Escuela para la vida (+ fotos)

El esmero académico para formar jóvenes integrales prestigia la obra de cuatro décadas de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos

Escuela Militar, Camilo Cienfuegos, Sancti Spíritus
Los graduados de este centro posen una formación integral.

Semeja una escuela acabada de estrenar, una extensión del Jardín Botánico en el otro extremo de la ciudad; caminas a media mañana por sus pasillos y parece que no han reiniciado las clases; aulas adentro todo es silencio, concentración, solo se escucha la voz que nace al pie de la pizarra. Los dormitorios visten también la uniformidad del orden interior.

Fue de los primeros centros construidos al compás de la naciente provincia espirituana y, desde aquel 23 de septiembre de 1978, ha sido una verdadera fragua formadora de jóvenes integrales, distinguida no solo por esa fusión de vestuario, disciplina y enseñanza; también por una interrelación colectivo-alumno-familia que desconoce individualidades y privilegia la honestidad, la responsabilidad y el conocimiento.

Surgida gracias a la idea del General de Ejército Raúl Castro Ruz, la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, no enclaustra su funcionamiento en la mera preparación de bachilleres en Ciencias y Letras que deseen formarse como oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), extiende ese vínculo a la familia y “los padres tienen las puertas abiertas para que interactúen con los profesores, participen en la reunión de análisis del proceso docente, apoyen para que sus hijos sean jóvenes independientes, instruidos con valores políticos, morales y disciplinarios”, subraya el teniente coronel Elieser Conrado Duardo, director de la institución.

REFERENCIA EDUCATIVA

Escuela militar, Camilo Cienfuegos, Sancti Spíritus
La preparación determina en la calidad del aprendizaje.

Con una obra docente de cuatro décadas y 3 800 alumnos graduados de la enseñanza preuniversitaria, la institución de los Camilitos —como se le conoce en el argot popular— marca una pauta en el proceso educativo del territorio y allí se materializa un genuino aprendizaje integral, determinado en buena medida por la calidad del claustro encargado de impartir docencia.

Además de la enseñanza en la escuela, hay rasgos que avalan la exquisitez del funcionamiento y denotan un sentido de pertenencia a toda prueba. Asombra saber que la reluciente pintura exterior data de hace 10 años, que los mobiliarios de los laboratorios de Biología y Física son los mismos de cuando se abrió el plantel, que cada espacio o recurso está bajo la lupa de la cultura del detalle.

“El resultado del centro obedece al trabajo colectivo y lo más importante es el estudiante, su rendimiento, si alguno se queda atrás eso se convierte en un desvelo para muchos, fíjate que cuando llegan los exámenes hasta el cocinero o el chofer de la guagua te preguntan: ‘¿Está dura la prueba?’, ‘¿Están saliendo bien?’; sufrimos esos momentos como si estuviéramos también en el aula, incluso optamos por pedirles a los padres que vengan ese día y les decimos: todos reímos o todos lloramos”, relata el director.

Es como si allí funcionaran asignaturas no recogidas en los manuales, como las que aprendió ­­­­­­­­­­­­­­­­Pablo Morell Rodríguez, uno de los fundadores en activo que se matrimonió con la escuela y no quiere ni pensar en el día de la jubilación.

“Nunca he trabajo fuera de los Camilitos, comencé con 19 años, fui jefe de cátedra, secretario docente y actualmente subdirector docente, mi experiencia te la resumo en una palabra: inolvidable; no me gusta comparar este sistema con los otros por la organización, la disciplina, los estudiantes nuestros tienen exigencias no solo de aprobar, sino de hacerlo con calidad.

“A mí la escuela me ha colmado de enseñanzas, pero la mayor de todas es que donde hay disciplina, hay resultados; más que un colectivo, somos una familia, no se pierde un turno de clases, otro compañero asume si hay un enfermo u otro problema personal. Mi mayor orgullo es haber sido, primero, Camilito; después, echar la vida entera aquí, cuando salgo de vacaciones aguanto dos días sin ver el edificio, al otro día vengo acá”.

CONFIANZA Y PROTAGONISMO

Camilitos, Sancti Spíritus
“Aquí aprendes el verdadero sentido de la ayuda y la solidaridad”, señala Melissa Pérez Muhiña.

Luego de la formación como bachiller en Ciencias y Letras, el joven opta cuando va a estudiar a la universidad por una carrera militar o una civil, mas aflora una singularidad en lo que respecta a las especialidades pedagógicas en busca de asegurar la preparación de los futuros profesores de la escuela.

