Sancti Spíritus: Acaparo, luego revendo

Las más de 1 080 denuncias radicadas contra acaparadores y las 62 formuladas contra especuladores, revelan que este fenómeno echó raíces profundas en tierras espirituanas A un policía curtido no hay acaparador que se le despinte. —Ciudadano, ¿qué lleva usted en ese saco? Y el ciudadano se queda petrificado; más

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A pesar de las regulaciones en los centros estatales, la compra con destino a la reventa no resulta algo aislado. (Foto: Vicente Brito / Escambray)

Las más de 1 080 denuncias radicadas contra acaparadores y las 62 formuladas contra especuladores, revelan que este fenómeno echó raíces profundas en tierras espirituanas

A un policía curtido no hay acaparador que se le despinte.

—Ciudadano, ¿qué lleva usted en ese saco?

Y el ciudadano se queda petrificado; más bien se pone blanco como el saco blanco que carga sobre su espalda.

—Bue, bue, buenoooo, eh, vayaaa, intenta responder, en medio de una clásica jerigonza, este vecino de Los Arabos, Matanzas, quien prefiere que la tierra se lo trague ya en esta mañana de domingo.Oyendo el cuento, dentro del envase, 10 tubos de mortadella, acabados de comprar en la Feria Agropecuaria Delio Luna Echemendía, de Sancti Spíritus.

El acaparamiento de alimentos, refrescos, bebidas, insumos, productos para el hogar y destinados a la construcciónse ha tornado en un deporte practicado por muchos, si se suscriben los datos aportados por la jefatura de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en el territorio espirituano.

Por ahora, dos cifras arrojan pistas: esa institución reporta más de 1 080 denuncias radicadas desde el pasado año hasta inicios de abril contra acaparadores y 62 por especulación; estadísticas que, por una parte, revelan que no hablo de ejemplos esporádicos, y, por otra, que la PNR no se hace de la vista gorda ante dichas problemáticas.

Aunque cada denuncia podría ser una historia, a todas las une un mismo escenario: el mercado negro, y una misma realidad: la insuficiente oferta de productos muy demandados por el pueblo, coyuntura aprovechada por el binomio acaparador-especulador.

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Caricatura: Osval

Los hechos dicen —no solo este reportero— que al menos existen dos clases de acaparadores: los que acuden a los establecimientos de expendio, sobre todo de Comercio o puntos de venta o tiendas recaudadoras de divisa, y algunos trabajadores de esos propios centros.

En el primero de los casos son fáciles de detectar; usted los ve haciendo la cola en el mercado una y otra vez para adquirirqueso, galletas, huevos… De buena tinta, me han dicho que un triste y solitario huevo, compradoa 1.10 pesos en Sancti Spíritus, se llegó a cotizar hasta en 5.00 pesosla unidad en predios trinitarios, cuando el ciclón Irma nos dejó en ascuas.Vaya negocio redondo a costa del Estado y de las necesidades ajenas.

¿Quién niega rotundamente que el acaparamiento no ha sucedido al interior de la red de mercados Ideal, tiendas recaudadoras de divisa, puntos de venta de materiales de la construcción? ¿Quién niega que ciertos comerciantes han “reservado”mercancías para determinados clientes, quizás con dinero de por medio?

Para desmarcarme de las conjeturas, comparto el ejemplo. En Fomento en marzo pasado, la Policía de la localidad le incautó a un trabajador de Comercio más de 100 pomos de refresco gaseado, que revendía a sobreprecio.

La complicidad galantea con los acaparadores. A finales del 2017, los hallazgos —no arqueológicos— en una casa en Guayos sorprendieron a los agentes policiales:912 latas de cerveza Bucanero, 240 de Cristal, 437 de malta, 333 de refresco, 43 cajas de cerveza de botella Cristal y un interminable punto suspensivo.

