Las energías del Escambray

Dossier dedicado a la presencia del Che Guevara en Sancti Spíritus

 

(Fragmentos del libro La batalla del Che: Santa Clara)

Entre las muchas acciones notables de la guerra revolucionaria cubana, “La Invasión” parece encontrarse en la categoría de esas hazañas imposibles que al paso del tiempo se convierten en leyendas y que por más veces que se narran y por mayor precisión de detalles que se ofrecen, siempre dejan en el lector el sabor de estar asistiendo a una historia increíble.

Ruta de la columna invasora No.8 “Ciro Redondo desde la Sierra Maestra hasta el Escambray
Ruta de la columna invasora No.8 “Ciro Redondo desde la Sierra Maestra hasta el Escambray

La columna 2 “Antonio Maceo”, al mando de Camilo y con unos 80 hombres, partió de la Sierra Maestra el 21 de agosto de 1958; una semana más tarde, la columna 8 “Ciro Redondo”, encabezada por el Che y con unos 140 hombres, iniciaba un recorrido casi paralelo.

La columna del Che, que llevaba como segundo comandante a Ramiro Valdés, expedicionario del Granma y asaltante del Moncada, uno de los cuadros históricos del 26 de Julio, estaba formada por una combinación de combatientes veteranos de la ex columna 4, jóvenes de origen campesino alzados desde el 57, y reclutas de la escuela de Minas de frío, así como algunos combatientes integrados tras la derrota de la ofensiva batistiana. La Experiencia guerrillera estaba depositada en cuadros como Joel Iglesias (17 años, con grado de capitán, durante la invasión); Roberto Rodríguez, el Vaquerito, 23 años; los tenientes Alfonso Zayaz, Ramón Pardo, Guile; Rogelio Acevedo, 20 años; Manuel Hernández; combatientes destacados como Eliseo reyes, San Luis (16 años), o Carlos Coello (18 años). En la columna marchaban dos cuadros del Partido Socialista Popular (PSP) veteranos de la Sierra Maestra, el teniente Pablo Ribalta y el capitán Armando Acosta, nativos de Las Villas y cuyos contactos en la zona podían ser esenciales.

Durante 50 días, marchando a pie, saliendo de la provincia de Oriente, cruzando Camagüey y entrando en Las Villas, los “invasores” de la columna 8 recorrieron 677 kilómetros rompiendo cercos, combatiendo a fuerzas del ejército, sorteando emboscadas de tropas que los superaban abrumadoramente en número siendo bombardeados varias veces, soportando un ciclón, durmiendo en zonas inundadas, perdiendo y retomando el contacto con militantes del 26 de Julio, del PSP, cargando armas y municiones, heridos a veces, comiendo un promedio de dos veces por semana (en 15 ocasiones en total), con los pies llagados por la marcha y los hongos, enfermos, agotados.

Con tan solo tres muertos y heridos, la pérdida de de 10 hombres que terminaron uniéndose a la columna de Camilo y 8 hombres dados de baja, los invasores de la “Ciro Redondo” arribaron al Escambray el 16 de octubre, “cuando la situación era más tensa, cuando ya solamente el imperio del insulto, de ruegos, de exabruptos de todo tipo podía hacer caminar a la gente exhausta, una sola visión en lontananza animó sus rostros e infundió nuevo espíritu a la guerrilla. Esa visión fue una mancha azul hacia el occidente, la mancha azul del macizo montañoso de Las Villas”. Paulatinamente entraron en contacto con hombres del 26 de Julio, el partido Socialista Popular y guerrilleros del Directorio Revolucionario que estaban a la espera. Camilo y su columna habían realizado la hazaña en 31 días y establecido su punto de apoyo en la zona norte de la provincia, donde operaba una guerrilla del PSP encabezada por Félix Torres.

La columna del Che situó su primera comandancia en la zona de El Pedrero, y el comandante Guevara se dispuso a sacar “los trapos sucios al sol” mientras los hombres se reponían.

El Che en el Pedrero.

La situación en el Escambray era harto confusa. En la región se había constituido desde febrero del 58, el segundo frente del Escambray, organizado por el Directorio Revolucionario que había pasado por las indecisiones sobre la línea insurreccional de la segunda fuerza revolucionaria del país y una escisión protagonizada por algunos miembros del frente dirigidos por Gutiérrez Menoyo que habían negociado con el grupo politiquero de Prío Socarrás a espaldas del Directorio, creando una guerrilla que conservó el nombre de Segundo Frente. Además de estos dos grupos armados, en la zona en la que habría de operar el Che existía un destacamento de escopeteros del Movimiento 26 de Julio dirigido por el Comandante Víctor Bordón que se había alzado definitivamente tras los sucesos de abril.

