Amor y creatividad, la receta del círculo infantil Guerrillerito del Escambray de Trinidad (+fotos)

Pimpón es un muñeco muy lindo y de cartón… Y con asombrosa soltura Rosmery entona la canción infantil que le escucha cada mañana a la seño. Ella se divierte con sus amiguitos, riega las plantas en el rincón de la naturaleza y su carita se ilumina con el rayito de luz que desde bien temprano hace travesuras en el patio del círculo infantil Guerrillerito del Escambray, en la ciudad de Trinidad.

Allí, como en el resto de las instituciones de su tipo en Cuba, se educa en hábitos y valores a niños y niñas de la primera infancia. Pero no solo los más pequeños aprenden; para los padres es también una escuela que les hace comprender su rol en la formación de sus hijos.

Estos espacios favorecen además la incorporación de la mujer al empleo. Liliana Saroza siempre quiso que Lukas y Camila asistieran a este círculo infantil. Trabajaba cerca y conocía las características del centro educacional.

“Confié la educación de mis niños a la institución y enseguida noté los avances en el aprendizaje y como seres humanos. El proceso de adaptación a la escuela fue mucho más fácil y hoy tienen un cariño muy especial por sus seños”, comenta a Escambray esta madre trinitaria. 

EDUCAR EN VALORES DESDE BIEN TEMPRANO

En el círculo infantil resaltan el orden, la limpieza y el colorido. Es maravilloso lo que la imaginación y el empeño pueden hacer. Y todos esos juguetes, muchos de ellos confeccionados con la técnica de papel maché, se deben a las habilidades de educadoras consagradas como Sonia Pérez Escobar.

“Llevo 40 años vinculada a los círculos infantiles y en este, más de 30. Fue la carrera que estudié por vocación, lo que quise ser toda la vida. Me jubilé y regresé porque extrañaba mucho a los niños; al ser tan pequeños, son como una esponjita que lo absorben todo y lo que más agradecen es el amor”.

Gracias a la dedicación y creatividad de las educadoras y el resto de los trabajadores, en los tres salones de la institución trinitaria no faltan medios para realizar los juegos de roles, tan necesarios en esas edades, y que nacen de las manos mágicas de las 19 educadoras, quienes convierten pomos plásticos, papel y cartón en medios didácticos.

Es en este tipo de centro, tal como explica la directora Yaneisy Díaz Fernández, donde se inicia una labor incansable, casi de orfebre, para moldear conocimientos, hábitos y habilidades en las primeras edades de vida.

“La organización de la vida se rige por un horario que contempla la satisfacción de las necesidades básicas: alimentación, aseo y sueño, así como por el horario docente, con diversas actividades pedagógicas que propician el desarrollo integral del infante”.

Allí todo funciona por rutinas muy bien organizadas dirigidas a fomentar la disciplina y otros hábitos en los 89 infantes que conforman la matrícula de la institución. Escambray llega en el momento en que todos están en el patio y la alegría sube de tono. Paola, Diego, Amanda, Jorgito…y muchos otros pequeños descubren el mundo desde la imaginación y los juegos.

UNA ETAPA MÁGICA

“La educación del niño pequeño es fundamental por todo lo que puede alcanzar en esas edades. Por ello resulta de gran importancia aprovechar ese tiempo para que adquiera conocimientos, hábitos y habilidades que le serán útiles durante toda la vida”, comenta Yaneisy.

Y la familia, asegura, no puede sentirse ajena a este proceso. “Le dedicamos mucha atención a través de la escuela de educación familiar con la que se refuerzan los contenidos abordados en el centro. Trabajamos mucho los valores como el respeto, la solidaridad, el amor a todas las profesiones y oficios”.

Nélida Castellano Pomares tiene también una historia de más de 40 años en estos centros. Un trabajo de mucho sacrificio, pero de grandes alegrías. 

“Soy educadora musical, aunque apoyo en todo. Ayudo con las distintas actividades y preparo los números culturales. Lo que más me gusta es enseñarles las canciones, las danzas, organizar las presentaciones culturales. También ayudo a confeccionar los materiales didácticos para la matemática, la lengua materna, eso los motiva mucho”. 

Son muchas las vivencias y los rostros que luego intenta recordar cuando crecen, pero si de algo está segura Nélida es de la importancia de una educación temprana. “Estos niños son más comunicativos, captan con mayor rapidez los contenidos escolares y logran socializar con más facilidad, porque se acostumbran a convivir con diferentes caracteres y practican la resiliencia”.

Para Yaneisy, los conocimientos y habilidades que se aprenden en estas primeras edades aseguran un desarrollo pleno del infante.

“Si perfecciona los músculos finos de la mano, va a escribir con mayor facilidad; si adquiere las habilidades lingüísticas para poderse comunicar, su lectura será más fluida. Y es cierto que estará mejor capacitado para la vida estudiantil, pero esos conocimientos van a contribuir a su formación general”, sostiene.

Sin dudas, es esta una etapa mágica en la que los niños aprenden a ser responsables, laboriosos y honestos, a cuidar su salud, a querer a su familia, a las educadoras y a sus amiguitos… Una etapa para atesorar en la memoria.