Cuando el potrero es el mejor almacén (+fotos)

Aunque todavía algunos lo miran con recelo, el fomento de las llamadas plantas proteicas para la alimentación vacuna poco a poco va dejando de ser un esnobismo entre los ganaderos de Ciego de Ávila y Sancti Spíritus

Varios campesinos de la zona de Managuaco confiesan haberle perdido el miedo a las plantas proteicas. (Foto: Reidel Gallo).
Varios campesinos de la zona de Managuaco confiesan haberle perdido el miedo a las plantas proteicas. (Foto: Reidel Gallo).

Parado a unos metros de la cabeza del puente de hierro que desde hace más de 90 años se vuela al río Tuinucú, en la Carretera Central, el joven campesino Karel Fragoso le habló sin reservas a la investigadora Orquídea Álvarez, directora de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes de Sancti Spíritus:

«Le voy a ser sincero –le dijo el ganadero a la estudiosa–, mis vacas no se van a comer esas hierbas que usted nos pidió que sembráramos, yo las probé y son amargas como la hiel».

Dicen que la investigadora con nombre de flor escuchó pacientemente aquel desahogo guajiro y luego le devolvió una respuesta no muy científica al productor de la CCS Elio Trincado: «Lo que pasa, Karel, es que usted no es una vaca, esas yerbas les van a encantar a sus animales».

Más allá de la anécdota, lo trascendente es que en estos momentos Karel es un adelantado en el aprovechamiento de la llamada proteína verde para la alimentación de sus reses y su finca, El botón de oro, hace honor al nombre con que la bautizara años atrás en la zona de Managuaco, muy cerca de la ciudad de Sancti Spíritus.

Más de un prejuicio y una retranca han tenido que enfrentar en el centro científico espirituano desde los tiempos en que la doctora Neice Hernández deslumbrara al Comandante en Jefe Fidel Castro con los prodigios de aquellas leguminosas autóctonas que se mantenían verdes durante todo el año en la zona de Aridanes, en Yaguajay, y sostenían el rebaño como si fueran el mejor de los piensos posibles.

Para la Máster en Ciencias Yamilka Ramos, investigadora de la susodicha Estación Experimental, adscripta al Instituto de Pastos y encargada de atender a las provincias de Sancti Spíritus y Ciego de Ávila, el proyecto de las leguminosas autóctonas no está divorciado de los estudios y las experiencias de Fidel sobre el empleo de las plantas proteicas para la alimentación animal, que el centro ha venido evaluando en el terreno desde el 2011.

«El mejor resultado de la Estación en este frente ha sido en la ceba de cerdos y carneros, donde, sustituyendo con forraje de moringa el 15 por ciento del concentrado de pienso tradicional, se acortó el ciclo en 52 días», precisa la investigadora, quien considera que en este frente como en otros, más allá de las características de los suelos y las carencias con el alambre, el combustible y la maquinaria, lo determinante es la manera con que el hombre lo asuma.

De este vivero, en el poblado de Gaspar, Ciego de Ávila, han salido más de 21 000 posturas hacia las unidades ganaderas de la provincia. (Foto: Ortelio González).

DESBROZAR PREJUICIOS, SEMBRAR CIENCIA

Muy poco o casi nada les interesa esta historia a Malú y a Lucerón, dos vacas testarudas, con viejos hábitos alimentarios que miran de reojo las nuevas variedades de plantas proteicas que se expanden por las tierras de La Yaya, unidad ganadera perteneciente a la Empresa Agropecuaria Ruta Invasora, junto a la Genética de Turiguanó, las entidades avileñas más destacadas en ese programa, iniciado por el Comandante en Jefe Fidel Casto en el 2011.

«¡Qué importa!», replica el médico veterinario Orlando Lores Gámez, jefe de producción de la unidad; que importa si fueron la moringa, la morera y la tithonia las que salvaron a sus terneros cuando la sequía de más de 36 meses secó las canoas donde los animales bebían el agua y el manto freático se fue a las profundidades de la tierra.

Malú y Lucerón, como es lógico, no saben que en ese propio año 2011 Cuba gastó más de 800 millones de dólares en la compra de trigo, soya y maíz, destinados a la alimentación animal y, más acá en el tiempo, al cierre de 2018, el panorama no se tornaba muy diferente y el país se vio obligado a desembolsar casi 2 millones en harina animal para pienso.

«Hoy tenemos más de 130 hectáreas de esas plantas, de las cuales unas 112 están sembradas con tithonia. El programa marcha bien, aunque en no todas las unidades con la celeridad requerida», comentó el ingeniero pecuario Gabriel Montero Nájara, especialista en agrotecnia y alimentación del ganado en la subdelegación del Minagri en Ciego de Ávila.