El Che y Bordón durante la toma de Cabaiguán.
El 16 de octubre la columna 8 acampó en la finca Cantú, ya en las estribaciones del Escambray. Los hombres se bañaron, se tomó café, los guerrilleros del Directorio, que habían venido actuando como prácticos desde el día anterior, se movilizaron hacia su campamento de Dos Arroyos para informar a la jefatura de su columna de la llegada del Che.

Mientras las fuerzas se reponían el Che tuvo conocimiento de un circular del comandante Jesús Carrera, dirigente del Segundo Frente del Escambray, en la que prohibía el paso a tropas rebeldes por las zonas que su organización controlaba.

El Che sabía que tenía el tiempo encima. Las elecciones programadas por la dictadura para el 3 de noviembre, estaban próximas. Tenía la orden de comenzar a hostilizar el transporte y cortar las comunicaciones, tenía enfrente las grandes divisiones de las organizaciones armadas y a eso se sumaba la difícil tarea de consolidar una base y una zona de operaciones. En palabras: “El tiempo era corto y la tarea enorme”.

En los siguientes comenzó a entrevistarse con los dirigentes de las fuerzas rebeldes de la región. Primero absorbió un pequeño grupo del 26 de Julio que operaba en la zona y había tenido conflicto con la tropa del Segundo Frente. El día 20 de octubre la columna de Víctor Bordón respondiendo a una nota del Che en la que ordenaba reunirse con él “tratando de esquivar todo tipo de encuentro con la tropa del Segundo Frente” llegó a Las Piñas.

Víctor Bordón acaudilla a 210 hombres mal armados. Son el resultado de los trabajos del 26 de Julio para organizar en Las Villas una guerrilla rural que ha pasado por grandes altibajos. El propio Bordón, alzado desde noviembre de 1956 al huir de la represión, reúne en los dos últimos años de su biografía personal, todos los pormenores de la historia: intentos por reincorporarse a la clandestinidad urbana, por montar una fuerza autónoma que opere en las montañas, o por sumarse a la Sierra Maestra, y en los últimos el trabajo de organizar una concentración de hombres que han tenido que enfrentarse con los dirigentes del Segundo Frente, quienes consideran Las Villas como su provincia, su coto privado, y aunque no han realizado acciones militares importantes contra la dictadura, mantienen la Sierra del Escambray como una zona “liberada” propia. En los últimos días Bordón ha sido detenido por las tropas del Segundo Frente y algunos de sus hombres emboscados y desarmados por las patrullas de éste.

Bordón había dejado 30 hombres en su zona de operaciones y acudido con el resto a la cita con el Che. El Comandante Guevara adoptó frente al grupo su actitud habitual, señaló la férrea disciplina a la que habrían de integrarse dentro del marco de la columna 8 y ofreció el licenciamiento a los que quisieran retirarse. Sólo 30 abandonaron. Bordón sustentaba el grado de Comandante, el Che le ofreció el de capitán dentro de las fuerzas reorganizadas. El obrero azucarero aceptó sin resabios: está claro que Guevara y sus invasores vienen a organizar la guerra en serio y que más quiere este hombre que la ha estado buscando en los últimos años en multitud de callejones sin salida.

Al día siguiente Guevara se entrevista en El Algarrobo con Faure Chomón y los dirigentes del Directorio Revolucionario. La reunión, en la que participan Ramiro Valdés y los comandantes del Directorio Rolando Cubela, Humberto Castelló y Raúl Nieves, llega rápidamente a fundamentales acuerdos: impulsar acciones conjunta contra los cuarteles de la dictadura, iniciarlas con un ataque sobre el cuartel de Güinía de Miranda en la propia sierra, sobre la base de la repartición de las armas capturadas, establecimiento de una cierta división territorial entre las dos fuerzas basada en el reconocimiento de sus mutuas zonas de influencia, pero con libertad de movimiento de las columnas dentro de estas, en resumen, crear las condiciones para la acción conjunta y el paso a la ofensiva. Los hombres del Directorio, bien organizados y con una trayectoria memorable de combatientes en la clandestinidad urbana, sienten que la presencia del Che puede romper la inmovilidad que los conflictos con el Segundo Frente han creado en el Escambray. Le señalan al Che la imposibilidad de actuar unitariamente con aquellos y denuncian su sectarismo, la politiquería del grupo y sus agresiones a los campesinos. El Che les contesta que él tiene una orientación de Fidel de proceder unitariamente y por lo tanto, se ve obligado a tratar de reunir en la acción a todas las fuerzas, eso incluye a los del Segundo Frente, que incluso militarmente son más importantes que la guerrilla del Directorio.

