La zafra se achica

Sancti Spíritus se acerca a la cosecha desde las novedades de estrenar una nueva estructura empresarial y la estrategia de que molerá un central primero y el otro después, pero seguirá arrastrando la cruz del decrecimiento cañero al punto de que la contienda planifica una producción de azúcar inferior a la precedente

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Sancti Spíritus se prepara para un calendario de zafra de unos tres meses, que tiene entre sus ventajas estar enmarcado en la mejor época para la cosecha y el rendimiento industrial. (Foto: Vicente Brito/Escambray)

Lejos de parar y revertir el deterioro cañero que exhibe la provincia desde hace varios años, la zafra que está por empezar se achica, proyecta de antemano un decrecimiento en los volúmenes de materia prima a moler y, en consecuencia, una notable disminución en la producción de azúcar, comportamiento que inscribirá a la cosecha entre las más pálidas de la historia espirituana.

No se trata de hacer de la zafra un agua de azúcar por adelantado, porque, aun cuando la producción —según el plan— disminuirá con respecto a la campaña precedente en unas 25 000 toneladas, su ejecución demandará la misma laboriosidad, eficiencia y engranaje de una compleja operación agroindustrial que, además de los colectivos, involucra cosechadoras, tractores, carretas, camiones, centros de limpieza, locomotoras, carros jaulas, caminos, vías férreas y dos centrales.

El asunto es mirar el empobrecido cañaveral y la contienda con realismo, no obviar que los recursos y demás aseguramientos compaginaban después con la producción, ni que los dos últimos años son el antónimo de aquellos tiempos de esplendor, porque a los campos llegaron ínfimos niveles de productos químicos, faltó combustible para empujar más la preparación de tierra y la siembra; tampoco desconocer que la carencia más grave ni siquiera se suple con importaciones: la acuciante falta de brazos alrededor del cultivo.

Que el cañaveral espirituano viene cuesta abajo desde hace años ya no es noticia, lo preocupante es que ese descenso se acentúa y los rendimientos cañeros siguen en picada: 29 toneladas por hectárea en los campos vinculados al central Melanio Hernández y 30 en las plantaciones del Uruguay. Para la zafra por delante el volumen de caña a moler disminuye un 34 por ciento comparado con la anterior.

En ese escenario Sancti Spíritus se acerca a la cosecha con dos novedades: estrenar una nueva estructura empresarial y que molerá un central primero y el otro después, pero la zafra seguirá bajo la cruz del decrecimiento cañero; una estrategia inédita, casi obligada en virtud de que solo el central Melanio Hernández ensaca azúcar para cubrir las necesidades de la canasta familiar, de ahí que iniciará las operaciones a fines de diciembre y planifica apenas 34 jornadas de molida, mientras en febrero se programa arrancar el Uruguay con 54 días de operaciones planificados.

Si se fuera a la lógica y a la poca caña disponible bastaría un central para hacer la zafra; a fin de ilustrarlo mejor veamos este dato: del área que debía estar cubierta por el cultivo en la provincia, un 45 por ciento se reporta vacío.

Aunque sea por corto tiempo, poner en funcionamiento los dos centrales es también una manera de reconocer y respetar el buen hacer de los colectivos agroindustriales del territorio.

A esta altura de los preparativos el foco principal apunta a garantizar la contienda con la mejor eficiencia posible y a ello debe contribuir el escalonamiento de los centrales, porque el hecho de que todo el dispositivo de la cosecha en la provincia se ponga en función primero de una industria y después de la otra sienta las bases para un mejor aprovechamiento de las capacidades de molida, la mayor debilidad de la anterior campaña.

Sancti Spíritus se prepara para un calendario de zafra de unos tres meses, que tiene entre sus ventajas estar enmarcado en la mejor época para la cosecha y el rendimiento industrial, pero ni siquiera con la discreta fabricación de azúcar prevista se puede decir que será asunto de coser y cantar.

Aprovechar al máximo posible la concentración del dispositivo de corte y tiro de caña para moler al nivel previsto en cada central —Melanio Hernández al 75 por ciento y Uruguay al 70— puede ser el escalón determinante en el desarrollo de la campaña y así evitar su desfase.

Más que contar las toneladas de azúcar que debe aportar la zafra espirituana a la economía nacional, la verdadera brújula del sector debe enfocarse hacia el cañaveral y sus alrededores, pues no se trata solo de mirar que casi la mitad del área prevista con caña está vacía, y sembrar tanto suelo no es obra de un año.

Vacías de brazos están también muchas zonas cañeras de la provincia, porque a esta altura de la humanidad vivir del laboreo manual en el cultivo es casi una utopía y difícilmente sobrevenga la recuperación si no se estabiliza el acompañamiento de los recursos y la maquinaria. Mucho menos sin transformar el agudo deterioro acumulado en los asentamientos poblacionales, donde se supone radique la fuerza primaria para atender el plantón.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

Comentario

  1. La zafra azucarera está en estado terminal.Asi nos va.

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