Ma’ Dolores Cabarnao: ¿bruja o insurrecta?

De boca en boca se tejió por Trinidad la leyenda alrededor de la esclava conga, traída desde África, María Dolores Iznaga, bautizada así por sus dueños trinitarios, quien fue mensajera y convirtió su bohío en hospital de campaña durante la Guerra Grande, iniciada hace 152 años

En El Corojal Ma’ Dolores no conoció únicamente de las bondades de la medicina natural. (Ilustración: Alexander Hernández Chang)
En El Corojal Ma’ Dolores no conoció únicamente de las bondades de la medicina natural. (Ilustración: Alexander Hernández Chang)
En El Corojal Ma’ Dolores no conoció únicamente de las bondades de la medicina natural. (Ilustración: Alexander Hernández Chang)

Sobre el carretón, halado por bueyes, iba Ma’ Dolores. Llevaba túnica blanca como su dentadura, que el viento de cuaresma intentaba arrebatarle del cuerpo. Solo por un instante bajó el rostro, y fue para colocar el vestido entre sus piernas macizas. Desde que salió por el portón de gris plomizo de la Real Cárcel, de un lado, la muchedumbre en fila pedía clemencia; del otro, miembros del Cuerpo de Voluntarios, ebrios desde la cabeza hasta los cordones de las botas, exigían el linchamiento de la mujer.

Mientras los campanazos de la ermita próxima anunciaban las diez de la mañana del 14 de marzo de 1878, el carretón avanzaba por el camino de La Chanzoneta hacia La Mano del Negro, sabana que conocía de la ejecución por los españoles de cimarrones, criollos y de patriotas participantes en la Guerra de los Diez Años a punto de finalizar con la Protesta de Baraguá el día siguiente.

NACIMIENTO DE UN IDEAL

¡A mí no va matá’, lo angelito me viene a bucá’ y me va llevá’!

Cantaba con la voz raigal traída de su África; cantaba y miraba al gentío, y allí descubrió a su antiguo dueño, don Miguel Gerónimo Cantero Ower-Anderson, cautivo de la impotencia y de la angustia, propietario del ingenio El Corojal, levantado casi a los pies del macizo de Guamuhaya.

Hasta esa finca, don Miguel había llevado a Ma’ Dolores, luego de comprarla por 600 pesos oro en un remate de esclavos en Angarilla y Carmen. Cuentan que era de regular estatura, carnes tersas, finas facciones y de ojos de albatros, ave que jamás vio al cruzar el océano Atlántico en viaje Cuba en el barco negrero, por estar encadenada en la bodega de la embarcación.

Cuando arribó a El Corojal, la bautizaron como María Dolores Iznaga. Con el devenir del tiempo se volvió imprescindible para los patrones del ingenio, una de las 66 fábricas de azúcar existentes en el Valle de los Ingenios en 1857, como expuso Hernán Venegas en Trinidad de Cuba: Corsarios, azúcar y revolución en el Caribe.

La esclava no andaba en cuchicheos por el zaguán ni cuando iba a sacar agua fresca del aljibe. Médico al fin, Cantero se percató rápidamente de la inteligencia innata de aquella negra conga. A él le urgía una auxiliar en su consulta y se lo propuso. “Sí, su mercé’”, le respondió Ma’ Dolores, y esa noche ni por asomo le dolió la cicatriz del tobillo del pie derecho, causada por el grillete del barco negrero.

Gracias al doctor Cantero, supo de la hipnosis, la fangoterapia e hidroterapia, técnicas utilizadas aún en la Medicina. En un potrero próximo a la casona, visitado en 1859 por el sabio español Ramón de la Sagra, brotaban aguas sulfurosas de los manantiales, a orillas del río Ay, empleadas, desde entonces, en enfermedades cutáneas y reumatismos, escribió el científico en su libro Historia física, económico-política, intelectual y moral de la isla de Cuba.

Mas, en El Corojal Ma’ Dolores no conoció únicamente de las bondades de la medicina natural. A la luz de los candelabros, solían reunirse hombres que lucían leontinas y negras levitas. Conversaban no solo del último cuadro pintado por Federico Fernández-Cavada —habitual de las tertulias— o de su encarcelamiento en una prisión de Virginia, Estados Unidos, durante la Guerra de Secesión. La metrópoli española asfixiaba la isla. Asistían, además, Lino Pérez Muñoz —combatiría en la Guerra Grande bajo el mando del propio Fernández-Cavada, así como de Ignacio Agramonte y Máximo Gómez— y Juan Bautista Spotorno, quien llegaría a ser presidente interino de la República en Armas (junio de 1875-marzo de 1876); aunque luego comulgó con el autonomismo.

