Cuando el pueblo aplastó la contrarrevolución sin disparar un tiro (+fotos)

Los sucesos del 5 de agosto de 1994 constituyen, al decir del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, una enseñanza eterna para Cuba

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Las protestas terminaron cuando llegó Fidel a las calles de Galiano y San Lázaro, para evitar, según diría, que el pueblo se dejara provocar. (Foto: Estudios Revolución)

Las huellas de los disturbios de aquella jornada permanecían aún visibles; algunos ánimos seguían encrespados. El Comandante en Jefe había estado en las calles, dando el pecho a las circunstancias y ofrecido declaraciones a la prensa acerca de las causas de lo acaecido y la posición del gobierno cubano. Pero, visionario como fue siempre, entendió conveniente informar al pueblo de lo que estaba sucediendo. Era 5 de agosto de 1994 y Cuba atravesaba el segundo peor año del período especial, cuando todo escaseaba, los apagones estaban a la orden del día y las campañas desestabilizadoras desde Estados Unidos adquirían su pico máximo.

“Tuve noticias de que se habían producido algunos problemas: primero (…) de unos incidentes en el puerto, ocasionados por un grupo de personas que intentaron ocupar una lancha (…) y después del mediodía llegaron noticias de que se estaban produciendo algunos disturbios, algunos desórdenes, evidentemente organizados en distintos lugares de la zona de Centro Habana y La Habana Vieja”, refirió Fidel al comienzo de su comparecencia en la noche ante la televisión cubana y las ondas internacionales de Radio Habana Cuba.

Acompañado por un grupo de periodistas de medios nacionales, el mandatario cubano respondió interrogantes y esclareció puntos de vista. Indagado acerca de sus razones para presentarse en una revuelta sin precedentes, a la que puso fin casi con su sola aparición, sin otras armas que su moral y su palabra, expuso:

“Desde que tuve aquellas noticias las seguí de cerca (…) se dijo que alguna gente estaba lanzando piedras contra la policía y se hablaba también de algunos disparos. Bueno, se estaban produciendo provocaciones contra la policía en distintos lugares. (…). Me explicaron (…) que estaban saliendo las masas a la calle a enfrentarse a estos perturbadores y que también se estaban moviendo algunas unidades de la policía para establecer el orden allí.

“Y, aun a riesgo de que me pudiera ganar algunas críticas, yo consideré mi deber ir adonde se estaban produciendo esos desórdenes. Si realmente se estaban lanzando algunas piedras y había algunos disparos, yo quería también recibir mi cuota de piedras y de disparos. No es nada extraordinario, en realidad es un hábito: uno quiere estar allí donde está el pueblo luchando y donde están los combatientes en cualquier problema”, confesaría, sin faltar ni un ápice a la verdad.

Y agregaría, también, su especial interés en “conversar con nuestra gente, para exhortarla a tener calma, paciencia, sangre fría, no dejarse provocar”, puesto que se sabía de memoria, dijo, todo el plan del enemigo y toda la concepción imperialista acerca de los medios para liquidar la Revolución.

A la vuelta de 27 años, parecen dichas hoy muchas de aquellas reflexiones suyas a solo horas de aquellos enfrentamientos callejeros, cuyo origen se asociaba a las intenciones de salidas ilegales alentadas desde los Estados Unidos. De hecho, según recogieron varios medios de prensa extranjeros, la noche anterior la emisora Radio Martí había llamado a acudir al Malecón ese día, para la supuesta llegada a La Habana de una flotilla de yates turísticos de emigrados que recogerían gente allí.Tal circunstancia determinó que a lo acontecido en Cuba aquel 5 de agosto fuera del país se le conozca, generalmente, como “el maleconazo”.

En uno de los momentos de su comparecencia, el Comandante en Jefe alertó que si Estados Unidos no tomaba medidas rápidas y eficientes para que cesara el estímulo a las salidas ilegales del país, Cuba se sentiría en el deber de no obstaculizar ninguna embarcación que quisiera salir o venir de Estados Unidos a recoger aquí a ciudadanos cubanos. Y así sucedió.

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Los disturbios tuvieron lugar en medio de una crisis de secuestros de embarcaciones, alentados desde los Estados Unidos. (Foto: Estudios Revolución)

QUIEREN JUSTIFICAR UNA INTERVENCIÓN EN NUESTRO PAÍS

“Ellos, naturalmente, quieren que se produzcan escenas sangrientas, quieren que haya una balacera, que haya muertos, para utilizarlos como instrumento de propaganda, en primer lugar; como instrumento de subversión, y, finalmente, como instrumento de intervención en nuestro país”, advertía Fidel.

 En una disección exacta de lo que sucedía como resultado de las provocaciones del gobierno de los Estados Unidos para inducir un estallido social en la mayor de las Antillas, poniendo como pretexto la emigración ilegal hacia aquel país, Fidel explicó: “La estrategia imperialista es crear una situación, crear el máximo de descontento dentro de nuestro país, dividir a la población, crear las condiciones más difíciles posibles y conducir a nuestro país a un conflicto, a un baño de sangre. ¡Sueñan con eso, añoran eso!, y naturalmente que nosotros tenemos que contrarrestar esa estrategia”.

