El tratamiento por los adultos de la muerte, o de otras expresiones violentas hacia los niños ha constituido a lo largo de siglos tabú en la orientación de la realidad, que gradualmente la literatura ha tratado de resolver de la forma más humanista y sincera.
Estos asuntos quedan resueltos de manera original y elevada en la revista La Edad de Oro, en la que los afanes libertarios, los enfrentamientos socioculturales, la defensa de los valores culturales de diferentes naciones, el sentido de igualdad entre los hombres, la denuncia de actitudes egoístas y la muerte por guerras o por sucesos cotidianos de la vida constituyen expresiones referentes a la disposición martiana de abordaje de estos asuntos.
En el primer número de la revista, de julio de 1889, la obra “Tres héroes”, marcada por un elevado lirismo, donde la violencia representa un acto inaplazable, favorece el contacto del receptor con uno de los metarrelatos que mejor sintetizan las contradicciones que en el rumbo de la historia significó la valoración crítica de Bolívar, Hidalgo y San Martín. Más adelante, en el tercer número de septiembre del propio año, José Martí recuperaría en un acto de justicia la figura del Padre Las Casas, con la cual completaría, desde la apreciación personal, la voluntad emancipadora de lo latinoamericano, acompañada de expresiones extraordinarias de lo ético.
En “Tres héroes”,además de los conflictos de carácter que resultan de una etapa de confrontaciones bélicas, la exposición de los sucesos de la guerra, muchos de ellos expuestos de forma sugerida de alta productividad narrativa, recorren los escenarios de la guerra y en algunos la violencia figura de manera muy elevada en las confrontaciones de las diferentes partes, como más adelante distinguiremos en este trabajo.
En “El Padre Las Casas”, por su condición civil, los enfrentamientos operan de una forma diferente, sin que las expresiones de la violencia como factor condicionante en la asunción de actitudes de superación humanista del héroe disminuyan su cruel presencia, más bien todo lo contrario, porque precisamente estas permitieron, en enfrentamientos filosóficos de alta dimensión, cambios notables a favor de las consideraciones conceptuales del ser en la época.
Es altamente significativo el tratamiento de Martí en torno al sujeto y su tiempo histórico, lo que permite enjuiciamientos justos, que, alejados de didactismos triviales, facilitan las orientaciones a personas de todas las edades.
Los criterios beligerantes referidos a las campañas por la independencia de Latinoamérica, los líricos enfrentamientos de La Ilíada, los logros y fracasos de la Revolución Francesa y la extensa historia de luchas de los anamitas, como centros relevantes de actos de violencia en el texto, constituyen referentes de elevada ilustración.

Los aportes culturales derivados de asociaciones que el autor establece a favor de consolidar el resultado de las historias promueven sólidas remisiones en la que lo sobrenatural y lo humano se equilibran, asumiendo cada cual sus ganancias heroicas en “Tres héroes”, “Meñique”, “La Ilíada, de Homero”, “El camarón encantado” y “El Padre Las Casas”.
En la mayoría de los casos, aquellos relacionados con la independencia, con los afanes libertarios, que recorren todo el texto, desde los campos de batalla, hasta las reducidos espacios domésticos, se impone desde el sustrato de las ideas martianas, aquel concepto hegeliano: “Solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad, se prueba que la esencia de la autoconciencia no es el ser, no es el modo inmediato como la conciencia de sí surge, ni es su hundirse en la expansión de la vida, sino que en ella no se da nada que no sea para ella un momento que tiende a desaparecer, que la autoconciencia no es puro ser para sí (…). El individuo que no ha arriesgado la vida puede sin duda ser reconocido como persona que no ha alcanzado la verdad de este reconocimiento como autoconciencia independiente”.
Tanto en este concepto, como en los múltiples referidos en La Edad de Oro, muchas veces la libertad representa riesgo ante la implacable violencia, muchas veces sumergida en el texto, por un tratamiento literario que desde lo humanista protege el texto y lo eleva porque en todos los casos y en correspondencia con el momento histórico enaltece los valores de la honradez y la justicia.
Es que la libertad es aspiración y estímulo, y desde las páginas de la revista no constituye renunciación, aunque en ellas algunos pueblos refieran cansancio, como los anamitas, porque por su independencia siempre han estado luchando. Es que en el trasfondo se advierte su capacidad de recuperar las energías, porque no se han colapsado las esencias, como sucede con el resto de los pueblos a los que Martí hace referencia en la revista, cuando menciona su extensa historia de enfrentamientos a la dominación, tanto de hombres o de animales.
Resulta extraordinario en la valoración del hombre en el contexto histórico —a pesar de los tiempos distantes— que José Martí consigue establecer valoraciones justas, sobre todo porque los enfrentamientos de los hombres, su debatir en guerras extensas y crueles como la descrita en la Ilíada se movilizan a la convocatoria a entender cada acto en la animación del decoro, aun cuando conozcamos el intríngulis de aquel holocausto.
Es que el discurso sostenido por Martí en todo el texto, consecuente con el propósito de la revista, insiste en la voluntad libertaria desde el derecho de los individuos, tanto en la esfera de las naciones, como en las relaciones del plano doméstico que se reiteran en diferentes zonas de la publicación.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.