Iglesia Parroquial Mayor

Manuel Echevarría

El monumento arquitectónico más antiguo e importante de la cuarta villa fundada por Velázquez fue su catedral o vicaría. Muchas fueron las vicisitudes que atravesó la iglesia desde su construcción de paja, guano y adobe, hasta que trasladado el caserío a su actual emplazamiento, se erigió una nueva parroquia que en 1612 recibió los beneficios de la restauración y el famoso «gallo de oro», donado por Don Luis de la Corcha para adornar el altar mayor.

Hacia 1660 la piratería destruyó sus archivos, arrasó los ornamentos y vasos sagrados, y por supuesto, se llevó el gallo, que según pudo confirmarse en el archivo de Indias de Madrid, no era tal, sino una paloma de oro macizo.

Después de aquel suceso se inició en el vecindario un movimiento para dotar a la villa de un nuevo templo acorde con su crecimiento y prosperidad, y el alcalde de entonces, Don Ignacio de Valdivia, hombre rico y de grandes iniciativas, costeó el actual edificio construido a partir de 1680.
Levantado con ladrillos, el monumento muestra mucha habilidad en las bóvedas de la torre y de la Capilla de la humildad y la paciencia, adosada en la nave central y cubierta con una cúpula hemisférica sobre planta octagonal.

La Parroquial es una típica construcción de la etapa más evolucionada del siglo XVII. Su frente remeda un frontón más alto que ancho y hay cierta elaboración arquitectónica en la puerta, las tres ventanas del cuerpo medio y el nicho del alto, enmarcados todos con pilastras y cornisamentos.

La torre única a un lado, a la usanza de la época, tiene tres cuerpos cúbicos que disminuyen ligeramente en ancho y ostensiblemente en altura, y es de las más macizas y altas del período colonial. Tardó 80 años en ser edificada y refleja el tesón de los constructores de entonces. En 1911 se le agregó un reloj en el cuerpo central.

La Iglesia Mayor espirituana conserva influencias del arte mudéjar o morisco, que emplea formas y técnicas árabes fundidas con la arquitectura cristina, tomadas del ambiente andaluz prevaleciente en la Sevilla de la primera mitad del siglo XVI. Tal es el caso de los materiales pobres, mampostería o ladrillo, los temas decorativos, especialmente los techos de alfarje -complicados juegos de maderos ensamblados a partir de dibujos geométricos-, la simplicidad de líneas en las portadas con escasísima decoración escultórica o la profusión decorativa difundida por la influencia mudéjar sobre el arte de Castilla con efectos de claroscuro, calados, hornacinas, representaciones y símbolos de motivos vegetales en los interiores y relativa escasez ornamental en muros exteriores. Destacan por su peculiar estructura la torre con un primer cuerpo liso, ventanas o vanos en arco de herradura apuntado o lobulado.

El equipo técnico de la Dirección Provincial de Patrimonio y la Iglesia Católica aunaron esfuerzos para concluir la restauración del arco existente entre el presbiterio y la nave central, que parece ser el único de su tipo conservado en la Isla y está relacionado con la visita a la villa de un alto dignatario de la Iglesia, tal y como reza en su inscripción, Donde puede leerse: «Fue hecho este arco por disposición de Don Pedro Agustín Morell de Santa Cruz de esta isla de Cuba en 1758.»

Eminentemente decorativo, ya que las cargas de la techumbre descansan sobre una viga solera, el arco es todo de madera y presenta a ambos lados relieves de carácter floral y vegetal, una suerte de cabezas de fauno que hacen las veces de surtidor para una parte de los motivos e imitación de cortinas en los remates de algunos de ellos, amén de varios niveles de cornisa.

Aunque no hay testimonios sobre la autoría de este tipo de trabajo, considerado artesanal para la época, el matiz italianizante de los decorados, concretamente del barroco romano, que como se sabe dejó marcadas influencias en España, permite pensar en un ejercicio mimético que sin embargo evidencia oficio y pretensiones artísticas en el tallado de las maderas preciosas.
Al margen de estas disquisiciones el arco recuperó su aspecto original, al igual que las puertas que conducen a la sacristía: el paramento en azul índigo, los cortinajes en rojo ladrillo y el resto de los relieves en oro; lo cual le confiere a la iglesia una imagen renovada dadas las proporciones del medio punto, que alcanza una luz de 6,80 metros de altura.

Todo parece indicar que los altares, llegados mucho después al claustro parroquial, también estuvieron tocados por el hálito de un barroco importado si se toma en cuenta lo excesivo de las formas, la línea curva y dinámica, el rejuego de las molduras, combinadas con el estilo de los
arcos y las cornisas truncas; todo concebido para crear un efecto escenográfico, Donde la luz jerarquiza las intenciones.

Es el caso del altar de la Capilla de la humildad y la paciencia, adosado a la nave central, y el ubicado en la galería lateral, que conservan las
características mencionadas. El nombre de los escultores no se conoce, aunque resulta improbable que hayan sido naturales de la Villa, habida
cuenta de la complejidad y el acabado de los elementos decorativos.

Resulta mucho más verosímil que fueran traídos desde tierra firme, donde florecía el estilo con personalidad propia e impetuosa. Ya se sabe que el barroco tuvo una implantación masiva y muy particular en las colonias iberoamericanas y mestizas, excepción de las posiciones insulares como Cuba, Donde la cultura aborigen en franca desventaja con sus coetáneas del continente, nada pudo aportar al acervo arquitectónico.

 

 

Iglesia Parroquial Mayor
Iglesia Parroquial Mayor

La torre, uno de los elementos más monumentales de la parroquia, fue erigida después de la segunda visita del obispo Espada en 1819, quien aprobó el proyecto. Ejecutado por Domingo Valverde y Blas Cabrera, maestros albañiles, y catalogada como la más alta de Cuba. Varias descargas eléctricas afectaron su cúpula, y a mediados del siglo XIX se le dio el actual remate.

El primer reloj que tuvo la iglesia fue comprado con dinero reunido por el pueblo para la construcción (en 1771) del puente sobre el río Yayabo; el actual reloj data de 1911.

El valor de la iglesia parroquial mayor espirituana

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