Esto no impide que se trace un proyecto unitario entre la columna Ciro Redondo y las fuerzas del Directorio. El inmediato resultado de las conversaciones se plasma en dos documentos, uno firmado por el Che a nombre del 26 y otro por Chomón como Secretario General del Directorio. En el primero se habla de “esperanza de (…) una unión integral entre todos los grupos combatientes en esta región cubana para el logro común de extinción de la dictadura”, y en el segundo, de la “fe en la unión de heroica y nueva generación representada por el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio”.

Un acuerdo quizá tan importante como los anteriores, es que el Che ubicará su comandancia en la zona en la que actúa la guerrilla del Directorio, en estos primeros días en una finca conocida como Las Piñas, de manera que puede operar en una región liberada donde se encontrará con relativa seguridad.

El 23 de octubre el Che redacta la última parte de su informe a Fidel sobre la invasión y dos días más tarde se entrevista de nuevo con Faure para coordinar el primer ataque a uno de los cuarteles del ejército en la Sierra, el de Güinía de Miranda. En un mensaje a Fidel el Che reseña: “tengo intenciones de hacer descansar dos días a la tropa, reorganizar a la gente que queda aquí, dar todas las instrucciones necesarias para la creación de todos los centros que necesitamos para el cuartel general (…) y salir con parte de la tropa y la mala bazuca a destrozar cuarteles”.

El Che tenía había tenido una reunión previa con el comandante Peña del Segundo Frente, quien les prohibió atacar Güinía por estar dentro de la zona “liberada” por ellos y les preguntó si pensaban quedarse en Las Villas, a lo que Guevara contestó tajante que sí y que les daba una semana para tomar Güinía o lo harían los hombres de su columna.

El 26 de octubre a las 10 y 30 de la noche un par de pelotones de la columna 8 atacaron el puesto de la Guardia Rural de Güinía, donde había una guarnición de 14 soldados. Tras varias horas de combate, un bazucazo lanzado por el propio Che, desesperado porque el arma estaba en malas condiciones y su operador habitual fallaba, definió el encuentro. Ramiro Valdés encabezó el grupo de combatientes que entraron al cuartel desarmando a los soldados. La operación, aunque exitosa porque culminó con un muerto, 4 heridos y 9 soldados prisioneros y el cuartel incendiado, por lo que ahí ya nunca volverían a instalarse tropas de la dictadura, había estado llena de imprecisiones, se habían gastado demasiadas municiones, la bazuca era un desastre, la columna aún no funcionaba de una manera coordinada. Pero la importancia de la operación iba más allá de los resultados obtenidos, había establecido la nueva dinámica de la lucha en el Escambray, llegar y combatir, no dar respiro al enemigo.

Mientras lanzaba a sus pelotones a hostigar las comunicaciones, ya con las elecciones fantasmas de Batista encima, el 27 de octubre el Che se dirigió a Caballete de Casa, en plena sierra, donde quería establecer un campamento permanente y bien organizado en el que crearía un hospital, una comandancia y una escuela para las decenas de reclutas que estaban llegando a sumarse.

Caballete de Casa, ubicado a treinta Km. de la ciudad de Fomento, fue el lugar escogido por Ernesto Che Guevara para campamento de la Columna # 8 “Ciro Redondo”, después de su arribo al Escambray en octubre de 1958.

Los últimos días de octubre y los primeros de noviembre “…fueron de extraordinaria actividad: nuestras columnas se movilizaron en todas direcciones, impidiendo casi totalmente la afluencia a las urnas de los votantes de esas zonas”. En Las Villas, sin embargo, el abstencionismo, fuera de la región del Escambray y de los llanos donde operaba Camilo, se logró “… en forma espontánea, ya que no hubo tiempo de organizar sincronizadamente la resistencia pasiva de las masas y la actividad de las guerrillas”.

El fenómeno, similar en el país, donde se alcanzaron cuotas de abstención del 95 % y promedios del 80 %, impidió a la dictadura cubrirse con un manto de legalidad y Batista impuso fraudulentamente a su candidato Andrés Rivero Agüero.

