Turrón por terrón

Acorde con Esteban Pichardo, en el siglo XIX los cubanos utilizaban turrón para aludir a los grumos de azúcar. Y, gracias a Manuel Martínez-Moles, se tiene noticia de que en la tercera década del XX se aplicaba turrón en combinación no solo con azúcar, sino con sal o tierra, al menos en predios espirituanos, como sucede todavía en el registro informal de esta provincia y de otras de la isla

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Ilustración: Osval

Toda la vida muchos cubanos han llamado turrones a las masas de tierra compacta que van quedando a un lado y otro del surco cuando se ara. Turrones les han dicho siempre, además, a los pequeños conglomerados de azúcar o sal que algunos granos suelen formar por causa de la humedad.

Asimismo, turrones son, para ellos, como para los demás cubanos y el resto de los hispanohablantes, los célebres de Alicante o Jijona y otros dulces parecidos —señaladamente, en el español actual de Cuba, el dulce de maní en barras—.

En relación con la tierra, el azúcar y la sal, turrón se usa en vez de terrón. Hube de aprenderlo en la escuela y en los libros, porque en el habla común de mi pueblo sonaría muy raro, y hasta pedante, decir terrón (de tierra), terrón de azúcar o terrón de sal.

De acuerdo con los datos recogidos en el Corpus del Nuevo diccionario histórico del español (CNDHE), la voz terrón, que en el siglo XIII significaba ‘masa pequeña y suelta de tierra compacta’ (Diccionario de la lengua española, DLE), experimentó, al menos desde la primera mitad del XIV, una extensión metafórica hacia otros referentes, indicando acumulación. Este desplazamiento de significado atañó, primero, a entidades materiales —azúcar, sal, miel, cal, oro…—. De la centuria posterior se encuentran realizaciones donde la designación de terrón se ha ampliado al ámbito inmaterial: «Fingiéndote fiel, eres un terrón de lisonjas, bote de malicias» (Celestina, 1499).

Justo en el siglo XV se documentan las primeras apariciones de turrón ‘dulce, por lo general en forma de tableta’ (DLE). Corominas y Pascual barajan dos hipótesis: en una, turrón se deriva de tierra con el significado primitivo de ’terrón’, «por comparación con un conglomerado de tierra»; en otra —la que mejor argumentan—, mediante la influencia del verbo castellano turrar ‘tostar’, es fruto de la evolución del préstamo catalán torró, en cuya forma arcaica, terró, opera igual analogía entre el dulce y el pedazo de tierra apelmazada.

Lo cierto es que en el siglo XV existían en español, diferenciados, los usos de terrón y turrón que más tarde la lexicografía académica respaldaría, hasta hoy.

Sin embargo, conforme con el Diccionario histórico del español de Canarias, la acepción de turrón relativa a la masa de tierra —vigente aún en todas las islas de ese archipiélago— se atestigua desde 1637, fecha de este ejemplo: «le había dado unos palos a la mujer de Mesa porque le quiso dar con un turrón y le echó un sato que mordió a sus puercos». En cambio, solo a comienzos del siglo pasado se documenta allí la aplicación de turrón a otras sustancias como sal y azúcar —sin vitalidad hoy entre canarios, al parecer—. Añade el propio repertorio que el lexicógrafo Antonio Alcalá Venceslada «la autoriza con varios ejemplos literarios» en el español de Andalucía.

En cuanto a nuestro país, siguiendo a Esteban Pichardo, es posible afirmar que, al menos en el primer tercio del XIX, los cubanos utilizaban turrón para aludir a los grumos de azúcar. Años después, en 1928, y gracias al Vocabulario espirituano, de Manuel Martínez-Moles, se tiene noticia de que en tales predios del centro de Cuba se aplicaba turrón en combinación no solo con azúcar, sino con sal o tierra, como sucede todavía en el registro informal de la provincia Sancti Spíritus y de otras de la isla, preferentemente entre adultos y ancianos, según aprecio.

Por último, en 1981, casi a finales del XX, en Del piropo al dicharacho (Folklore oral de Cuba), Samuel Feijoo relaciona una unidad fraseológica en la cual turrón se refiere a la masa de tierra: «De cualquier turrón sale un ratón dando brincos».

El empleo en Cuba de turrón para indicar terrón, que compartimos con canarios y andaluces, fue censurado, en el XIX, por Esteban Pichardo y Felipe Poey. Y los más importantes repertorios de cubanismos del XX ni siquiera lo tuvieron en cuenta. Tampoco el más reciente, Diccionario ejemplificado del español de Cuba.

En YouTube se halla una grabación donde Celia Cruz nos deja un testimonio lingüístico firme sobre la presencia del trueque de turrón por terrón en la historia del español de Cuba. Interpretando Mi cocodrilo verde se la escucha: «Mi cocodrilo verde, / turroncito de azúcar, / las gaviotas anidan / en tu litoral».

Agrego un dato: para ponderar el dulzor de una fruta o golosina, o lo salado de una preparación gastronómica, algunos cubanos apelan, respectivamente, a las locuciones ser (algo) un turrón de azúcar y ser (algo) un turrón de sal.

La intención ponderadora de esta clase de expresiones se verifica en varias de las realizaciones metafóricas de terrón reunidas en el CNDHE y queda manifiesta en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), del maestro Alonso Correas: «de un muy enamorado, o enamoradizo, decimos que es un terrón de amor, como cuajado y condensado en amor, como de lo muy salado se dice que es un terrón de sal».

Será tarea de la ciencia investigar la extensión y vigencia de turrón por terrón en la lengua que hablamos los cubanos hoy.

Pedro de Jesús

Texto de Pedro de Jesús
Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua. Narrador y ensayista. Premio Alejo Carpentier.

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