Tarde en la noche, Ma’ Dolores los veía partir de la mansión en las calesas rumbo a Trinidad, y a ella empezaron hacérsele familiares las palabras independencia y libertad. Después, las abrazaría con hechos al estallar la Guerra de los Diez Años el 6 de febrero de 1869 en predios trinitarios y en varios puntos de la región espirituana.

Sus dueños le concedieron la libertad, y devino mensajera entre los patriotas de la tercera villa y los alzados en las montañas. Siempre encontraba la forma de burlar la vigilancia española, que olía infidencia por cualquier esquina de la ciudad y camino del Valle de los Ingenios. Bajo su vestido, trasladaba medicinas y armas por aquellos trillos, repletos de caña, miraguanos y palmas reales.

Cuando su vida empezó a peligrar en la zona de El Corojal, los jefes mambises le ordenaron retirarse a Cabarnao, cerca de Magua, distante a unos 5 kilómetros del camino Trinidad-Sancti Spíritus. Estaba por nacer la leyenda de La bruja de Cabarnao.

MILAGROS EN CABARNAO

Casi en las márgenes del arroyo Cabarnao, a la sombra de un mamoncillo, Ma’ Dolores levantó su bohío de palma y yagua, convertido en hospital de campaña de los insurrectos. Lo aprendido con el doctor Cantero le sería de valor inapreciable para curar a los heridos, atender a los enfermos y a cuanta alma buscaba alivio para sus dolencias físicas y espirituales.

Dicen que a veces pasaba sus dedos por los labios y lengua, y presurosamente untaba la saliva en la herida infectada del doliente, a quien miraba fijamente a los ojos por largo tiempo, hasta que el creyente dejaba de escuchar el precipitarse de las aguas del arroyo, nacido en el lomerío. Cuentan que, desde la orilla, observaba cómo el enfermo entraba sin prisa a la poza milagrosa. En ocasiones, la negra le embadurnaba el cuerpo con fango. Siempre llegaban el remedio, la cura, dicen.

Para el intelectual, patriota y médico Emilio Sánchez y Sánchez — según acota en Recuerdos del tiempo viejo: tradiciones trinitarias,no cabía duda de que Ma’ Dolores “adquirió su ciencia en los conciliábulos de los barracones y ranchos de los ingenios mediante las experiencias y sugestiones de los negros brujos.

Ma’ Dolores —considerada por estudiosos de los ritos del Palo Monte una Ngudi nganga (Madre de prenda)— nunca esperó nada a cambio. La sanación era la única gratitud, la única almohada donde ella reposaba su cabeza, resguardada con blanco pañuelo. Aun así, cuando no había dejado la hamaca al amanecer, un mulatico llamado Jesús Barrizonte le alcanzaba las monedas que los agradecidos colocaban en una jícara, al lado del tronco de una ceiba cercana.

—Ahora mimitico le traigo la café, le decía el viejo negro José Domingo Celís.

Al rato, el anciano, apoyado en una vara de quiebra hacha, y el muchacho salían en busca de las yerbas para los brebajes y las compresas que Ma’ Dolores utilizaría en la cura de los enfermos.

El mito crecía, y una copla empezó a correr de boca en boca por la comarca, recogida en Leyendas trinitarias por el folclorista y dramaturgo Pablo Dalmau: Señores de Trinidad / apareció un manantial / medicina celestial / para la comunidad. / Aquí Dolores está / a la que juzgan por loca. / A la gente de ciencia poca / que no tiene idea moral. / Dicen que no pué cural / con saliva de boca.

Una tarde la tranquilidad desapareció de Cabarnao. En el bohío de Ma’ Dolores, irrumpió una tropa de guardias civiles, liderados por un negro bozal, con fusil con bayoneta a la espalda, que vestía pantalón blanco, camisa rayada y sombrero de jipijapa. Integraba el batallón de Cuerpo de Voluntarios de Trinidad.

Apenas encontraron unos negros bailando alrededor del muchacho y el anciano. Lo revolcaron todo. Nada de algún papel, arma u otro indicio que comprometiera a los presentes con la guerra en curso. Aseguran que se llevaron una piedra santa enterrada, collares de semillas, caracoles, calderos, imágenes de Santa Bárbara y de San Lázaro… Era el 15 de mayo de 1876, cuando fueron detenidos Ma’ Dolores y 13 individuos más, refirió Emilio Sánchez y Sánchez.

