Lo que para algunos pueden parecer trastos viejos o simplemente piezas museables, para otros constituyen artículos de gran utilidad y valor, más en estos tiempos donde escasean los surtidos destinados a satisfacer productos elementales dentro del hogar. Con esa máxima funciona desde hace más de 33 años la unidad El Cañonazo, aunque es posible que por ese nombre nadie la conozca, sin embargo; si se refieren a ella como la Tienda de las Comisiones, entonces hasta los más jóvenes saben de su existencia.
Su primera ubicación en la ciudad del Yayabo fue precisamente en la céntrica calle Independencia, casi a la entrada del boulevard, pero luego de las acciones realizadas por el aniversario 500 de la fundación de la villa, en el 2014, fue traída hasta otra populosa arteria para un centro menos concurrido situado en Máximo Gómez número seis, aunque con la misma intención de promover la venta de todo tipo de objetos antiguos u otros más contemporáneos que, por lo general, encuentran personas interesadas en adquirirlos.
Parado frente a la vidriera que exhibe una amplia colección de añejos relojes, Luis Valdivia, un cliente habitual de la tienda Las Comisiones se deleita mirando algunas de las marcas que los identifican y de forma minuciosa desplaza la mirada entre los artículos colocados de forma apretada dentro del estante.
Al igual que muchos de los que llegan a esta unidad en busca de un determinado producto, Valdivia se cuestiona la falta de espacio en este local, a pesar de que cada vez más, crecen los clientes y por ende la demanda por este tipo de comercio, como para pensar en utilizar incluso, el resto del espacio dentro de la unidad que se destina a la venta de productos de corte industrial, iguales a los que pululan en otras unidades del comercio minorista en Sancti Spíritus.

PUERTAS ADENTRO
Para Miriam Hernández, residente en la zona de Garaita y una de las clientas más recurrentes de la unidad Las Comisiones, poder contar con esta posibilidad le confiere beneficios para su economía personal, porque por lo general logra que se vendan sus productos y en cambio, recibe los ingresos establecidos.
“Llevo años vinculada a esta unidad y siempre que puedo regreso, porque aquí hay seriedad en el trabajo y se exhiben las mercancías, para que las personas puedan verlas y revisarlas antes de adquirirlas” aclara Miriam.
Con solo cuatro trabajadores que además de gestionar las ventas se ocupan de limpiar, ordenar, mover la mercancía y hasta probar que está en perfecto estado, a pesar de su uso, funciona este centro que cada año supera los 1 000 contratos, algunos por más de un surtido, muestra de la importancia y la utilidad que le confieren quienes prefieren llevar allí sus artículos de uso personal o para el hogar, con la máxima de que alguien puede estarlos necesitando.
“En esta tienda hay de todo, dice Iraida Delgado Lara, la administradora que por más de 35 años se desempeña en el sector, desde una vajilla antigua, un mueble que tal vez fue de las más viejas generaciones de cualquier familia, hasta ropas, adornos, lámparas o efectos electrodomésticos. Contamos también con una colección de radios que todavía funcionan y con herramientas que para muchos son vitales, entre ellas: patas de cabra, cepillos de carpinteros y alicates, por solo citar algunos ejemplos”.
Desde el exterior del inmueble, de tipo colonial, se aprecia a los visitantes que caminan entre escaparates, sillones, camas o cualquier otro equipo y a pesar de ello, no dejan de hurgar entre los cientos de productos hasta encontrar quizás, el herraje adecuado para su baño o la bombilla que no existe en ningún otro mercado. Pero está también aquella máquina de coser marca Singer que fue traída hace poco, cuando su dueña dejó de utilizarla o la báscula de mesa que bien puede utilizarse en un nuevo emprendimiento.

“Hasta hace poco fuimos la única comisionista de la provincia ─acota su administradora─ pero luego de una visita de la ministra de Comercio Interior y atendiendo al desabastecimiento de muchos productos en la red del comercio, se orientó abrir similares establecimientos en cada uno de los municipios. Ahora se creó también con un departamento al que nombran Ternura, dentro del Mercado Industrial Paraíso Infantil, allí llevamos los artículos de bebés o de niños que nos traen, con la intención de acercarlos a público que visita esa unidad especializada en la venta de canastillas, principalmente”.
Existen muchas razones para que este tipo de comercio, que de forma similar funciona en cualquier parte del mundo, siga siendo promovido desde las entrañas de una ciudad tan vieja como los propios artículos que allí se exponen.
La muestra está en los ingresos que cada año sustentan esta actividad, pues al decir de Vivian Mursulí, la técnica en Recursos Humanos en la Unidad Empresarial de Base Paraíso Infantil, a la cual se subordina el centro, al cierre del 2024 las ventas por artículos de comisiones superaron los 4 730 000 pesos, con una utilidad para la tienda equivalente a un millón 9 418 pesos, cifra que de comportarse las ventas como hasta hoy puede ser superada al cierre de diciembre.
Buenos días, muy interesante el trabajo, pero es una lastima que no se mencione al padre de las tiendas comisionistas del país, al maestro de generaciones de comerciantes, al multipremiado en la esfera del comercio, al que en un solo libro llevaba la contabilidad de la tienda (contra viento y marea de los auditores), al que vendía una colcha para frio en verano o un bikini para la playa en invierno, al primer ganador de un evento de técnicas comerciales a nivel nacional que fue todo un éxito en Variedades Galiano en los años 80. Me refiero a Angel Nadin Hamadi Hamadi, conocido por «El Moro» por su descendencia árabe.
Si se va a hablar de casas comisionistas no se puede dejar de hablar de ese gran comerciante.
Y cuando se hable de comercio en Cuba, tienen que hablar de Nadin.