Su rutina comienza bien temprano, algunas veces no acaba de saborear el buchito de café que le preparó la esposa y ya los clientes lo esperan en los bajos de la vivienda donde improvisó un pequeño taller con las herramientas necesarias para colocar ponches y serviciar de aire a los neumáticos, una labor al parecer intrascendente, pero con gran demanda en estos tiempos, según refiere Pedro Días Vázquez, quien por más de 20 años la desarrolla en una céntrica calle de la ciudad de Sancti Spíritus.
“Nadie imagina cuantas personas llegan hasta este sitio diariamente —asegura—, algunas incluso esperan hasta que se reestablezca el fluido eléctrico o dan vueltas para que sea yo quien le realice el trabajo”.
Y es que Pedro, el ponchero, como muchos le llaman, tiene un carisma natural, una sonrisa y un trato afable hacia cualquier cliente y como regla siempre busca la solución al problema.
¿Cómo te hiciste ponchero?
“Antes era carpintero y vivía en la comunidad de San Andrés, pero al mudarme para Sancti Spíritus la vida cambió y surgieron otras ideas para buscar el sustento de la familia, fue entonces que probé suerte como ponchero, ya tenía algunas nociones y con empeño aprendí los trucos. Nada en la vida es fácil y mucho menos cuando se trata de un oficio rudo que exige de sabiduría, experiencia y habilidades propias, pero cuando uno se lo propone, siempre se logran buenos resultados”.

Esa precisamente es la respuesta que el cliente encuentra siempre que llega hasta la ponchera de Pedro, situada en la calle Brigadier Reeve número 118, donde no faltan las solicitudes de servicios y tampoco las soluciones a cada demanda, ya sean a la hora de colocar un parche en la goma que no lleva cámara o de remendar la propia cámara que ya está dañada; lo cierto es que el neumático que cae en las manos de este artífice del ponche, rueda sin dificultad.
¿Cuál es la receta para atraer clientes?
Saber tratar a las personas con respeto y darle a cada cual la prioridad y la importancia que merecen. En ocasiones viene alguien apurado y siempre lo atiendo, no sin antes explicarle que aquí encontrará alivio a su problema, yo no soy mago, pero trato de resolver la exigencia de cada uno y con los recursos que tengo logro que siempre salgan satisfechos.
Si vienes desde lejos a este sitio y recibes un trato incorrecto no regresas más a este lugar. Si, por el contrario, te atiendo bien, entonces vuelves.
No tienes un local espacioso, pero sí deseos de hacer…
Yo trabajo prácticamente debajo de esta mata de almendras, entre la acera y el muro alto de mi casa, pero eso no impide que tenga siempre demanda. Es raro que me levante un día y no me aparezcan 8 o 10 personas con neumáticos. Y a todos los atiendo como debe un ser.

¿Qué tipo de ponche es el que utilizas?
“Según el material y según el tipo de neumático. Si es una goma sin cámara, es un ponche que lleva es frío y si es con cámara, entonces usamos el caliente. Pero en medio de toda esta situación energética pasamos un poco de trabajo, porque tenemos que estar velando el poquito corriente cuando llega y tratar de ir adelantando lo que se pueda sin electricidad”.
Con una destreza excepcional, Pedro realiza cada una de sus actividades. Los utensilios de labor son casi siempre artesanales, paletas, palancas y muchos otros que de manera impresionante ayudan a desmontar o montar una goma en la llanta, aunque también están las llaves, destornilladores, alicates, pinzas y por supuesto, la máquina de poner ponches y el comprensor.
Durante el diálogo, Pedro trae a colación un tema, que al parecer le dejó una huella profunda de agradecimiento.

“Estuve recientemente operado —aclara— y me conmovió la forma en que mis clientes venían a interesarse por mí, algunos en más de una ocasión y otros hasta me ofrecieron ayuda, eso fue bonito y me indicó que esas atenciones no salieron de la nada, pues son el resultado de estos 20 años de labor como ponchero, donde no faltó, de mi parte, la voluntad de ayudar a solucionar un problema, ni mucho menos el trato adecuado a las personas”.
¿Piensas en cómo preparar tu relevo?
Sí, tengo a mi hijo Yoheslandy que se interesó por aprender el oficio y va bastante bien, hace un tiempo se incorporó conmigo y poco a poco aprendió, eso me da seguridad porque sé que el relevo está garantizado, aunque te digo que quisiera retirarme siendo ponchero. Mientras tenga fuerzas seguiré aquí con mis hierros, remendando gomas, porque así siento que soy útil.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.