Topar precios, exigir calidad

Al fin le llegó su hora al eslabón por donde la Agricultura se enlaza con el consumidor, pues el binomio comercialización-precio debe importar tanto como la misma sustitución de importaciones Dos palabras desataron a fines de diciembre los nudos del diálogo nacional; dos palabras enfocaron como pocas veces un país

Al fin le llegó su hora al eslabón por donde la Agricultura se enlaza con el consumidor, pues el binomio comercialización-precio debe importar tanto como la misma sustitución de importaciones

Revivir la calidad en el escenario agrícola y comercial es tan apremiante como topar precios.
Revivir la calidad en el escenario agrícola y comercial es tan apremiante como topar precios.

Dos palabras desataron a fines de diciembre los nudos del diálogo nacional; dos palabras enfocaron como pocas veces un país hacia un mismo objetivo. Topar precio devino rueda motriz llamada a transformar las relaciones entre el campo y la tarima; un justísimo reclamo salido del corazón que traspasó fronteras y, desde entonces, late en cada rincón de la campiña, en salones gubernamentales y en la sobremesa del almuerzo familiar.
Toda persona en plena facultad mental debe poseer, cuando menos, un punto de vista sobre el precio de la comida. Como consumidores todos deberíamos tener la posibilidad de opinar al respecto, mas el fenómeno exige urgencia y las meridianas palabras de Raúl, que colocaron el asunto en la prioridad nacional, despejan cualquier duda sobre la trascendencia dada esta vez —el reclamo tiene años cumplidos— al encarecimiento de los renglones agrícolas.
Pudiera pensarse que implementar la petición del diputado espirituano es pan comido, cuestión de emitir un decreto y batalla ganada. No es así, porque faltan producción y recursos; son caros los insumos, los jornales valen 100 pesos y más, el clima y las plagas ponen patas arriba las sitierías; la comercialización, como llega al pueblo, semeja un desorden germinado al amparo de la oferta y la demanda que tiene raíces, distorsiones, vicios, abuso y hasta guapería.
Al fin le llegó su hora al eslabón por donde la Agricultura se enlaza con el consumidor, pues el binomio comercialización-precio debe importar tanto como la mismísima sustitución de importaciones; claro que al país casi le va la vida en la rebaja de la costosa compra de comida en el exterior, pero a la familia trabajadora, con sueldo que frente a la oferta y demanda pierde la pelea por no presentación, le viene para arriba un infarto si tiene que seguir pagando 10 pesos por un aguacate, 14 por una libra de frijoles o 9 por una lasca de calabaza picada con serrucho.
Como prensa que después tendrá que informar, dar seguimiento y evaluar un asunto del que el pueblo espera noticias, desconocemos, hasta ahora, por dónde se mueven los hilos de la rectificación, pero llamamos la atención hacia una arista que, si no forma parte del razonamiento y la solución del problema, sería como dejar abierto un portillo por donde el vendedor tratará después de defender solapadamente su ganancia.
Sí, hay que topar precio, pero también convertir la calidad en el corazón de ese comercio. ¿Por qué en los mercados agropecuarios estatales, las placitas y cuantas tarimas existen por ahí el producto vale igual, en tablilla, el día que llega y una semana después, incluso, casi echado a perder, siguen ofertándolo a precio de primera calidad?
¿Por qué en Sancti Spíritus el universal mecanismo de oferta y demanda funciona al revés del mundo, desconociendo la calidad, ligando la malanga grande y la chiquita, la buena y la mala y todas al mismo valor?
Si en estos años de exorbitante encarecimiento de los renglones del campo se hubiese prestado más atención a esta vertiente, los consumidores hubiésemos encontrado un alivio porque lo lógico es una oferta diferenciada en calidad y precio, donde el cliente, de acuerdo con su solvencia, escoge la opción, contrario a como ha sucedido hasta ahora: o compras y desangras el bolsillo, o te vas con la jaba vacía para la casa.
¡Qué irritante resulta tener que pagar 2 pesos y más por una libra de plátano fruta a horas de podrirse! ¡Qué mal sabor deja comer pepino cuando alguien que ni lo siembra ni lo cosecha decide a kilómetros del surco que la libra vale 4 o 5 pesos? ¡Qué desconcertante fue para el campesino Raúl Concepción ver con sus propios ojos que los aguacates por los que no le quisieron pagar más de 2 pesos los vendieron después en la feria espirituana a 8!
Claro que algo hay que hacer, como indicó el Presidente cubano y si como parte de la solución no se contempla esa arista y la calidad queda relegada como hasta ahora, cabe pensar que al consumidor lo van a seguir exprimiendo en la tarima, máxime cuando se sabe cuán vulnerables son los equipos de medición.
Avivar la producción, lograr que los productores siembren más y no solo lo que sustituye importaciones, diseñar cosechas con respaldo de recursos, articular una comercialización que parta del contrato y evite dejar comida en el campo, y crear un mecanismo para que el vendedor particular no se surta en el mismo lugar donde compra el pueblo resultan pasos nada sencillos y, a la vez, determinantes en este empeño de topar el precio de los renglones agrícolas.
Sin embargo, para que la calidad deje de ser un cero a la izquierda y cuente en el mecanismo comercial no hay que derretirse la cabeza ni dar reuniones, sino desempolvar y aplicar todas las regulaciones que la norman, exigir, controlar y, algo imprescindible, que el consumidor acabe de comprender y defender su derecho a reclamar y pagar según el estado del producto.
¿Acaso es oferta y demanda la uniformidad de precios? ¿Cómo es posible que en la feria dominical toda la mercancía de cualquier calidad valga lo mismo? ¿Tiene lógica que la cadena de vendedores gane más que el hombre que está en la tierra? ¿Por qué la cooperativa Ramón Balboa, de Guayos, puede vender en una placita propia productos con bajos precios y otras no?
Revivir la calidad en el escenario agrícola y comercial es tan apremiante como topar precios, y no hablamos solo de la mercancía puesta ya en la tarima o carretilla; se impone además considerarla desde el surco, defenderla con el respaldo de los insumos, protegerla en el trasiego por tantos mecanismos y manos. Ojalá el precio topado corte de raíz esa fórmula diabólica por la que, por ejemplo, una libra de malangas del tamaño de un huevo puede costar 5, 6, 8, 10… pesos.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

