Marcas en el magisterio

Las bandas terroristas que asolaron el país en la década del 60 perpetuaron no pocos actos criminales contra jóvenes maestros, alfabetizadotes y otras personas vinculadas al empeño de enseñar a leer y escribir

Después del triunfo de la Revolución cubana los esfuerzos por el desarrollo de la educación han estado presentes en cada una de las etapas vividas por nuestro pueblo, que al mismo tiempo ha tenido que enfrentarse a la política hostil y agresiva de Estados Unidos, que le ha costado la vida a 3 478 personas y ha provocado además 2 099 incapacitados, cuantiosas pérdidas materiales y una incalculable secuela de sufrimiento y dolor en los familiares de las víctimas. En 1961, entre los que perdieron la vida como consecuencia de esta política que ha continuado hasta nuestros días, se incluye un grupo de jóvenes maestros, alfabetizadores y otras personas vinculadas directamente a la hermosa empresa de enseñar a leer y escribir.

Desde comienzos de 1961 la Agencia Central de Inteligencia (CIA) se dio a la tarea de preparar las condiciones para fortalecer las bandas de alzados en el Escambray, con el objetivo de disponer de esas fuerzas como apoyo a la intervención militar que proyectaban, pero cuando los bandidos fueron liquidados por la Operación Jaula y la invasión resultó derrotada en las arenas de Playa Girón y Playa Larga, la CIA se propuso volver a fomentar nuevos alzamientos en la región central y continuó apoyándolos con más fuerza aún con el fin de sembrar el terror en las zonas rurales y hacer fracasar los planes de desarrollo económico y social de la Revolución, entre los que se encontraba la Campaña de Alfabetización.

Varias bandas recibieron instrucciones directas de agentes de la CIA que actuaban bajo el manto de coordinadores de organizaciones contrarrevolucionarias, para que trataran de presionar a los alfabetizadores y los campesinos que los apoyaban, con el objetivo de que renunciaran a tan justo empeño. Como consecuencia de ese accionar, murieron muchas personas inocentes. Otras sufrieron la ausencia de sus seres queridos.

El primer joven que ofrendó su vida cuando se encontraba en pleno ejercicio de la noble causa de la enseñanza, fue el maestro voluntario Conrado Benítez García, de sólo 18 años de edad, masacrado salvajemente el 5 de enero de 1961, en Las Tinajitas, San Ambrosio, Trinidad, por la banda de Osvaldo Ramírez García, el principal cabecilla de alzados del Escambray, que respondía directamente a las instrucciones del agente de la CIA José Ramón Ruisánchez, quien actuaba bajo la fachada del llamado Frente Revolucionario Democrático. En esta ocasión también asesinaron al campesino Jesús Eliodoro Rodríguez Linares, “Erineo”.

Este hecho terrorista, lejos de amedrentar a los cubanos, levantó una ola de indignación y fervor patriótico y revolucionario, que se manifestó inmediatamente en la disposición de miles de jóvenes a partir de inmediato a los llanos y montañas de Cuba organizados en las brigadas de alfabetización que se constituyeron en honor al maestro asesinado, para llevar a cabo una de las obras más humanas y bellas de la naciente Revolución cubana: la Campaña de Alfabetización, donde participaron 34 772 maestros y profesores voluntarios, 120 632 alfabetizadores populares, 13 016 brigadistas Patria o Muerte (del sector obrero), y más de 100 000 estudiantes de las brigadas Conrado Benítez (de la juventud), que contaron con el apoyo de las organizaciones políticas y de masas y con la colaboración del pueblo.

A pesar de las expresiones de repudio, que a todo lo largo y ancho del país condenaron estos primeros crímenes, a partir de este momento, durante el año 1961 muchas personas vinculadas al magisterio continuaron siendo blanco de múltiples agresiones terroristas, desde amenazas y ataques armados, hasta el secuestro, la tortura y el asesinato.

El 21 de febrero de ese mismo año el alfabetizador popular Pedro Miguel Morejón Quintana, de apenas 20 años, fue apuñalado y estrangulado en la finca Cayo Bonito, zona de San Pedro de Mayabón, en Los Arabos, Matanzas, por la banda de Benito Campos Pírez, “Campito”, quien recibía órdenes del agente de la CIA Ernestino Abreu Horta, un individuo que a nombre del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) fomentó varios alzamientos antes que se produjera la invasión e indicó la realización de acciones terroristas que crearan un clima de inestabilidad en la región.

La Campaña de Alfabetización, que se inició entre enero y abril de 1961, tuvo su primera víctima el 29 de mayo en la finca El Nicho, de la zona de Crucecitas, en Cumanayagua, Escambray, cuando el brigadista Pedro Blanco Gómez, un niño de sólo 13 años de edad, resultó asesinado de un disparo en la cabeza por un colaborador de los alzados que trataba de sembrar el pánico en la región, para hacer fracasar los esfuerzos del Gobierno Revolucionario, empeñado en que todos los cubanos aprendieran a leer y escribir.