Mientras los invasores desarrollaban sus primeras acciones armadas, el Che se vió obligado a un nuevo enfrentamiento, ahora dentro de las filas del propio Movimiento 26 de Julio, con la dirección regional de Las Villas. El Che le había propuesto a la clandestinidad el asalto a un banco para financiar las urgentes necesidades que el gran desarrollo que preveía en la zona iba a generar. Enrique Oltuski, coordinador de la región en el llano, respondió negándose, con el argumento de que ni Fidel lo había hecho cuando en la Sierra no había qué comer. Para presionar a favor de su actitud, amenazaba al Che con la renuncia de las direcciones de los pueblos, se negaba a que la tesorería se depositara en la sierra y exigía al Che un recibo. La carta caía sobre una serie de desconfianzas que el Che ya había reseñado a Fidel en su informe sobre la invasión, durante la cual le había resultado más fácil a la columna 8 recabar apoyo de los recién llegados al proyecto insurreccional, miembros del PSP, que de las propias fuerzas urbanas del 26 de Julio, y se inscribía en los famosos debates entre la sierra y el llano que habían culminado tras la derrota de la huelga de abril en la centralización de la dirección de la guerra en manos de Fidel y la Sierra Maestra.

El Che respondió indignado:

“… Cuando pedimos ayuda a las clases que podrían sufrir en sus intereses por el asalto, nos respondieron con evasivas para, finalmente, traicionarnos: como ocurrió con los arroceros en la reciente ofensiva.

“Según quien me trae la carta, las direcciones de los pueblos amenazan con renunciar. Estoy de acuerdo con que lo hagan. Más aún lo exijo ahora (…) Me veo en la triste necesidad de recordarle que he sido nombrado Comandante en Jefe, precisamente para dar una unidad de mando al movimiento y hacer las cosas mejor (…) barreré, con la autoridad de que estoy investido, con toda la gente floja de los pueblos aledaños a la Sierra. No pensé que vendría a ser boicoteado por mis propios compañeros…

“Me pides un recibo con mi firma, cosa que no acostumbramos a hacer entre compañeros (…) No se me hubiera ocurrido pedírtela a ti sobre nada, aunque le exigiría cien a Gutiérrez Menoyo”

La carta culminaba invitando a Oltuski y al jefe de acción en Las Villas, Víctor Paneque, a que subieran a entrevistarse con él en la sierra.

Las dificultades quedaron zanjadas, y no se volvieron a presentar en el resto de la campaña en Las Villas.

Otro logro de la columna 8 fue una profundización de las relaciones con los campesinos.

El desarrollo de un pequeño proyecto de Reforma Agraria, que seguía las huellas del decretado en la Sierra Maestra el 3 de noviembre, se había concretado en el Escambray en una supresión del pago de las rentas de los trabajadores arrendatarios a los grandes propietarios. “ De hecho avanzábamos con la Reforma Agraria como punta de lanza del Ejército Rebelde”.

Por último el Che, tratando de alcanzar uno de los objetivos señalados por Fidel, intentó mejorar las relaciones con la dirección del Segundo Frente, pero tras una entrevista con Carrera, en la que el comandante del Segundo Frente estaba medianamente borracho, lo más que logró fue un “ Statu quo donde se nos permitía hacer la Reforma Agraria en toda la zona perteneciente al Segundo Frente siempre y cuando se les permitiera a ellos cobrar tributos. A partir de este momento las relaciones se congelaron. El Segundo Frente se replegó a la región que dominaba y permaneció a la expectativa.

El 7 de noviembre el Che se dirigió por escrito a la dirección del Directorio Revolucionario señalando que las relaciones con el segundo Frente habían hecho crisis, por lo tanto no había posibilidad de acuerdo con ellos, lo cual “abría la vía de entendimiento con el Directorio”. En la misma nota informaba de la actitud unitaria del PSP que había puesto a disposición de la comandancia del 26 en Las Villas su organización en el llano y la guerrilla de escopeteros, que se mantenía activa en la zona de operaciones de Camilo, y pedía a Chomón que fijara cita para celebrar “conversaciones concretas”. El día 13, el Directorio contestaba formalmente aceptando iniciar las conversaciones y días más tarde estas se produjeron en La Gloria.