6 comentarios

  1. Todo el mundo sabe que desde el campo hasta el mercado se especula con las necesidades de los trabajadores estatales, los jubilados, los impedidos fisicos y todos los nucleos familiares con bajos ingresos. La especulacion es una lacra que se combatio agresivamente al triunfo de la revolucion cuando los empresarios y comerciantes existentes acapararon productos de todo tipo, desde alimentarios hasta de vestuario, para provocar escases, malestar y revocacion de los primeros cambios sociales que trajo consigo el cambio de sistema. Hoy se desperto de nuevo la especulacion comercial con una intensidad y diseminacion nunca antes vista, ni en aquella etapa inicial, al descaro, con un chantaje manifiesto porque se creen poderosos, invencibles y absolutamente imprescindibles.
    El Estado tiene todos los instrumentos juridicos, y la moral necesaria, para aplicar la ley selectivamente al grupo de campesinos que chantajean al Estado con producciones limitadas a su autoconsumo, porque saben que pueden resisitir un tiempo sin ganacias debido a que ya tienen una cuenta millonaria en el banco. Tambien puede aplicarle la ley selectivamente a los comerciantes quienes especulan amparados en una licencia comercial, que se puede multar o retirar. El Estado tiene el poder para revertir esta situacion de franca conspiracion contra el bienestar de los trabajadores asalariados, jubilados y pensionados porque desde el triunfo de la Revolucion implemento una serie de gratuidades para diversos servicios que en todos los paises hay que pagar. Asi que el especulador, ya sea campesino, empresario, o negociante que se ha enriquecido a cualquier costo, la mayoria de las veces generando multiples ilegalidades para prosperar, se beneficia del maestro, del medico, del periodista, del obrero fabril, del trabajador hiraulico y del electrico, de todos, y adicionalmente nos explota, nos pisa en el suelo, y nos quiere dar envidia con su alto poder adquisitivo. Como se explica que un cirujano se desgaste una noche para operar un hijo o la mama de un nuevo rico de esta epoca y luego este individuo chantajee al Estado, y aplaste a los que le prestan servicios de alta calidad de forma gratuita. Sus hijos van gratis a la escuela hasta la Universidad y los profesores no pueden pagar los precios que nos imponen. En cambio compran en la tiendas de divisa todo lo que nosotros no podemos comprar. Que no hablen de los impuestos porque yo tambien los pago, pero la diferencia en con su estado de vida es incomparable. El Estado debe de irle arrriba a pecho descubierto y acabar con el abuso.
    El Estado debera en algun momento cambiar la politica de gratuidades para beneficiar solo a los que con bajos salarios mantenemos la vitalidad de la sociedad, obreros y profesionales verdaderamente sacrificados, tambien a los jubilados que dejaron su vida para que ellos tengan lo que hoy disfrutan. Excluyendo a aquellos que se mantengan en primera linea de colaboracion con la sociedad, dandolo todo para ayudar a sus hermanos, aunque tengan buenas utildades, a aquellos desalmados inconscientes en cambio deberian cobrarselo todo con un valor equivalente a los beneficios que adquirieron a la sombra de nuestra justicia social.