Karel Fragoso, de la CCS Elio Trincado, en Sancti Spíritus, se convirtió de detractor en defensor de las plantas proteicas. (Foto: Reidel Gallo).

EN LOS POTREROS DE SUR DEL JÍBARO

Si el pasado año la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro, de Sancti Spíritus, además de consolidarse como una de las mayores y más eficientes productoras de arroz en el país, aportó 5.7 millones de litros de leche y unas 3 100 toneladas de carne vacuna fue gracias a la bendición de sus pastos naturales, aprovechados en combinación con el exquisito forraje proteico que elaboran en la joven finca de alimento animal ubicada en predios de La Sierpe Vieja.

Referente para todo el país, el feudo de algo más de 160 hectáreas, se encarga del cultivo de especies como la tithonia, la morera, la moringa, el king grass y la caña de azúcar, que a su vez allí mismo son procesadas y convertidas en forraje verde, un alimento que sus trabajadores comercializan con otras unidades de Sur del Jíbaro.

El lugar fue visitado en enero de este año por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien apreció in sito el aporte del pequeño colectivo que desde el 2015 impulsa un proyecto a favor de la ganadería cubana, que el Comandante en Jefe Fidel Castro siguió hasta sus últimos días.

Que Sur del Jíbaro aparezca como el corredor más adelantado en esta carrera de fondo, no significa que sea la única entidad con resultados en el territorio espirituano, donde Pedro López Cabello, subdelegado del Minagri, incluye también, aunque más alejados del puntero, a la Agropecuaria Obdulio Morales, a las Pecuarias Venegas y Managuaco y a las CCS Elio Trincado, José Martí y Bienvenido Pardillo.

La ganadería sostenida a base piensos de importación es cada día un referente más lejano en Cuba. Foto: Reidel Gallo.

DE RUTA INVASORA A LA ISLA DE TURIGUANÓ

Ricardo Pérez Echeverría, director de Ruta Invasora, tiene muy claro que no es cosa de juego alimentar a la masa ganadera, lo mismo en tiempo de sequía que cuando falla el barco con pienso importado, y apunta al vivero Granja Urbana, en el poblado de Gaspar, de donde han salido más de 21 000 posturas para las diferentes unidades de la entidad.

«Nos guste o no, cada vez tenemos que recurrir más a las siembras de pastos, fundamentalmente de plantas proteicas, de las cuales contamos con 72 hectáreas, en lo fundamental en las unidades La Yaya, San Bernardo y las CCS Ricardo Rey, Ortelio Hernández y la UEB San Lorenzo», asegura el directivo.

Similar o muy parecida es la situación en la Empresa Pecuaria Genética Turiguanó, donde los amaneceres no son nada apacibles si se tiene en cuenta que, día tras día, un rebaño de más de 6 000 animales de la raza Santa Gertrudis abre la boca en busca del alimento.

Convertida hace un tiempo en la locomotora entre las empresas ganaderas del territorio, con suficiente poder económico y «sin deudas», según el ingeniero Venancio Rodríguez Domínguez, su director, la genética Turiguanó también sobresale en el empleo de las plantas proteicas, tanto que allí tratan de que, como no alcanza para toda la masa, se les administre a los animales en desarrollo y los que están en ceba, «siempre ligadas con otros pastos para que la dieta sea balanceada».

Precisa el directivo que este año sobrepasaron las 30 hectáreas de plantas proteicas sembradas y antes de diciembre, esperan incorporar una cifra similar. «Existen las tierras y el programa está bien definido; según los estudios, en nuestros suelos la que mejor se da es la tithonia y hacia ahí dirigimos los principales esfuerzos», asegura Venancio, un hidráulico que ya es voz autorizada en el sector y para quien, en cualquier circunstancia, «el potrero siempre será el mejor almacén de los ganaderos».

Ortelio González y Juan A. Borrego

Texto de Ortelio González y Juan A. Borrego

Comentario

  1. Mmmmm,

    Malú y Lucerón, como es lógico, no saben que en ese propio año 2011 Cuba gastó más de 800 millones de dólares en la compra de trigo, soya y maíz

    Discrepo de ese numero, mas de 2 millones diarios!!??

    Pero si fuese real, imagina cuantos materiales, insumos, herramientas y hasta pie de cria o sementales pudieramos -con ese dinero en calidad de prestamos con muy bajo interes- proveerle a nuestros ganaderos particulares o estatales para que desarrollaran nuestra ganaderia a manera de solucion y hoy otro gallo cantaria.

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