Datos útiles

 

La ciudad de Sancti Spíritus, que hoy distinguimos por sus calles sinuosas y estrechas, por su tráfico escaso pero complicado y por una arquitectura colonial salpicada a cada rato por la modernidad, no nació como ha llegado hasta nuestros días.

Límites

Los primeros límites territoriales de Sancti Spíritus no están exactamente precisados en ningún documento; pero diferentes historiadores coinciden en que se demarca:

Por el Sudoeste, compartía con Trinidad, la mitad del territorio, cuyo límite era el río Higuanojo;
Por el Noroeste presentaba la división con La Habana, en el lugar donde se sitúa hoy la ciudad de Colón (Matanzas), lo que se reafirma al recordar que la merced de San Pedro de Mayabón fue otorgada por el cabildo de Sancti Spíritus;
Por el Este, distribuía la mitad del territorio con Puerto Príncipe; desde luego, con el decurso de los siglos esta extensión se redujo.

Clima

El clima es tropical, húmedo, de sabana, sin invierno, con magníficas condiciones para el cultivo de la caña de azúcar, el tabaco y otros, desarrollados durante la colonia.

Relieve

Se destaca el predominio de las llanuras.

La ciudad se hizo sobre suaves colinas compuestas de roca granodioríticas y tobas. Limitaron su desarrollo una gran cañada, hacia el Este, y ciertas elevaciones al Oeste que provocaron que durante años el crecimiento urbano fuera hacia el Sur, cercano al río, se extendió hacia el Norte a medida que hubo mayor población; y hacia el Este, cuando se construyen los puentes de Sobral y San Cristóbal, a mediados del siglo XIX.

Suelos

Son considerados medianamente fértiles, con excepción de los aluviales de categoría superior. Abundan los pardos-tropicales con o sin carbonatos y le siguen los oscuro-tropicales, estacionalmente húmedos. Ambos tienen buena vocación agrícola y para pastos.

Población

Según el reporte del obispo Sarmiento en su informe de visita pastoral en 1544: Sólo vivían en Sancti Spíritus 18 vecinos casados, 58 naborías encomendados, 14 africanos y 50 indios esclavos. Esta baja población se debía a que con Francisco Hernández de Córdoba, en 1517, y con Hernán Cortés, en 1518, salieron por Trinidad varios grupos de españoles que residían en Sancti Spíritus para participar en el avasallamiento del territorio azteca. En estas expediciones iban además un buen número de indios y africanos como servidores, también procedentes de Sancti Spíritus.

La población, al iniciar el segundo siglo de existencia de la villa, apenas rebasaba los doscientos habitantes. Entre ellos había numerosos peones, algunos esclavos, vecinos pobres y se formaba en la cima una clase que se fortalecía con las pródigas mercedes de tierras. Así, por ejemplo, María Jiménez de Oviedo, en 1593, era propietaria de cinco haciendas y varias sabanas incorporadas.

No menos agraciado fueron Vasco Porcallo de Figueroa (de la familia de los duques de Feria), con sus famosas posesiones en Puerto Príncipe, Remedios, Trinidad y Sancti Spíritus y Alonso Fernández Portocarrero (pariente del conde de Medellín) que recibió numerosas concesiones de tierra.

El despuntar económico de la región, manifestado por el estímulo de la actividad ganadera, (a partir de la segunda mitad del siglo XVI) que significaba el comercio dado por la venta de ganado de Sancti Spíritus para abastecer a la población flotante de La Habana durante la estancia de las flotas, y un activo comercio intercolonial que se realizaba con Panamá, Jamaica y Cartagena, repercutió positivamente en su crecimiento demográfico. Este crecimiento tuvo un saldo ascendente durante toda la etapa colonial, en correspondencia con el crecimiento de la actividad ganadera.

El siglo XIX marca la etapa de mayor auge demográfico, influenciado por el “boom” azucarero que permitió inscribir a la región espirituana entre las grandes productoras de azúcar.

Primeras actividades económicas

La colonización hispánica no utilizó el tributo para explotar a los indios, sino la encomienda.Como la productividad del trabajo era escasa, el colono estrujaba al indio hasta matarlo de hambre.

Los primitivos métodos agrícolas de los aborígenes y la desidia de los colonos, preocupados más de acumular riquezas y aventurarse a expediciones a tierra firme, no permitían el sustento de la población.

Aquella avidez económica de los fundadores, condenó al indio, raza de extraordinaria frugalidad, al hambre perpetua y al trabajo forzado para mantener a los colonizadores, a verse obligado además a contemplar cómo los suyos morían de anemia y escapaban por la sombría puerta del suicidio y lo más grave aún, a la búsqueda incesante de un oro que el español presumía en todas partes y que en ningún lugar se hallaba.

El indio se agotó, y quedó el negro; pero el negro sobrevivió con el español pobre y sus descendientes.
Agotadas las minas, los menos ambiciosos y menos aventureros de los pobladores, resolvieron a provechar la natural fertilidad de las tierras, explotándola en la forma más cómoda, más barata y menos trabajosa, esto es, en la crianza de ganados a estilo pastoril, pastando libremente por los campos, sin miedo a lobos ni otras fieras que pudiesen atacarlos, pues libre la Isla de estos animales y otras alimañas, el ganado se criaba solo.

En los primeros tiempos ésta fue la única industria a que se dedicaron los colonizadores y sus descendientes, aparte de los cortos cultivos que para las necesidades locales tenía cada propietario dentro de su propia hacienda; ya en 1576 se encontraban poblados de ganado las haciendas hasta entonces mercedadas.

 

Referencias:

Archivo Histórico Provincial “Mayor General Serafín Sánchez Valdivia”

 

Plano de la villa de Sancti Spíritus -1860
Plano de la Villa de Sancti Spíritus -1860

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