Soy más amigo que presidente (+fotos)

Cuando Léster Pino Orozco marcaba pautas como guajiro de potrero, le pusieron en las manos las riendas de la CPA Juan González, entonces en plena bancarrota. Nueve años después, la cooperativa constituye referencia en Sancti Spíritus y su liderazgo le dio avales para ser elegido delegado directo al congreso campesino

La recuperación de la CPA es obra del colectivo, asegura. (Fotos: José Luis Camellón/Escambray)

Era apenas un vejigo cuando descubrió su vocación entre las patas de las reses, caminando tras los pasos del abuelo y el padre. Hoy tiene los saberes de un guajiro encumbrado con apenas 43 años. Ninguna ocupación ha podido separarlo del sombrero, tampoco quitarle los bríos de vaquero, ni opacar la humildad de un campesino resistido a cambiar el campo por la ciudad. Esquiva el trabajo de oficina y, si algo le gusta, es andar a caballo. Por raro que parezca, a este nativo de Cabaiguán no lo atrapó la vega de tabaco.

Aunque es oriundo del batey de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Juan González, en Cabaiguán, se estrenó como ganadero hace más de 20 años en la zona de El Pedrero; de ahí para acá, su mundo gira alrededor del potrero.

“Siempre quise criar ganado, aquí no había área y hubo que extenderse a las lomas. Inicié con animales de otro campesino, ya siendo mayor de edad me dan tierra en usufructo y me autorizan a tener mis reses. Ramón Balmaseda, entonces al frente de la ganadería en la provincia, ayudó en ese empujón y decía: ‘Hay que darle una planilla a este muchacho para que tenga su ganado, miren cuánta leche produce y no tiene animales propios’. Así comencé la crianza de reses, lo que me gusta a mí”.

Desde hace nueve años Léster se desempeña como presidente de la CPA Juan González.

Escambray volvió tras los pasos de Léster Pino Orozco, delegado directo al XIII Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, quien desde hace nueve años se desempeña como presidente de la CPA Juan González —la mayor de la provincia—, en aquel momento una cooperativa con tanto deterioro económico y productivo que estuvo propuesta a desintegrar.

Cuando le hablaron de que asumiera la presidencia se le escaparon las palabras: “Usted está loco”. Hasta ese momento era campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicios Patria o Muerte, colindante con la CPA, donde se convirtió en el mejor productor de leche y carne.

¿Casi naciste vaquero?

La herencia de vaquero me viene de mi abuelo paterno, pero el guía principal fue mi padre. En El Pedrero me metí como seis años. Trabajar la ganadería en la loma es duro; hacía queso, lo bajaba dos veces a la semana en una mula. Cuando regresé a mi zona las condiciones eran mejores. Aquí tenía arraigo el tabaco, pero nunca me gustó, como campesino hice algunos semilleros, sembré cultivos varios, pero lo mío es el ganado fino.

Empecé con una vaquita, luego con otra, también me prestaron dinero cuando vieron el interés que tenía y me encaminé como criador de ganado racial. Me enseñaron y aprendí a trabajar con el ganado fino, el manejo, el buen trato a los animales, sin perro, sin lazo… No faltaron los tropiezos, los sustos, ¿a qué vaquero no lo ha pateado o fajado una vaca, no lo ha tumbado un caballo? En eso estuve hasta que llegó la tarea de presidente de la CPA.

¿Fue un paso atrevido aceptar el cargo con la CPA en bancarrota?

Nunca me pasó por la cabeza esa responsabilidad, pero siempre admiré el trabajo de la Juan González; los mejores caballos, la mejor ganadería que hubo en Cuba estaban en esta CPA, bajo la presidencia de Lalito (Oraldo González) y un equipo de dirección con personas muy conocedoras de la actividad.

En el 2016 la cooperativa estuvo propuesta a disolverse, las áreas infestadas de marabú, sin ganadería, apenas se producía, sin trabajadores, pasaban meses sin cobrar, mal la economía. Existían deudas millonarias con Porcino, con el Cárnico, con otras cooperativas, se acumularon 22 créditos vencidos; en el Banco no querían ni oír hablar de la CPA. Al otro año, con la venta de tabaco pagamos las primeras deudas; imagínate, que la gestora cogió el cheque y lo paseó por todo el Banco y decía: “Miren, la Juan González está pagando las deudas”.

Recuperar la cría de ganado racial, uno de los rasgos distintivos en la transformación de la cooperativa.

Tuve que ir a varios juicios en la Sala de lo Económico, porque la cooperativa estaba acusada por todas esas deudas, recursos y alimentos que se entregaron y los animales no fueron al destino pactado. El estreno no pudo ser más difícil; me tocó organizar y dar la cara en aquellos juicios, no había dinero ni para el salario de los trabajadores, lo que se ingresaba se destinaba a pagar deudas.

