Sabía que el avión se iba a caer (+fotos)

Lo confiesa Léster Pérez Sánchez, el piloto que días atrás sobrevivió al aterrizaje forzoso en pleno campo, tras apagarse el motor de la nave por la contaminación del combustible con agua. El M-18 fue reparado y está listo para volver a los cielos de La Sierpe

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Esta nave y, también el piloto Léster Pérez, participaron semanas atrás en la extensión del incendio de Mayarí, en Holguín. (Fotos: Julio Bismar/Facebook)

Cuando instantes después de despegar el pasado 11 de abril de la pista de trabajo en Sur del Jíbaro el M-18, perteneciente a la entidad aérea espirituana, se disponía a tirar sobre los arrozales de La Sierpe la octava carga de la jornada se le apagó el motor y el avión se precipitó a tierra. Entonces, el piloto Léster Pérez Sánchez tuvo, si acaso, un minuto para reaccionar; apenas volaba a una altura de 50 metros. A pura destreza y con sangre fría logró aterrizar sobre un campo de arroz recién cortado.

Los 30 años en la aviación agrícola han dotado el piloto, natural de Cienfuegos y aplatanado en Sancti Spíritus, de aprendizaje, experiencia y herramientas operacionales que le permitieron tomar, en segundos, las decisiones más trascendentales de su vida para sobrevivir a la inesperada emergencia.

El avión vino volando desde el mismo lugar del accidente hasta Sancti Spíritus luego de hacérsele allí las reparaciones necesarias.

“Ya había tirado esa mañana siete cargas, me quedaba una vuelta de fumigación”, narra con serenidad a Escambray, la misma que tuvo en aquellos instantes de la emergencia; se acomoda en la butaca de la sala de su casa, como quien se dispone a ver, por segunda vez, su propia película basada en hechos reales.

“Regreso a la pista de Sur del Jíbaro, se gasea el avión con combustible y me cargan los productos químicos; despegué hacia el campo de arroz, iba a una altura de 50 metros, lo normal. Ya cerca de allí, el avión tiene una explosión en el motor, y como que se apaga; inmediatamente doy acelerador, y el avión no me responde; ahí decidí botar la carga por emergencia, hago un intento a ver si puedo llegar a la pista de El Cedro, estaba más próxima, pero me di cuenta de que no podía.

“Al ver que el avión no me reaccionaba, tuve que optar por un campo; en ese momento pasaba por arriba de uno sembrado de arroz. Aceleraba, pero nada, hasta que se apagó completo el motor. Entonces, vi el otro campo y me dije: Bueno, si está seco, está duro el terreno, voy a dar brincos como un toro, pero no hay otra opción, y me tiré”, describe el piloto y hace una pausa, la que no pudo hacer cuando tuvo certeza que el avión se caía. Sabe mejor que nadie el final de la película, mas revela fragmentos inéditos.

“El susto viene después de que el avión se cae. No es que uno tuviera seguridad de que lo dominaría, es el instinto; a la altura que iba, o me caía en ese campo o en el otro más cerca; porque era pa’bajo, pa’bajo, pa’bajo …, sabía que el avión se iba a caer. Después que aterricé, que paró, desconecté los magnetos, quité la batería para si había algún salidero de combustible o corte eléctrico; bajé del avión, me alejé, cuando me vi así dije: ¡Coño!, me caí. Ahí fue cuando me asusté un poco”.

Así termina esta película que bien pudiera llamarse: Léster Pérez Sánchez, el piloto que milagrosamente salvó la vida en una terraza de La Sierpe. Está basada en hechos tan reales que el mismo protagonista alargó el final: “Primera vez en 30 años de piloto que me caigo de un avión; tengo por delante un chequeo médico, pero me siento listo para volar otra vez. Mis compañeros me dicen que ahora tengo que celebrar dos cumpleaños: el 17 de marzo, el día que nací y, el 11 de abril, cuando salvé la vida, porque el desenlace pudo haber sido peor”.

Primera vez en 30 años de piloto que me caigo de un avión, explica Léster.

AGUA EN EL COMBUSTIBLE

Como está pautado en las normas de la Aviación, una comisión nacional especializada se trasladó al lugar a investigar el accidente. Se dictaminó que la causa que provocó que el motor se apagara en pleno vuelo fue la contaminación con agua del combustible almacenado en una paila, tras la lluvia que precipitó en la zona días antes del hecho.

Así lo declaró a Escambray José Lorenzo García, director provincial de Transporte. “A pesar de ser una paila nueva, adquirida recientemente por el país, perdió hermeticidad, le penetró agua y contaminó el combustible. También la investigación encontró fallas en el proceso del gaseado del avión, que impidieron detectar la contaminación del combustible al serviciarse la nave, lo que ocasionó el daño al motor y la caída”, explicó el directivo.

Al propio tiempo, Lorenzo García resaltó el trabajo desplegado por el dispositivo de la aviación espirituana para reparar la nave en pleno campo y la determinante colaboración de la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro, tanto en la protección del avión durante los cerca de tres días que permaneció allí como a la hora de preparar en la propia terraza una pista rústica que permitió el despegue y la posterior travesía hacia la cabecera provincial.

Después que aterricé, que paró, desconecté los magnetos, quité la batería para si había algún salidero de combustible o corte eléctrico, relata el piloto.

EL M-18 VOLVERÁ A LA SIERPE

“El avión está de alta”, precisó Ernesto Cuéllar Rodríguez, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Sancti Spíritus, de la Empresa Nacional de servicios Aéreos. Ahora lo que falta es hacerle un chequeo de estructura detallado, que es pasarle un equipo de rayos X, trabajo a realizar por un especialista, señaló.

“El avión técnicamente está bien, vino volando desde el lugar del accidente para el aeropuerto espirituano; se improvisó allí mismo un taller a cielo abierto y en condiciones totalmente atípicas se hicieron las correspondientes reparaciones para poner de alta el avión, que no tuvo grandes daños. Desde que se cumpla el paso del chequeo que falta, de no existir problema o si se detecta algo corregirlo, la nave volverá a los cielos de La Sierpe”, subrayó Cuéllar Rodríguez.

La irregularidad del terreno donde aterrizó la nave, rodeado de canales y obras de fábrica, complejizó cualquier maniobra para sacarlo de allí, a la vez que se buscó evitar el desarme del avión. “Se logró en ese terreno irregular hacer un aplanamiento y quedó una pista de más de 700 metros que permitió el despegue sin problemas y que hiciera la travesía hasta el aeropuerto en Sancti Spíritus sin contratiempos”, acotó Ernesto Cuéllar.

El representante de la aviación espirituana informó que está pendiente el dictamen final de la investigación, como paso previo a las medidas que se deriven de tales hechos para evitar que puedan repetirse.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

2 comentarios

  1. Lester, es un piloto que aunque joven tiene experiencias, comenzó su vida en la aviacion desde temprana edad, es muy habil para el desempeño de su trabajo. Un saludo personal a Lestes, que lo conozco desde del 1990. hace ya muchos años.

  2. Excelente trabajo y los elogios para este destacado piloto que también combatió el incendio de grandes proporciones en los supertanqueros de Matanzas.

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