Bajo el mando de Fidel

Cincuenta años  después del fin del bandidismo en Cuba con dos protagonistas excepcionales de aquella gesta, Rafael Monteagudo Rodríguez, jefe del batallón 4 de las tropas de Lucha Contra Bandidos (LCB) y Ronald Linares Peraza, jefe de la primera compañía, reviven sus propias historias

Natural del reparto Suárez en la ciudad de Sancti Spíritus e hijo de campesinos sin tierra, Ronald Linares Peraza a los 15 años de edad ordeñaba diariamente 40 vacas. Desde muy joven se integra a la lucha clandestina contra el régimen de Fulgencio Batista y el 23 de noviembre de 1958, junto a otros compañeros, se incorpora a la Columna No. 8 Ciro Redondo del Ejército Rebelde bajo el mando del Comandante Ernesto Che Guevara.

Rafael Monteagudo Rodríguez, jefe del batallón 4 de las tropas de Lucha Contra Bandidos (LCB)
Rafael Monteagudo Rodríguez, jefe del batallón 4 de las tropas de Lucha Contra Bandidos (LCB)

“Apenas a un mes del triunfo revolucionario de enero de 1959 fui ubicado por orden del Comandante Ramiro Valdés en el Escuadrón 39 del Ejército Rebelde en Trinidad, y a fines de ese año participo en la primera operación de que yo tenga noticias contra las bandas contrarrevolucionarias que se habían alzado en armas en las montañas del Escambray.

Posteriormente nos asignaron la tarea de seleccionar a cientos de campesinos de la serranía y enviarlos a una escuela que se había montado en La Campana, donde se formaron las primeras compañías de Milicias Nacionales Revolucionarias que recibieron una preparación militar mínima e inmediatamente se desplegaron en el Escambray para participar en la Operación Jaula.

Así se le llamó a la primera limpia, porque se trajeron tropas de distintas provincias del país, se echó un gran cerco y dentro de este operábamos los oficiales y combatientes del Ejército Rebelde con las compañías y pelotones independientes de milicianos serranos, que conocían bien esa área montañosa. Hacíamos emboscadas y peines locos y así logramos capturar a varias bandas, entre ellas recuerdo la de El Marinero, Osiris Borges y Sinesio Walsh.

JUNTO A FIDEL

Yo tuve el honor de participar en dos operaciones bajo el mando directo del Comandante en Jefe Fidel Castro. Estaba al frente de una compañía en la zona del Hanabanilla y un día llega el líder de la Revolución al caer la noche y me plantea que avance con mis hombres rumbo al campamento de Sinesio Walsh, que había sido ubicado en Boquerones. Caminamos durante toda la noche y al amanecer llegamos al lugar, pero ya los alzados se habían retirado de allí.

En otra oportunidad se realiza otra operación contra una columna que tenía alrededor de 60 bandidos.

Fidel llega al Hanabanilla y me dice: “Sígueme con un pelotón”, y se dirigió hacia Valle Blanco. Iba al frente con su fusil y el equipo de campaña. Yo marchaba a su lado y el resto de los hombres completaban la columna. Los bandidos habían roto el cerco por ese sitio. Según la información que el Comandante en Jefe había recibido por radio, varios milicianos estaban heridos y los alzados se habían llevado algunas armas.

Luego de informarse en detalle en el sitio del combate continuamos rumbo a La Lima y allí se encontró con el Comandante Olivera. Hicimos noche en ese lugar y al día siguiente continuamos por el rastro de los alzados. A poco andar se oye un tiroteo y le informan por radio a Fidel que entre Tres Palmas y La Herradura nuestras tropas les habían causado varias bajas a los fugitivos de la banda del nombrado capitán Edel Montiel, y que Vicente Méndez, su segundo, estaba herido y junto a otro bandido se habían apropiado de dos caballos y continuaban la huida solos. Fidel me ordena que continúe su persecución. El rastro nos llevó hasta Maguey, la zona natal de uno de los alzados. Rápidamente echamos un cerco pero sólo encontramos la sangre en un manigual donde lo habían curado. Al poco rato llegó allí Fidel a caballo. La esposa de Vicente Méndez reconoció que lo había asistido, pero dijo que se habían marchado inmediatamente. Luego supimos que habían logrado abandonar el país clandestinamente. Esta operación duró dos días”.

