Por un beso de mi padre

En algún momento de la historia, alguien decidió endilgarles la peor de las cruces, el estigma con que, parece, deberán cargar toda la vida. “Padre es cualquiera”, se escribió o vociferó, nunca se sabrá, sin dilucidar la magnitud del daño que desencadenaba. “Padre es cualquiera”, martillan a cada rato en

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Cuba celebra este 19 de junio el Día de los Padres. (Foto: Yaciel Peña/ ACN)

En algún momento de la historia, alguien decidió endilgarles la peor de las cruces, el estigma con que, parece, deberán cargar toda la vida. “Padre es cualquiera”, se escribió o vociferó, nunca se sabrá, sin dilucidar la magnitud del daño que desencadenaba.

“Padre es cualquiera”, martillan a cada rato en plena calle muy en serio o en broma, como si todos pudieran medirse con el mismo rasero. Cuando llega junio, confieso, a veces siento tristeza porque, seamos francos, el día de los padres siempre pasa bajo la sombra, con muchísima menos fanfarria que el de las madres.

“Nadie sabe cuánto daría por un beso de mi padre”, me confesó hace poco un muchacho en una conversación a propósito del día de mañana. Él, que prefirió llamarse Alejandro para contarme su historia, no tuvo la madre que retratan los cuentos infantiles. Para Alejandro, el héroe de su vida fue su papá.

Porque existen padres que también han sido madres, que se erigen como el horcón de la casa, y no precisamente para cuestiones de aseguramiento logístico (he aquí otro estigma), sino como el amigo, el hombro para soportar los sinsabores de la vida, el libro donde buscamos las respuestas a todos los enigmas.

Tal vez este domingo ni Correos de Cuba ni quienes venden flores recauden tanto como el segundo domingo de mayo porque el convencionalismo social indique que a los hombres no se les regalan tarjetas ni rosas. Tal vez sea hora de romper los espejismos que alguna vez comenzaron a imperar.

Bienaventurados quienes se levanten mañana y puedan darle un beso a su padre. Sí, porque a los padres también se besa. Y mucho. Bienaventurados los que suscriben que una de las mayores riquezas del mundo es ser hijo de un buen padre, como expresara el pedagogo español Juan Luis Vives. Bienaventurados los que todavía cuentan con su complicidad. Bienaventurados los que no han tenido que explicarle a un niño que su papá está en una estrella para aliviarle el vacío del último adiós.

Carlos Luis Sotolongo Puig

Texto de Carlos Luis Sotolongo Puig
Autor del blog Isla nuestra de cada día. Especializado en temas de patrimonio cultural.

3 comentarios

  1. Marta Gudelia Cartaya Machado

    Mi padre para mí el mejor del mundo, leyendo tu artículo en mi opinión cada hombre y família escribe en su actuar el significado de padre y el modo de festejar el dia, en mi caso no hay diferencias. Los amo a los dos y les doy lo mejor de mi.

  2. Tiene mucha razón, yo perdi a mi padre hace 7 meses, el mejor del mundo, si volviera a nacer me gustaria que fuera mi padre otra vez y no saben cuánto daría por un beso de mi padre.

  3. Tienes mucha razon en tu escrito, mi esposo perdio a su padre siendo un niño y hoy que ya es un hombre todavia le hace mucha falta, y no llora por aquello que dicen que los hombres no lloran, pero yo se que lo llora desde el alma porque necesita a su papa para que lo aconseje y le enseñe todo lo que le falta por aprender de la vida.

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