Un policía había resultado muerto en el intento del secuestro de la lancha aquella madrugada y se desconocía la suerte de un segundo. Antecedente de los disturbios, que derivaron en numerosos heridos, muchos de ellos agentes del orden, había sido la intercepción por parte de las autoridades cubanas de cuatro embarcaciones que navegaban hacia la costa de Estados Unidos sin autorización.

El secuestro de medios de navegación era entonces casi una constante, y entre mediados y finales de julio habían tenido lugar varios hechos que los círculos de poder estadounidenses tergiversaron a su favor. “Es un plan integral, en todos los terrenos”, denunciaría Fidel, quien habló aquella noche de las terribles presiones contra los hombres de negocios extranjeros que querían invertir en Cuba y los cientos de horas de radio con propaganda subversiva contra nuestro país.

Expondría al detalle una estrategia apoyada, en primer lugar, “a través del bloqueo, a través de las presiones más increíbles para dificultar nuestro esfuerzo económico (…), para tratar de dificultar nuestro esfuerzo con vistas a salir del período especial”.

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Cuando el Comandante en Jefe llegó al sitio de los disturbios, el 5 de agosto de 1994, las piedras y los actos vandálicos desaparecieron por arte de magia. (Foto: Archivo de Granma)

Y EN ESO LLEGÓ FIDEL

Años después, Arleen Rodríguez Derivet, una de las participantes en aquella especie de conferencia de prensa o de mesa redonda presidida por el líder de la Revolución, evocaría sus vivencias durante la mañana: “Yo recuerdo que nosotros fuimos para allá, la juventud, y entramos en medio de una manifestación, e íbamos avanzando por Prado arriba y de repente la marcha se detiene. Yo le digo a un compañero mío, ¿qué pasó, nos acobardamos?, pensando, porque allí los palos y las piedras volaban.

“¿Qué pasó? volví a preguntar, y recuerdo que un compañero me dijo: ¡que dicen que Fidel está aquí! Y ahí mismo, toda aquella gente que en algún momento estaba tirando palos y piedras, bajó a gritar Viva Fidel. Porque sintieron que él estaba allí, viéndolos, oyéndolos. Y Fidel y su escolta estaban allí, sin un arma. No había un arma por ninguna parte. Bajó del jeep y se puso allí, entre la gente a hablar. Y viró todo, lo viró literalmente”.

En la noche, como parte de sus análisis acerca de lo ocurrido, aquel propio hombre de aspecto imponente haría referencia a los deberes del Gobierno revolucionario. El primero de ellos era, definió, “luchar junto al pueblo, morir junto al pueblo; pero, además, dirigir al pueblo para que actúe de la forma más inteligente en cada una de estas circunstancias, porque sabemos cómo es el pueblo de enérgico, de combativo, de valiente, y, claro, nosotros tenemos que tratar de evitar que lo provoquen”.

Un año después, ante una multitud de miles de personas reunidas en La Punta —entre ellos representantes de 65 países—, con motivo de la marcha juvenil contra el bloqueo, rememoraría, emocionado: “¿Qué querían el enemigo externo y sus aliados internos, aunque constituyan una reducida minoría? Querían provocar un enfrentamiento sangriento, querían que usáramos las armas. Y armas tenemos, armas tenemos para millones de personas que son las que defienden la Revolución; pero tenemos armas para luchar contra los enemigos externos”, sostuvo, y luego especificó:

“Y, realmente se logró algo que no tiene precedentes: en cuestión de minutos el pueblo entero se lanzó a la calle y estableció el orden.  Su sola presencia masiva y su espíritu establecieron el orden, sin usar las armas en absoluto.  ¿En qué lugar del mundo ocurre eso?”.

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Díaz-Canel con el publo de San Antonio de los Baños este 11 de julio. (Foto: Estudios Revolución)

SI HAY QUE LUCHAR 100 AÑOS MÁS, LUCHAREMOS 100 AÑOS MÁS

Aunque de menor envergadura, los incidentes escenificados en varias ciudades cubanas el 11 de julio del presente año recuerdan aquel episodio de hace casi tres décadas. Al panorama de entonces se agregaron ahora las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, a las que Fidel confirió un papel relevante en la defensa de nuestras conquistas y la lucha por preservarlas.

En una muestra de la continuidad histórica del proceso revolucionario cubano, el máximo dirigente partidista y Presidente de la república, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, actuó de modo similar a como lo hiciera entonces el Comandante en Jefe: acudió al lugar de los disturbios, que comenzaron por San Antonio de los Baños, y poco después, ante las cámaras de la televisión, comunicó al pueblo lo que se tramaba, al tiempo que lo convocó a salir a las calles a defender la estabilidad y la soberanía de la Patria.