Frente a tales evidencias, la única salida es actuar, y así la impunidad no lloverá a cántaros, como ha ocurrido en las ferias dominicales, bocado apetecible para los acaparadores, procedentes no solo de la cabecera provincial; sino de otros municipios, incluso del más allá: Ciego de Ávila, Villa Clara y Matanzas, al punto de que algunos de estos ciudadanos alquilan hasta guaguas para garantizar el viaje.

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Caricatura: Osval

En sus mochilas y sacos cabe de todo: embutido, carne, queso, vinagre, lamentable si se considera el interés de las autoridades locales, entidades y organismos por garantizar que las ferias constituyan una opción para aliviar el bolsillo de los espirituanos si de alimentación hablamos.

Como ni la Policía ni el Gobierno tienen los ojos vendados, han incrementado los operativos en las ferias dominicales y han cogido con las manos en la masa a ciertos acaparadores y dependientes cómplices. ¿Sanciones? Multas para unos; separación del puesto de trabajo para otros.

Sin embargo, el enfrentamiento aún se encuentra a mitad de camino, como lo ejemplificó la feria del 12 de mayo en la ciudad espirituana, donde los acaparadores repletaron sus jabas en el punto de venta de huevos y repartieron ofensas a diestra y siniestra al resto de las personas de la cola.

“El Gobierno solo no puede enfrentar este fenómeno; cada órgano de control tiene que asumir su función”, comenta Ricardo García Hernández, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial (CAP) que atiende Bienes y Consumo, instancia que orientó regular la venta de productos de alta demanda comercializados de forma liberada, tanto en las susodichas ferias como en los 12 mercados Ideal existentes en el territorio.

Consciente de lo que sucede puertas adentro y puertas afuera en esas unidades, en tiendas recaudadoras de divisa y otros puntos, el CAP promovió el análisis en estos colectivos laborales, algunos de cuyos empleados les han facilitado el “trabajo” a los acaparadores y especuladores y, en el peor de los casos, han adquirido para sí cantidades apreciables de mercancías con un fin presumible.

Ello es una verdad tan extensa como la Gran Muralla China, y tan evidente como la responsabilidad de las administraciones con el alza del acaparamiento debido a la ausencia de medidas eficaces.

Escambray no busca culpables; aunque sí sabemos de responsabilidades compartidas. Para chapear de un planazo el acaparamiento, desperdigado hoy como cundiamor en primavera, las direcciones de las entidades y sus aparatos administrativos correspondientes, así como los órganos de control e inspección, al parecer, deben poner con mayor frecuencia los pies en las unidades comerciales para el control sistemático.

Más que orientar, hace falta chequear para que el acaparador y el empleado compinche se sientan con el agua al cuello. Y no hablo únicamente de establecimientos que venden alimentos, sino, también, de otros que expenden artículos para el hogar, materiales de la construcción.

Como a usted le puede asistir la duda, me concederá el derecho a ilustrarlo. Si Sancti Spíritus no dispone de fábricas de cemento ni de producción de acero privadas, ¿de dónde salieron las 1 446 bolsas y 1 230 cabillas de 9 metros ocupadas por la PNRdesde el pasado año hasta inicios de abril?

En los casos detectados, la ley ha dicho la última palabra: acciones administrativas y penales; en fin, sanciones a los acaparadores y especuladores, quienes —provistos de una fértil imaginación— tiran a mano a los más inverosímiles argumentos a la hora de declarar: que si estos 20 paquetes de detergente son para echarle un baldeíto a la casa, que “a mi mujer le encantan los espaguetis y por eso compré 40 paquetes”, que “estas 300 hamburguesas son para mi familia, que es bastante grande. ¿Usted me cree, oficial?”.

Lo que sí cree la jefatura de la PNR en el territorio es que para mantener en ascuasal fenómeno de marras hay que salir detrás del buró y encararlo en la calle. De esa persistencia da fe Belkis Torres Santos, administradora del mercado Ideal Casiguaya, cuya apertura meses atrás le hizo la boca agua a los acaparadores: “Cien veces ha pasado la Policía hoy por ahí enfrente (se refiere a la Carretera Central). En estas semanas ha hecho registros en casas de por aquí, y ha actuado; eso ayuda mucho”.