Chomón recordaría años después: “…La primera parte de la reunión fue un análisis de la conducta del grupo de Eloy Gutiérrez (…) El Che consideró la posibilidad de que conjuntamente los enjuiciáramos como traidores y cuatreros y ejercer una acción enérgica sobre ellos, antes de iniciar la ofensiva rebelde. No obstante consideramos que ello atrasaría la ofensiva sobre el ejército de Batista…”

En esta primera reunión se fijaron una serie de operaciones conjuntas contra un par de cuarteles de la zona de la sierra. Los acuerdos eran coincidentes con el inicio de una nueva campaña en la Sierra Maestra. Fidel, el mismo día 13, había lanzado desde Radio Rebelde un llamado para bloquear el tráfico militar hacia Oriente.

En los últimos días de noviembre, las fuerzas combinadas del 26 de Julio y el Directorio Revolucionario atacaron los cuarteles de Caracusey y Banao produciendo bajas entre los soldados, pero sin tomarlos, y realizaron una gran cantidad de acciones de bloqueos y emboscadas en las carreteras, cortes de postes de luz y vías férreas y atentados contra convoyes militares.

Las condiciones para el establecimiento de un pacto unitario formal entre el 26 de Julio y el Directorio en la región de Las Villas estaban dadas, y el 1ro de diciembre este se firmó en el campamento del Che en El Pedrero. El pacto que establecía la unidad de acción de ambas organizaciones (“perfecta coordinación en sus acciones militares”) dejaba públicamente de lado el problema del mando de las fuerzas conjuntas, aunque implícitamente este quedaba en manos del Che, como combatiente de mayor antigüedad y jefe militar de la fuerza más importante.

Mientras el documento era firmado por el Che Guevara –representando al 26 de Julio- y Castello y Cubela por parte del Directorio, la ofensiva de las fuerzas del ejército batistiano ya se habían iniciado. El Pacto de El Pedrero, como habría de ser conocido, fue firmado en medio del estallido de las bombas.

La aviación había bombardeado anteriormente la zona del Escambray, y algunas patrullas militares incursionaron en la zona controlada por el Directorio; pero desde la llegada del Che esta era la primera penetración militar en la región.

En mes y medio el Che había organizado a sus invasores, había sumado a su columna las fuerzas guerrilleras que el 26 mantenía en la sierra, subordinado a las milicias y las fuerzas clandestinas del llano dentro de un plan unificado, lanzado un proyecto de reforma agraria en el Escambray, firmado un pacto unitario con el Directorio, hostigado los cuarteles batistianos en la zona destruyendo uno de ellos, y creado una serie de campamentos en los que entrenaba en esos momentos una fuerza de reserva importante.

Ahora solo le quedaba consolidar todos estos avances derrotando a la primera ofensiva batistiana de envergadura que le venía encima.

El ejército concentró un millar de soldados apoyados por seis blindados, bazucas, morteros y con soporte aéreo, que avanzaron en tres direcciones con dirección a El Pedrero, tras haberse concentrado en la ciudad de Fomento.

El Che, siguiendo la experiencia obtenida durante la ofensiva batistiana del verano en la Sierra Maestra, diseñó una defensa muy flexible para desgastar el avance enemigo, con zonas minadas y emboscadas que se replegarían lentamente hasta los puntos de defensa principal.

El Che dispuso a sus fuerzas de la siguiente manera: en la entrada de Fomento a El Pedrero, las tropas de Bordón, el grupo de Camilo Cienfuegos que se encontraba de visita en la región en conversaciones con el Che, y el pelotón de Manuel. En el acceso de Cabaiguán a El Pedrero los pelotones de Angel Frías y Manuel Hernández y en el camino de Sancti Spíritus a El Pedrero las tropas de Joel Iglesias. El 29 se iniciaron los combates con un bombardeo sobre los campamentos de Manacas, Gavilanes y El Pedrero.

El 30 de noviembre una de las columnas del ejército avanzó por la zona de Santa Lucia donde el comandante Guevara había situado el pelotón del teniente Manuel Hernández, jefe de la vanguardia durante la invasión, un combatiente de 27 años de origen campesino, minero más tarde, alzado en la Sierra Maestra desde mayo del 57. Los rebeldes se replegaron hacia una segunda posición, en La Victoria, combatiendo. Allí la presión creció y se vieron obligados a replegarse de nuevo. El Che empleó entonces al pelotón del teniente Alfonso Zayas, un joven de 21 años alzado desde noviembre de 1956 y veterano de la Sierra Maestra, que fortificó la posición de la Loma del carpintero y luego pasó al ataque.

Una segunda columna del ejército chocó en Las Tunitas, un pequeño caserío, contra las fuerzas del capitán Joel Iglesias, uno de los alzados más jóvenes (18 años) campesino y veterano de los combates de la Sierra Maestra, que la hizo retroceder.

