El gobierno de Donald Trump confirmó la salida de Estados Unidos de la UNESCO, tras una revisión de 90 días que determinó que la organización promueve una agenda “woke” y posiciones contrarias a los intereses estadounidenses. La portavoz adjunta de la Casa Blanca, Anna Kelly, afirmó que la decisión responde a las políticas “de sentido común” votadas en noviembre, en contraposición a las causas sociales y culturales que, según la administración Trump, fomenta el organismo.
El Departamento de Estado respaldó la medida, señalando que la UNESCO prioriza objetivos de desarrollo sostenible “globalistas” y mantiene un enfoque “desproporcionado” en temas considerados divisivos.
Tammy Bruce, portavoz de la institución, criticó especialmente la admisión de Palestina como Estado miembro, calificándola de “problemática” y acusando a la organización de albergar retórica antiisraelí.
La revisión también identificó un supuesto sesgo pro palestino en los estatutos de la UNESCO, donde se refieren a Israel como “ocupante” en territorios en disputa.
Además, se cuestionó la influencia china en puestos clave y se rechazaron iniciativas como Transforming MEN’talities (2024) y un manual contra el racismo (2023), tildados de parte de una agenda progresista.
Esta no es la primera vez que Estados Unidos se retira de la UNESCO bajo el mandato de Trump: en 2017, el entonces presidente ya había tomado una decisión similar, alegando razones comparables.
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