LA LUCHA HERMANA HOMBRES

Rafael Monteagudo Rodríguez había nacido en El Santo, municipio de Encrucijada de la actual provincia de Villa Clara. Hijo de obrero agrícola, vivía humildemente en una casa de campo, en el batey de la colonia La Estrella, donde reinaba la pobreza. Como Ronald, con apenas 15 años ya estaba inmerso en la lucha clandestina. Triunfa la Revolución y en octubre de 1960 sube el Pico Turquino, lo acuartelan en La Habana por el cambio de gobierno en Estados Unidos y culminada la cuarentena lo envían a pasar la Escuela de Oficiales de Milicias en Matanzas.

Ronald Linares Peraza, jefe de la primera compañía
Ronald Linares Peraza, jefe de la primera compañía

 

“El  curso no había concluido cuando se produce el ataque mercenario por Playa Girón en abril de 1961. Alumnos y profesores formamos una unidad y marchamos para el frente. Una vez derrotado el enemigo, Fidel dijo que no había mejor graduación que la experiencia vivida por nosotros y nos remiten para el Escambray, donde se organizaban las tropas para enfrentar los alzamientos de grupos contrarrevolucionarios.

La etapa inicial en 1961 fue muy compleja porque se desarrollaba la Campaña de Alfabetización y nosotros debíamos proteger a los alfabetizadores y operar contra los bandidos. En el mes de julio de ese propio año me trasladaron para el Sector Uno que estaba en San Blas, como jefe de Estado Mayor. Realizamos muchos peines y emboscadas con la compañía de milicia móvil. Tuvimos varios encuentros con los grupos de forajidos y les causamos algunas bajas en las zonas de Cuatro Vientos, El Sopapo, Charco Azul y Yaguanabo, hasta que se formaron las tropas de Lucha Contra Bandidos (LCB) a partir del mes de julio de 1962 y me designan jefe del Batallón 4. A Ronald lo nombran jefe de la primera compañía y desde entonces hemos sido inseparables.

CRIMEN Y CASTIGO

Uno de los primeros crímenes cometidos por los bandidos en el Escambray fue el del maestro voluntario Conrado Benítez. Horrendo también fue el asesinato del brigadista Manuel Ascunce y el campesino Pedro Lantigua. Los casos de las familias de Eustaquio Romero y Fidel Claro fueron verdaderas masacres. Pero las tropas de LCB, los oficiales y agentes clandestinos de la Seguridad del Estado, que a riesgo de sus vidas lograban la ubicación de las bandas de criminales, nos encargamos de que no quedara impune un solo crimen. Así en la madrugada del 31 de marzo de 1964 el Pelotón de Tomás Brito de la Compañía 3, en una emboscada que puso en las Llanadas de Magua, abatió a Machito Cantero, el asesino de Fidel Claro y otros vecinos de la cooperativa cañera que él administraba. Uno tras otro fueron cayendo. El pueblo uniformado se encargó de saldar esa deuda que tenían con la justicia.”

Entre finales de 1962 y mediados de 1965, el Batallón 4 de Monteagudo capturó, además, cerca de una veintena de bandas terroristas, entre ellas también en la región del Escambray las de Víctor Manso y  Sumba Viera; en las llanuras de Matanzas las de Martí Campo (hijo) y Benito Campo, “Campito” (padre), y en la cordillera norte de las antiguas provincias de Las Villas y Camagüey las de Arnoldo Martínez, Juan Alberto Martínez, Mario Bravo, así como la de Floro Camacho en octubre de 1964, esta de conjunto con otras unidades de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.  Desde entonces Ronald Linares tiene alojada en su pecho, muy cerca del corazón, una bala enemiga.

Rafael y Ronald con posterioridad cumplieron misión internacionalista en Angola en 1976 como jefes de batallones de un Regimiento de tropas cubanas de la LCB.  Monteagudo anteriormente había combatido también por la libertad de Guinea Bissau. Ambos están retirados de las FAR con el grado de teniente coronel.