Muchos intentos de reiniciar la lucha por la independencia de Cuba se realizaron durante el período de la Tregua Fecunda. Algunos no se materializaron; otros fracasaron. José Martí aunó esfuerzos, desde los Estados Unidos, para la llamada Guerra Necesaria.
La orden de alzamiento se dio y el 24 de febrero de 1895 estalló la guerra. Varios lugares se levantaron en armas. Dos meses después de iniciada la contienda, desembarcaron por el oriente de la isla los principales líderes: Maceo, Martí y Gómez.
Por Punta Caney, el 24 de julio, llegó la expedición gestada por Serafín Sánchez, Mayía Rodríguez y Carlos Roloff. Así iniciaba la lucha en la región central de Cuba y con ella, el camino a la independencia.
Para poder realizar una contienda rápida, unánime y grandiosa, durante la confección del Plan La Fernandina (en 1894) ideado por el delegado del Partido Revolucionario Cubano, tres expediciones por puntos del centro y el oriente del país estaban concebidas. Una de ellas, con Serafín al frente.
Al fracasar el plan, sin ejecutarse, el espirituano mantiene la idea de desembarcar por Las Villas para avivar la lucha.
En el exilio, Serafín y Roloff permanecían en constante acción. Adquirieron armas y definieron un plan de acción bajo la mirada de agentes españoles y norteamericanos, ávidos de hacer fracasar cualquier intento de lucha. En menos de un mes reunieron alrededor de 150 revolucionarios. De inmediato comenzaron las prácticas de guerra al mando del coronel colombiano José Rogelio del Castillo y Zúñiga. La falta de víveres y el exceso de mosquitos y jejenes convierten en un infierno las noches de entrenamiento.
El 17 de julio el vapor James Woodall, que trasladaría a los revolucionarios hasta Cuba, se ancló a una milla de Pine Key, un cayo de la Florida. La embarcación fue rebautizada como José Martí, en honor al principal gestor de la causa independentista.
Zarpó a las 6:30 a.m. del 18 de julio. Según el testimonio del coronel mambí Tomás Armstrong “resultaba un gran triunfo el haberlo conseguido y más aún el poder salir para Cuba sin menores tropiezos”. Dos días después, la embarcación realizó una pequeña escala en la Isla Mujeres para reabastecerse de agua. Continuó su travesía hasta Punta Caney, muy cerca de Tunas de Zaza, en Sancti Spíritus.
Entre los expedicionarios se encontraban Raimundo Sánchez, Enrique Loynaz y Fermín Valdés Domínguez; así como de otras naciones del mundo.
“24: a las nueve y media de la noche estamos desembarcando sin novedad alguna en Tayabacoa, a legua y media de Tunas; hemos entrado aquí como en nuestra casa (…)”, escribió, en tierra firme, Serafín a su esposa Josefa María Pina.
A tierra fueron traídos 300 fusiles, 300 machetes, 300 000 tiros, dinamita, ropa, medicina, víveres y otros. Cada día se incorporaban nuevos combatientes y contactaron con mambises de la zona.
Serafín el día 28 vuelve a escribirle a Pepa: “En Las Villas existen más de cuatro mil hombres armados que se mueven libremente en todo el territorio (…) El entusiasmo aquí es grande por nuestra llegada y pronto la reacción se verá impotente (…)”.
Esta expedición fue considerada por el Generalísimo Máximo Gómez como uno de los grandes acontecimientos de la guerra; ya que trajo a la isla la mayor cantidad de armamento y revolucionarios. Marcó el inicio de la guerra en Las Villas.
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