Una tercera columna llegó hasta la finca Buena Vista, donde se enfrentaron al pelotón de Rogelio Acevedo al que apoyaban algunas fuerzas de Víctor Bordón y el propio Camilo Cienfuegos.

Los rebeldes no sólo frenaron la ofensiva sino que además destruyeron un tanque del ejército.

El día primero el Che informó: “los esfuerzos del enemigo por avanzar fueron frustrados en todo el frente de combate, ocasionándoles muchas bajas”.

El día 2 el ejército desistió de atacar en la zona en que operaba el pelotón de Iglesias y los combatientes de la columna 2 con camilo al frente y comenzó a retirarse. El Ejército Rebelde pasó al contraataque, un nuevo tanque fue destruido, se hicieron muchas bajas y se capturaron armas y municiones. En su repliegue, los militares incendiaron las viviendas de 21 campesinos con el fuego de los tanques.

Tras un breve reposo, el 3 de diciembre, las fuerzas batistianas, con la moral muy baja, intentaron un nuevo asalto cambiando de frente, y apoyándose en la aviación, pero la vanguardia de sus tropas cayó en una emboscada de dos pelotones rebeldes dirigidos por Alfonso Zayas y Roberto Rodríguez, el Vaquerito, uno de los más valientes combatientes de la columna. Ocho soldados cayeron muertos y 13 heridos cerca de santa Lucia. En poder de los rebeldes quedaron una ametralladora calibre 30, tres ametralladoras browning, 10 garand y municiones; en el combate se destacó Eliseo Reyes, San Luis, que fue ascendido a teniente.

El día 5 el ejército no hizo ya ningún nuevo intento y comenzó a replegarse hacia Santa Clara. La iniciativa militar en toda la región queda en manos del Che. La ofensiva gubernamental de noviembre-diciembre había sido un paralelo del frustrado intento de la del verano contra la Sierra Maestra y en esta, al igual que en aquella, los militares habían sido derrotados.

El 4 de diciembre salió al aire la planta radial 8CR de la columna del Che Guevara y el 7 la C2 AM de la columna de Camilo Cienfuegos. El enlace con la Sierra Maestra podía obviar ahora la lentitud de los mensajes transportados de mano y podría, a través de las plantas radiales, hacerse directamente.

Mientras Camilo continuaba haciendo estragos en las comunicaciones del ejército en la zona norte de Las Villas, acosando cuarteles, colocando emboscadas, destruyendo las líneas telefónicas, organizando a los trabajadores de los ingenios, el Che dedicó su principal esfuerzo a la organización de sus bases en el Escambray. Fortificó Gavilanes y El Pedrero, instaló un pequeño hospital, colocó defensa antiaérea, construyó campamentos y fundó una importante escuela de reclutas en Caballete de Casa, para organizar a decenas de campesinos y militantes “quemados” en las ciudades de Las Villas que venían a unirse a su columna. El trabajo político con los campesinos de la zona se intensificó, comenzó la instrucción de los reclutas a cargo del teniente Pablo Ribalta, el maestro de escuelas del PSP que se había unido al Che en la Sierra Maestra y participaba en la invasión.

La base de Caballete estaba pensada como campamento permanente para una lucha que el Che concebía larga. Ideada como el centro de una zona liberada, desde la cual iniciar una ofensiva más profunda en la provincia que podría resistir los contraataques del ejército. Además de la labor con la reserva, en Caballete terminó de integrarse el “pelotón suicida”, un grupo de choque para asaltar los cuarteles formado por voluntarios y que reuniría a los combatientes más arriesgados. El teniente Rodríguez, el Vaquerito, quedó a cargo del grupo y durante los últimos días de noviembre y los primeros de diciembre el pelotón quedó prácticamente formado.

Con la clandestinidad urbana del 26 de Julio “solidamente controlada y puesta al servicio de la guerrilla, con los combatientes de la columna 8 en un excelente estado de moral y descanso, con el armamento mejorado por las capturas realizadas al ejército, con una sólida relación con la columna del Directorio revolucionario, con una base bien organizada atrás y habiendo cumplido la misión encomendada por Fidel de cortar en dos la isla”, el Che descubrió que había llegado el momento de empezar a planear la ofensiva que lo llevaría al total control de la provincia de Las Villas y a la captura, en un tiempo lejano, de su capital: Santa Clara.

(Tomado del libro La batalla del Che, Santa Clara, de Paco Ignacio Taibo II)

ESCAMBRAY, LA MISIÓN

Ver además
Al encuentro del Che