la disciplina y la constancia.

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Zoila: No voy a entregar el carné del Partido nunca. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

¿Cuál considera su momento más incómodo y de mayor realización en la vida?
El más incómodo fue el momento de la jubilación, estaba loca por jubilarme, pero el sentimiento de dejar mis compañeros, de perder las relaciones sociales, eso te traumatiza. Cuando salí del periódico regresé a la escuela como secretaria docente hasta mi jubilación. Ese colectivo también es mi familia, nunca se han separado de mí, todavía a veces me llaman para escuchar mi criterio, para recibir un consejo. Mi mayor satisfacción es haber hecho todo lo que hecho. Ahora estoy trabajando, me siento útil en el Puesto de Dirección de Ciencias Médicas. No voy a entregar el carné del Partido nunca.
¿Cómo superó el lamentable obstáculo que la vida le puso de no poder tener hijos propios?
Me casé vieja, anhelé tener un hijo propio, en dos intentos no lo logré, pero eso lo suplió la crianza de una hija de mi esposo, bajo el criterio de que madre no es solo la que engendra, sino también la que cría, la que forma. Uno siempre lo lamenta mucho, pero fui afortunada en esa otra parte. He tenido la conformidad de tenerla a ella y ahora a mis dos nietos que son mi vida.
A propósito de la censura, ¿quisiera revisar esta entrevista?
Sí, claro, yo sé que no permites eso, pero como me quieres vas a hacer la excepción conmigo.

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

2 comentarios

  1. Ramón J, Miranda Echevarría

    Un abrazo, fuimos compañeros de trabajo, que alegria verla, un abrazo.

  2. niurka elaine medina betancourt

    nani como todos le decimos en la familia es una mujer maravillo .qno le teme a los retos q le impone la vida tanto en lo personal como en lo profesional .aunque la vida no le dio la posibilidad d tener hijos es la madre q muchos quisieran tener .mis felicitaciones para escambray desde la republica d angola

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