Ahora los pretextos fueron otros, en medio de circunstancias especialmente aciagas, cuando Cuba se debate en una doble lucha para contener la expansión de la COVID-19 y sortear los efectos de maquiavélicos planes que buscan asfixiar su economía y rendir por desesperación a su pueblo.

En sucesivas comparecencias ante la prensa y la opinión nacional, Díaz-Canel ha dejado claro el repudio a los disturbios “de agresión, de vandalismo, de delincuencia, de vulgaridad que se orquestaron” el 11 de julio y ha denunciado la operación de terrorismo mediático contra la isla que se promueve desde los Estados Unidos.

“Aspiramos al bienestar para todos, incluimos a todos en nuestra concepción de justicia social, pero no estamos dispuestos a entregar la obra, ni la independencia, ni la soberanía, ni la autodeterminación que hemos ganado, conquistadas con la Revolución”, subrayó el mandatario en una de esas ocasiones.

Nada más coherente con la posición expresada por Fidel a un año exacto de los sucesos del 5 de agosto de 1994, cuando sostuvo que todos los años tendremos el deber de recordar aquella gran victoria, “en que el pueblo aplastó la contrarrevolución sin disparar un tiro, porque dice mucho esta fecha, enseña mucho y alienta mucho”.

Aquella tarde de otro año difícil, en que la juventud de la isla desafió un aguacero descomunal para cerrar junto a él el festival Cuba Vive, encontraría conveniente proclamar al mundo: “Si esos elementos extremistas triunfan (…) significará para nosotros nuevos períodos de peligro, de riesgo, de bloqueos, y es por eso que no constituye una exageración decir que si hay que luchar 100 años más, lucharemos 100 años más”.


Delia Proenza

Texto de Delia Proenza
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

9 comentarios

  1. CUBANO, con sus consignas políticas no se hace un potaje, ni un arroz, mucho menos un almuerzo. Lo que falta es comida y sobra ideología. Parece que Ud tiene resuelto el potaje, se le nota

  2. PARA EL CUBANO:
    Falto de información esta Ud, mas perdido que un venado en un desierto. Y además, intolerante, reaccionario y retrógrado. Gente como Ud no ayudan ni solucionan problemas. Ud se dedica a. tirar a la hoguera a los que no piensan igual.
    Yo abogo por la concordia, la tolerancia, por la convivencia y la armonía.
    AQUÍ CABEMOS TODOS PORQUE HAY ESPACIO. LA CALLE ES DE TODOS

    PEPITO, lo felicito por s u comentario. Muy de acuerdo 101%

  3. la contrarrevolución???…o la oposición política interna???…es esa la forma de entenderse entre cubanos que piensan diferente, aplastando a unos (aunque sean minoría) en lugar de darles el espacio al que tienen derecho por decisión propia? no se le puede imponer a nadie como debe pensar ni a que régimen político debe votar o elegir…(cada persona debe tener derecho a expresar libremente sus ideas política y a reunirse en el grupo político que desee) ese es un derecho de cada cual y solo le corresponde a la minoría respetar el sistema que elija la mayoría…que no quiere decir que porque la mayoría elija el sistema comunista, la minoría tenga que renunciar a formar su partido político y a defender sus propuestas. seguir por ese camino de la intolerancia nos lleva únicamente al declive, como proyecto político y como sociedad. todavía no es tarde para retomar el camino del respeto a las diferencias políticas entre nosotros y de integrar a todos sin importar el color de la bandera política. solo así avanzaremos por el camino correcto. lo contrario, solo nos lleva al caos y a la división entre cubanos…eso no lo desea nadie. o sí?

  4. Muchas consignas y lemas politicos y nada de solucionar la escacez de comida, medicinas y cortes de luz. Sigan asi, que van muy bien.

    • Jose, todo el que hace un comentario como el suyo denota falta de información, no obstante, considero que explicarle algo a usted de lo que pasa en el país lo que contribuye a la escasez de todo tipo, es una pérdida de tiempo, solo le voy a decir una cosa, PATRIA O MUERTE y AQUÍ NO SE RINDE NADIE COJ….., esto es valido para xiomara también.

  5. Ya se reunieron con los que se manifestaron y con los que no se manifestaron para escuchar sus exigencias, sus necesidades, sus propuestas, sus inconformidades??

  6. Jamás destruir la Revolución pues #UnidosHacemosCuba !Aquí no se rinde Nadie! #PatriaOMuerteVenceremos #CubaPonleCorazon #SanctiSpíritus #TúEresElPresente #SeguimosGanando #Cuba #Azucareros

  7. Son las mismas consecuencias , el pueblo no puede dejarse confundir, hay que actuar con inteligencia, el pueblo no puede dejarse provocar, lucharemos y venceremos, no tenemos otra opción, una vez más nos llenaremos de gloria, no bajar las banderas de la Victoria.

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