Los compañeros del Banco vinieron, vieron las áreas, preguntaban: ¿dónde van a poner el ganado si lo que hay es marabú? Les explicamos las proyecciones, vieron otra voluntad, nos dieron un voto de confianza, nos rodeamos de gente de aquí mismo, con experiencia; en el 2017 empezamos a pagar deudas. Sí, fue un paso atrevido, varios asociados me propusieron y la asamblea me aprobó; aquí estoy desde el 22 de febrero del 2016.

¿Cómo pasar de aquel deterioro a una cooperativa diversificada y productiva?

Hicimos muchas cosas rápido; primero, dar prioridad a la crianza de ganado, un rebaño bien atendido da resultados. Lo segundo, chapear unas áreas y hacer un semillero de tabaco. Algunos, cuando veían aquel aromal me decían. “¿Léster, estás loco?”. Bueno, con ese dinero empezamos a pagar la corriente de la cooperativa, que la teníamos cortada porque no se pagaba. Aporté ideas, empujé, pero toda la transformación, el desarrollo ha sido gracias al trabajo colectivo, al apoyo que hemos tenido, a la confianza de muchas instituciones y personas, hasta de la abogada que nos representó en aquellos juicios, porque era difícil defender a la cooperativa con la situación que tenía.

Hubo meses en que la leche que se sacaba no alcanzaba ni para la tienda del batey, entonces se buscaba una cantina en otra cooperativa para completar. Hoy garantizamos la entrega de leche a cinco tiendas enclavadas en Santa Lucía, Pozas, La Macuca y la comunidad de la CPA; además, enviamos a la industria láctea.

¿Cuándo la cooperativa recuperó la rentabilidad?

En el 2018 ya pagábamos a los trabajadores con los ingresos de la leche de la cooperativa. Le decía a la gente: “Se acabaron los créditos para pagar anticipo (salario); no podemos volver a endeudarnos, si aquí no hay producción, no hay dinero. Vamos a cobrar cuando seamos capaces de multiplicar esas producciones”.

Así se hizo, así lo hacemos todavía. Hoy la CPA paga a sus trabajadores con las producciones que le vendemos al Estado. Más nunca hemos pedido crédito para salario, cuando lo solicitamos es para la compra de animales, para el desarrollo. Hemos recuperado el ganado racial. Siempre le dije a los cooperativistas: Dejemos el pasado, vamos a concentrarnos en echar pa’lante la CPA.

Nos levantó diversificar las producciones, incluidos los cultivos varios. Solicitamos cambiar la línea del tabaco por la ganadería, tuvimos dos vegas muy malas, las pérdidas eran más grandes que los recursos que recibíamos. La producción de leche y carne es lo principal; también levantamos la cría de ganado menor y tenemos contratación con la Empresa Cárnica. Todo el despegue de la ganadería ha sido posible por el encadenamiento con esa entidad.

Dirigir una cooperativa grande lleva desvelo, pero la parte que más me preocupa es que la CPA no retroceda, mantener los resultados y seguir el desarrollo.

Además de cumplir las entregas pactadas de leche y carne, la CPA está especializada en la producción de sementales y hemos vendido toros para toda Cuba, hasta en la Isla de la Juventud hay sementales de la Juan González. En el 2016 el rebaño sumaba unas 190 cabezas, actualmente pasamos de los 2 000 animales.

Todavía quedan algunas áreas con marabú, pero las 1 582 hectáreas de la cooperativa tienen animales adentro. En lo otro que hemos caminado es en traer familias para zonas donde no teníamos fuerza de trabajo, creamos fincas con un módulo integral y el sentido de pertenencia ha despertado en los asociados. La CPA tiene buena experiencia con el autorizo legal para sacrificar animales, se benefician los trabajadores, los jubilados, las comunidades aledañas, eso estimula a seguir creciendo en la masa y a que todos se preocupen por cuidar el ganado.

¿No te desvela dirigir una cooperativa tan extensa?

He tenido muchos maestros; el mejor, Félix Álvarez. Estudié Veterinaria en el politécnico. Todavía llevo en la montura medicamentos, llego a una vaquería y si veo un animal con algún problema lo inyecto, ese oficio no lo he dejado; cuando ando a caballo no tengo hora para terminar. Nunca he trabajado para méritos, ni para ser popular, trabajo para hacer las cosas bien, para organizar y que la cooperativa siga adelante. No me fijo mucho en lo hecho, pienso más en lo que falta.

Dirigir una cooperativa grande lleva desvelo, pero la parte que más me preocupa es que la CPA no retroceda, mantener los resultados y seguir el desarrollo. Lo que hemos hecho es por el protagonismo de todos. Léster es uno más; soy más amigo que presidente.

José Luis Camellón

Texto de José Luis Camellón
Reportero de Escambray por más de 15 años. Especializado en temas económicos.

Comentario

  1. Lucila c echevarria abuisa y Ramon Balmaseda Flores

    Muy bonita y justa cronica,muy real siempre ha sido ganadero recptivo a los consejos de los de mayor e xperiencia y de los especialistas ,su inteligencia,modestiay liderasgo lo han ayudado a triunfar.Guajiro natural

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