La Serie Nacional de Béisbol Sub-23 en su octava versión define por estos días su campeón entre los cuatro elencos que mejor lo hicieron en la fase regular al ocupar los primeros puestos en cada una de las llaves.
En el cuarteto no figuran los espirituanos, a quienes se les escapó en un inning —por cierto, el último de la clasificatoria— la posibilidad del boleto a la discusión de medallas.
Más allá de que pudieran lograrlo o no, porque en verdad no es que haya que ganarlo todo, vuelve a llamar la atención la manera en que se define la suerte de los equipos espirituanos en torneos de béisbol y de ello sobran los ejemplos en todas las categorías a lo largo de la historia.
En el caso que nos ocupa, la tropa del mánager Osmani Rodríguez tuvo reales opciones cuando en el último partido llegó al séptimo con ventaja de 2-0 ante Ciego de Ávila, mientras camagüeyanos y tuneros se batían también por la plaza, que pudo haber sido definida por la famosa fórmula del TQB, hasta ese instante favorable a los del Yayabo.
Pero los Gallitos se desmoronaron y permitieron a los avileños —últimos del grupo— una remontada de 3-2 en el séptimo y, con ello, la salida del corto torneo.
Es más, se desinflaron antes, cuando perdieron cinco de los últimos seis juegos, incluida una barrida en casa propia a la cuenta del equipo de Las Tunas y dos derrotas ante Ciego de Ávila, un desempeño en el que quizás tuvo que ver el saldo del altercado, justamente vs. Ciego en el estadio José Antonio Huelga, que derivó en la explosión de jugadores y entrenadores.
Es verdad que este elenco acumuló deudas con el bateo, pues su pitcheo, como se ha hecho usual en elencos de esta tierra, fue de lo mejor de la justa.
Mas, por encima de números, está lo otro, ese mal de no saber definir el juego que dé acceso a una clasificación o incluso a la discusión de una medalla de cualquier color.
Y, por repetido, ese mal quizás ya acostumbró a la afición a que algo va a ocurrir en relación con tal desempeño, mas aceptar que todo tiene que ver con una saga de antaño ayudará poco a solucionar un problema que se resuelve con actitud y capacidad competitiva, algo que, según los expertos, también se entrena.
No es asunto entonces solo de atletas. También lo es de formadores y no me refiero únicamente a entrenadores, sino a directivos del deporte, psicólogos, médicos y todo el que tiene que ver con lo físico, lo volitivo. Y ello, con un mal que parece endémico como este, no se resuelve de un día para otro.
En definitiva, los Gallitos fueron terceros de su llave y miran desde la barrera los enfrentamientos entre La Habana y Villa Clara y Camagüey-Granma en las semifinales. Lo hacen con la ilusión de que casi casi o por poco hubiesen podido ser protagonistas de ese cuarteto.
Hacia adelante preocupa en la tierra del Yayabo, pues varios de esos muchachos engrosarán en breve la nómina de los Gallos para la Serie Nacional de Béisbol en su versión 64, anunciada para comenzar a finales de agosto.
De hecho, ya muchos fueron llamados a filas de la preselección que dirige Eriel Sánchez, un mánager que en su segunda temporada es consciente de que, además de la preparación general en los diferentes indicadores, tendrá sobre su cabeza esa espada de Damocles.
Por la inclusión de muchos espirituanos —un total de siete— y el protagonismo de varios en las filas avileñas, algunos sostienen que Ciego de Ávila ganó en parte por ese aporte. La tesis es discutible, pero lo que sí es cierto es que quienes levantaron la copa de campeones por ese equipo al menos se permearon de las ínfulas ganadoras de los Tigres.
Habrá que esperar y evaluar hasta dónde esa inyección perdura en vena durante la próxima Serie Nacional y cuánto puede aportarle el director, por cierto, el único que ha logrado para esta tierra una medalla de oro en la Sub-23.
Amén de lo corto del calendario, hijo de un contexto plagado de dificultades, resultó importante el regreso tras varios años fuera de las competencias beisboleras de la isla, aunque no logró atraer en masa el interés de la afición, a pesar de que algunos partidos fueron televisados.
Mas, sigo pensando que en el organigrama de la pelota cubana se debe potenciar mucho más esta categoría, incluso por encima de la Liga Élite, por ser hoy, a falta de peloteros, la principal cantera de donde se nutren los equipos para la Serie Nacional e, incluso, los de la mencionada Liga, sobre todo cuando a los elencos les cuesta trabajo llenar sus nóminas con los verdaderos jugadores de vanguardia de nuestro béisbol.
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