Antes de retirarse, los intrusos le prendieron fuego a la casucha de guano, y ni al negro José le dio tiempo a coger su rústico bastón de quiebra hacha, devorado también por las llamas.

AL PAREDÓN

Ma’ Dolores bajó del carretón. El viento había cedido; no así los gritos de la multitud que le acompañaba desde la Real Cárcel; tras esas mismas rejas estuvieron otras mujeres durante la Guerra Grande, entre ellas Carmen Barceló, Delfina Ortega, María del Rosario Vilahomat, Dolores Santander y Manuela Hidalgo Cabanillas, tía materna del hijo de José Martí, José Francisco Martí Zayas-Bazán, citadas por Francisco Marín Villafuerte en Historia de Trinidad.

¡A mí no va matá’, lo angelito me viene a bucá’ y me va llevá’!,repetía la negra, mientras caminaba hacia el paredón.

Hundió los pies en la tierra, quién sabe por qué. Frente a la mujer, el piquete de uniformados, con los fusiles en ristre. Cuando Ma’ Dolores se negaba a que le vendaran los ojos, por el Camino Real que conducía a Sancti Spíritus, apareció un oficial que hincaba insistentemente en los ijares del caballo y agitaba un pliego en su mano derecha. Era el llamado correo gabinete.

—¡Suspendan la ejecución! ¡Suspendan la ejecución! ¡Traigo el perdón Real!

La pena de muerte, dictada por la Comisión Militar Ejecutiva y Permanente, era condonada por el destierro en Ceuta, España. La muchedumbre se enardeció. Y Ma’ Dolores, presa del llanto, miraba de soslayo a su antiguo dueño, que pasaba inadvertido entre la multitud.

*Historiador Oficial de la ciudad de Trinidad

Enrique Ojito Linares y Manuel Lagunilla Martínez*

Texto de Enrique Ojito Linares y Manuel Lagunilla Martínez*

3 comentarios

  1. Una crónica muy interesante.
    Disfruté la lectura muy amena, entretenida y es una enseñanza sobre situaciones que sucedieron en Cuba en épocas pasadas.
    Muchas gracias por su publicación.
    Un afectuoso saludo.

  2. Eso es lo que le hace falta a la cultura nacional, documentos , historias anecdóticas que incrementen la necesidad de conocimiento de la poblacion en general,Ma dolores lleva el nombre de una instalacion de turismo en trinidad y de una posa milagrosa de la cual habla el historiador, tertulias , encuentros con el historiador de la ciudad no por gusto trinidad es la 3ra villa fundada por el adelantado Diego Velasquez y posee la condicion de patrimonio cultural de la humanidad, porque trinidad se muestra en si misma y para todo el mundo, de ahi la importancia de estudiarla cada dia mas, de restaurarla cada dia mas, de priorizarla cada dia mas, de amarla cada dia mas y lo mas importante de protegerla cada dia mas, es incomprensible que trinidad no cuente con un telecentro que permita la difusion de su belleza , de su historia, de su desarrollo y por que no de sus carencias y dificultades pregunto cuanto se ha hecho o se hace para poder lograrlo,no cuente con un local adecuado destinado para su banda de musica que hace poco celebró aniversario que le permita al pueblo disfrutar de su repertorio,ahora puede ser el teatro La Caridad que en trinidad no se celebre de forma trimestral un encuentro de historiadores, lanzamiento de libros, tertulias, encuentros de historiadores y conocedores de la localidad con estudiantes de todos los grados,un sitio digital del historiador de la ciudad para que publique esas historias , memorias, anecdotas que la hacen mas atractiva, mas retadora, mas autentica y mas sublime para las nuevas generaciones, pienso y propongo que en trinidad deben efectuarse las graduaciones y la discusion de maestrias y doctorados en la rama de la historia del arte, la musica, las artes plasticas, la historia de Cuba, la entrega de premios y distinciones alegoricas a la lucha contra bandidos,eventos de cine debate. Ese es el valor de la cultura y la calidad que tenemos que rescatar y esto es tarea de todos y todos tenemos que constribuir al logro de este objetivo, Trinidad como ciudad lo merece y el pueblo como gestor y actor lo enaltece.Muchas Gracias

  3. La espirituana

    Bella historia la de Ma Dolores, una mambisa de la qué poco sabemos y que tanto ayudó en tiempos difíciles

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