La construcción y puesta en marcha desde el pasado año de un vivero tecnificado aledaño a la comunidad de Pitajones, en Trinidad, constituye un paso determinante para la Apicultura en Sancti Spíritus, pues la infraestructura tiene como fin respaldar la reforestación de plantas melíferas alrededor de los emplazamientos de los apiarios para buscar producciones de miel de forma lineal y modificar el típico esquema que concentra los mayores aportes en dos momentos del año.
Transcurridos los primeros cinco meses del 2025, en la moderna instalación la siembra cubre el 70 por ciento de la capacidad del vivero, diseñado para trabajar con unas 35 especies de plantas melíferas y producir 325 000 plantas en un año, las que estarán destinadas a respaldar la reforestación en las provincias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey.
Según declaraciones de Amaury Santander Hernández, director de la Unidad Empresarial de Base Apícola Sancti Spíritus, hasta la fecha se reporta la comercialización de las primeras 4 000 plantas de eucalipto, una de las principales especies a fomentar por su adaptación a los suelos del territorio, además del otro uso maderable.
“Por primera vez la Apicultura conduce un programa de reforestación propio, con tecnología moderna, dirigido a buscar un impacto en los ecosistemas y fomentar plantas de mediano y alto porte cuyas flores son reconocidas en la ruta de la miel”, señaló.
El vivero de Pitajones, edificado a través de un crédito de la Agencia Francesa para el Desarrollo que incluye cinco líneas en el sector apícola cubano, reúne las condiciones tecnológicas para un programa de este tipo, tiene riego automatizado, es ecológico y garantiza posturas de calidad.
De acuerdo con la propia fuente, el novedoso programa que encamina la apicultura espirituana partió de estudios a través de los institutos de Suelos y Geografía que permitieron tener geolocalizados los apiarios y donde es viable realizar la reforestación; al mismo tiempo, se tuvo en cuenta el inventario que hace el apicultor en la época del año en que no tiene flores para coger miel.
Tales informaciones —dijo— permiten planificar en el vivero la reforestación de un año para otro, con especies de plantas melíferas que tienen diferentes usos, en tanto la plantación en el terreno será asumida por el productor.
“La intención es introducir las especies en los meses que es baja la cosecha de miel —febrero-abril y julio-agosto—, para estabilizar floraciones, lograr partidas de miel de consideración en los 12 los meses, con la proyección de alcanzar en pocos años el potencial productivo calculado en el territorio: unas 1 120 toneladas; este año el plan asciende a 700 toneladas”, expresó Santander Hernández.
Para llegar a ese potencial de miel es necesario llevar la reforestación a cerca del 40 por ciento de las áreas que habitualmente se usan en función de la Apicultura.
“Sin incrementar las colmenas que hoy están explotadas ineficientemente porque no existe en los emplazamientos inventario florar para aportar más miel, se proyecta un crecimiento de la producción por esta vía de la reforestación con plantas melíferas”, subrayó.
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