4 de mayo. Sala de espera del Departamento de Admisión del Hospital Hermanos Ameijeiras, de La Habana, adonde acudo para un tratamiento de rutina. Desde la calle, una vendedora, con voz de mezzosoprano desafinada, me despabila el estómago y, sobre todo, me recuerda que la Redacción aguarda por este reportaje.

—Tengo malta, malta fría; refresco, refresco fríoooo.

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Caricatura: Osval

Enrique Ojito

Texto de Enrique Ojito
Premio Nacional de Periodismo José Martí, por la obra de la vida (2020). Máster en Ciencias de la Comunicación. Ganador de los más importantes concursos periodísticos del país.

8 comentarios

  1. La indiciplina tiene una causa y no es economica es la falta de miedo a la ley

  2. La Resolución llegó en momento oportuno , donde se esta implementando un grupo de acciones con el objetivo de mejorar,todo ello responde además a las necesidades de consumo las que deben ser con calidad, diversidad e inocuidad alimentaria , aspecto en el que debe ser prioridad , la educación en ese sentido y que de verdad llegue a los principales distribuidores , responsables de tan compleja tarea para el estado y el pueblo.

  3. Que bueno que se esté haciendo algo con respecto a este tema, pues no hay que ser mago para determinar lo que pasa en estos lugares. Está claro que la oferta no supera la demanda, pero por tal razón es que hay que combatir este tipo de cosas, pues en esas colas donde siempre están los mismos, por así decirlo, se ve de todo, saben hasta el día horario y producto que van a comprar, el tema de las cantidad eso está en dependencia de las unidades y sus dependientes. Es muy tirste ver como personas van a tratar de comporar un pomo de refresco de $25 y no alncanzan y luego allí mismo en el portal ves como los revendedores van cargando su «mercancia» en grandes lotes, para su «comercialización».

  4. Donde quiera hay revendedores espero que se le pueda llamar revendedores a los dependientes de la casiguaya sobre todo los dependientes de los lácteos (yogur, helado, queso, etc) y huevos, cuando entran estos productos se ve un intercambio de dinero entre unos y otros en dependencia del producto que vendan para favorecer a los habituales compradores y veneficiados (amigos donde le aportan) que se dedican al trabajo por cuenta propia y revendedores, donde le guardan su mandado.

  5. Es un mal endémico en tiempos de precariedad económica y escasez que desde hace décadas atravesamos y que continuará en tanto existan tales insuficiencias comerciales y monetarias, cuyas soluciones no se barruntan en el horizonte de diez años.Se pondrán multas y medidas administrativas pero el fenómeno continuará hasta arribar a ese horizonte que,cuando a él se llegue, como horizonte al fin y al cabo, se extenderá más allá.

    • de acuerdo. las multas y las sanciones solo contribuyen a que suban los precios y no resuelven el problema fundamental.

      mientras mas multas y sanciones, mas caro se pondran los productos y mas dificil sera adquirirlos para el cubano de a pie, ese que no va a misiones ni tiene familia en el extranjero

  6. La solucion del problema esta en que la oferta supere la demanda. Hasta que ese principio basico de la economia se resuelva, lo demas sera como hacer surcos en la mar.

    Si un producto es escaso siempre habra alguien con los medios y la disposicion de pagar mas por el y siempre habra alguien dispuesto a asumir el riesgo de venderlo en el mercado negro.

  7. donde quiera q esten vendiendo comida, ropa o cualquier cosa existe el REVENDEDOR, el pueblo lo conoce pero q se puede hacer, en la casilla especial de la esq de sobral e independencia siempre son las mismas caras y cuando le toca comprar a uno q esta haciendo la cola normal y llega al mostrador ya se ha acabado el producto porq los mismos de todos los dias hacen la cola por la madrugada.

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