“Estamos trabajando en la formación de la propia fuerza docente según las necesidades, ellos eligen un perfil pedagógico, son cadetes insertados en la universidad que siguen atendidos por nosotros, pero el aprendizaje lo adquieren allí. Luego, cuando se gradúan, regresan y tienen su plaza como profesor en los Camilitos; las ventajas son muchas porque conocen el funcionamiento del centro”, explica el director.

“Siempre digo que esta es también la escuela de los padres de los Camilitos, no para que llegue uno a las seis de la tarde con una jaba de comida, porque eso lo puede hacer el que vive en Sancti Spíritus, no el que reside en un campo de Yaguajay. Si una norma es inviolable es la igualdad, se exige y se logra”, subraya Conrado Duardo.

La teniente coronel Ana Raquel Castillo Felipe, subdirectora general, no esconde su apego al centro que le ha dedicado 20 años. “Me enamoré de los Camilitos, aquí veo el fruto de mi trabajo, mi primer alumno ya es mayor de las FAR, otros son médicos, ingenieros, a veces soy más madre de estos muchachos que de mis propios hijos porque dedico mucho tiempo a la escuela, es un trabajo que me adsorbe y reclama sacrificio”.

Como sistema de enseñanza esta escuela ha devenido no solo “lo más valioso de las FAR”, como expresó el General de Ejército Raúl Castro; también ha emergido en la escuela que forma al joven para la vida. Un manantial de vivencias, anécdotas y lecciones brota de cada año académico, como aquella relacionada con un alumno y el dominio del idioma Inglés.

“Entró un muchacho en décimo grado que en la lista del aula era el 14, y en una clase de Inglés, cuando mencionaron su número, él se quedó callado; el profesor le preguntó: ‘¿Por qué no contestaste?’. ‘No sé’, respondió. A partir de ahí los profesores comenzaron a darle atención diferenciada, él cambió hasta su preferencia por el deporte con tal de quedarse estudiando el idioma; te puedo decir que hoy es licenciado en Lengua Inglesa”, narra el director.

“En esta escuela todos realizamos el trabajo político”, manifiesta el mayor Ángel Olivé Viamontes, al frente de unos de los perfiles esenciales que complementan el aprendizaje académico. “Se enfatiza mucho en la formación de valores, fundamentalmente la responsabilidad y honestidad, aunque tiene muchas aristas y está presente en las actividades de formación, recreativas, deportivas, culturales; si algo favorece ese objetivo es el respeto mutuo, la confianza en ellos y que no les imponemos nada, más bien buscamos despertarles la motivación”.

Melissa Pérez Muhiña, estudiante de duodécimo grado, trae desde la cuna la vocación militar, aunque el centro desbordó aquellas expectativas que la llevaron a decidir entre el IPVCE Eusebio Olivera y los Camilitos.

“Esta escuela me encanta, pienso que es la ideal para todo adolescente porque aporta valores como persona y las cualidades que debe tener todo militar, te forja como un hombre y una mujer de bien, útil para la sociedad y la Revolución. Aquí todo tiene un horario, un momento, lo que pasa que cuando hay vocación y se está claro de los pasos que se dan una se adapta; te puedo asegurar que voy a extrañar los Camilitos porque cuando entras creas una familia”.

“No es la escuela rígida que algunos pueden imaginar — resume el director—, aquí los muchachos bailan, cantan, estudian, hacen deportes, no se desprenden de los encantos de la edad; discuten de fútbol, hablan de Messi y Cristiano Ronaldo; también de Fidel, de Raúl, de Camilo y el Che. Son jóvenes vestidos diferentes, pero muy humanos, con un gran sentido de la responsabilidad y, si algún sentir prevalece entre los egresados, es el agradecimiento a la formación que recibieron”.

camilitos, Sancti Spíritus
“No se si cuando me jubile podré adaptarme a vivir separado de la escuela”, revela Pablo Morell Rodríguez.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

3 comentarios

  1. Sara Beatriz Pérez Rodríguez

    Yo fui Secretaria del Director EMCC Sancti Spiritus año 1987 me da mucha alegría que Pablo Morell Rodríguez continúe en la Escuela de la cual conservo muy gratos recuerdos y enseñanza. Un abrazo para Alfonso como lo conocí y su reconocimiento merecido por su ardua labor. Sara Beatriz Pérez Rodríguez

  2. Evis D Valdez Ramirez

    yo estudie en el centro entre el año 1989 y 1992 en que me gradue y si hoy soy LIc en Contabilidad y Finanza y Master en Direccion se lo debo a los camilitos que me enseñaron el camino a seguir y me exigian diciplina y habitos de estudio

    • Maria de los Ángeles Arbolay Alba

      Yo fui estudiante del primer curso de los camilitos en el curso 1978-1979 trabajo en el dirección economica de la Ecoing 25 VC

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