El 4 de agosto la banda de Pedro Celestino Sánchez Figueredo, que había sido reclutado y entrenado previamente por la CIA en el exterior, secuestró al campesino Modesto Serrano Rodríguez, de 21 años, un activo colaborador de la campaña en la zona de Rangel, en Pinar del Río. Este hombre humilde recibió torturas tan brutales, que le desgarraron el pecho y el vientre, y le destruyeron la dentadura y los genitales hasta causarle la muerte.

El 22 de septiembre el campesino Tomás Reinaldo Hormiga García, también de 21 años, que acababa de ser alfabetizado y fungía como colaborador municipal de los alfabetizadores, corrió igual suerte en la finca Palo Prieto, de Jiquiabo, en Santo Domingo, Las Villas, donde lo golpearon y ahorcaron manos de la banda de Margarito Lanza Flores, “Tondike”, apoyado por el MRR, cuyos cabecillas hacían todo lo que estaba a su alcance para que la juventud abandonara la Campaña de Alfabetización.

Este humilde hombre unos días antes había escrito lo que quizás sería la primera y última carta de su vida:

“Palo Prieto, 14 de septiembre de 1961
Dr. Fidel Castro
Fidel
El que suscribe, Tomás Hormiga García, vecino de Palo Prieto, Jiquiabo, Las Villas, se dirige a usted, para comunicarle que he aprendido a leer y escribir en tres meses por lo que solicito a usted, el libro de seguimiento para ampliar mis conocimientos y superarme en beneficio de mi Patria.
De usted atentamente,
Tomás Hormiga García”

El 3 de octubre, en La Luisa, del barrio Paso Cavado, en Quemado de Güines, Las Villas, varios miembros de la misma banda ahorcaron al brigadista Patria o Muerte Delfín Sen Cedré, de 26 años. El día 7, en la finca La Esperanza de esa misma localidad, estos elementos terroristas irrumpieron en una fiesta familiar y secuestraron al campesino José Taurino Galindo Perdigón, de 31 años, quien se había destacado por su labor como alfabetizador popular. Más tarde apareció ahorcado muy cerca de allí.

El 21 de octubre, el campesino Vicente Santana Ortega, de 35 años, que era conocido por el apoyo que le daba a los alfabetizadores, fue sorprendido en su casa en la finca Santa María, del barrio Platanal, en la localidad de Pedro Betancourt, en Matanzas, por otro grupo de alzados cuyo cabecilla, Delio Almeida Martínez, estaba subordinado a Juan José Catalá Coste, “Pichi”, el principal jefe de las bandas de Matanzas, que también actuaba por indicaciones directas de la CIA y el MRR. Después que lo secuestraron, lo sometieron a una violenta golpiza y lo dejaron por muerto. Falleció en La Habana el día 26, cuando los médicos luchaban por salvarle la vida.

Un hecho terrorista que conmovió a todo el pueblo de Cuba fue el cometido el 26 de noviembre de 1961, cuando la banda de Julio Emilio Carretero Escajadillo secuestró y asesinó al brigadista alfabetizador Manuel Ascunce Domenech, un adolescente de 16 años, junto a su alumno el campesino Pedro Lantigua Ortega, de 43 años, en Limones Cantero, finca Palmarito, barrio Río de Ay, municipio de Trinidad, en Las Villas.

El 22 de diciembre de 1961 en la Plaza de la Revolución, en La Habana, tuvo lugar un acontecimiento sin precedentes en la historia de la nación, cuando en una enorme concentración general nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz declaró a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo.

A pesar de estos horribles sucesos, la juventud cubana continuó firme y decidida a cumplir una tarea tan humana como la enseñanza y en unos meses aprendieron a leer y escribir 707 212 personas y se redujo el analfabetismo de un 23,6 por ciento a apenas un 3,9 quedando sin alfabetizarse solamente aquellos que no estaban en condiciones de hacerlo debido a su avanzada edad o a causa de alguna enfermedad.

En aquel acto y en todo el país, en medio del júbilo popular, nuestro pueblo también recordó a los cubanos que no podían disfrutar ese momento, porque bandas armadas al servicio de una potencia extranjera los habían asesinado mientras cumplían su deber. Ese día, en cada rincón de nuestra Patria, entre flores y banderas, en el corazón de cada cubano estaban presentes los maestros Conrado Benítez, Pedro Morejón, Pedro Blanco, Delfín Sen y Manuel Ascunce, y junto a ellos los campesinos Eliodoro Rodríguez, Modesto Serrano, Tomás Hormiga, José Galindo, Vicente Santana y Pedro Lantigua.