  2. hola tope de precios, hola desabastecimiento

  3. Me alegra mucho que alguien toque con tanto tino el tema de la incidencia de la calidad de los renglones agroalimentarios que se venden al pueblo en los precios que les ponen. Me aprece arbitraria la forma en que se fijan esos precios y creo que lo que expone este periodista debería ser tomado en cuenta por los directivos de la Agricultura en la provincia y en el país.
    Este razonamiento de la gente de a pie, resumido en el trabajo de Camellón, es tan importante como el del diputado espirituano cuya entrevista recoge la propia publicación.
    Que se ponga un límite a los precios, pero que se fijen también precios de acuerdo con la calidad de las ofertas, hay viandas y frutas en las placitas, incluidas las estatales, que dan vergüenza y cuestan no poco, a veces uno las mira, da la vuelta y se queda sin el alimento que necesita solo por esa razón. ¿Y eso no lo ven los dirigentes?

  4. Muy buen análisis periodista. Considero que la prensa debe dar seguimiento al progreso o no de este tema, con una óptica crítica. Informar al pueblo sobre este delicado tema es deber de los medios y el gobierno tiene que propiciar toda la información al respecto. Hay que entrevistar a los responsables de implementar los mecanismos que se decidan (tanto por la prensa escrita, como la radial y televisiva). Hay que aplicar encuestas y entrevistas a la población para ver los criterios que maneja el pueblo que al final es el que más conoce porque es el que compra los productos al precio que están o que ponen los «pillos» en su carretilla. Sería bueno indagar sobre la legalidad de revender productos, no solo agrícolas sino de otra naturaleza (jabón, espejuelos graduados, juntas de ollas, resistencias eléctricas, cables de resistencias, bicarbonato, maicena, etcétera, etcétera). Será que en la lista de trabajos por cuenta propia está legalizado la figura del REVENDEDOR, tiene carácter jurídico. Hasta donde yo se NO, sin embargo es una figura que existe en el comercio y los jefes de gobierno y otras instituciones visitan las ferias y los camapé y carretillas y los saludan amablemente. Por eso es mi duda y la de muchos otros. Palante periodista. Gracias por su artículo .

  5. leyendo el artículo creo que toca cuestiones de fondo para el consumidor espirtuano por ejemplo en la feria de Cabaiguán el dmingo pasado podias ver al final de la misma donde venden las cooperativas boniatos y Yuca a un precio un pooquito mas bajo, pero se observa que hay CCS que venden al mismo precio(altos) que la mayoría.
    Sobre el Tope de los precios de algunos productos lo considero necesario si:
    1.- Se controlan de verdad que los que vendan cumplan esa ley.
    2.- El producto que se tope de verdad lo meresca.

    En Cabaiguán a los ojos de todos ponen una pizara con precios topados a la vista de todo el mundo pero cuando usted va a comprar le dicen bajito es a tanto si quieres lo compras o no los comes.
    O sea se burlan de las mismas autoridades que topan los precios en sus propias caras

  6. Buenos días, los precios un gran problema, acopio vende los platanos burros de 3ra. calidad , el precio es de priemera, Ejemplo Placita Olivos III y Placita serca del Pre Universitario, porque el precio no es de 3ra o 4ta. hay otros productor de mala calidad y el precio es de primera, estos precios se encuentran en la pizarra, saludois.

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