Plazoleta Diego Dorado

Yoleisy Pérez Molinet y María Antonieta Jiménez Margolles

El paso apurado de los espirituanos no detiene los ojos en su entorno. Sólo algún cansado gorrión se acomoda sobre el mármol, desde la cima de un rostro que los cientos de caminantes ocasionales de esta mañana parecen ignorar en la rutina. Mientras, la figura del hombre se levanta sobre el tiempo e invita a los curiosos a llegar.

La Plazoleta “Diego Dorado” disfruta del privilegio de erigirse en una céntrica zona de la ciudad, desde finales del siglo XVIII. Debe este nombre a un valeroso andaluz, que puso pies y corazón en tierra cubana, testigo de su solidaria contribución a la gesta emancipadora de 1868. En Sancti Spíritus dejó huellas en la edificación de obras socioeconómicas y en el campo mismo de batalla, donde ofreció lecciones de coraje hasta su muerte.
Sin embargo, apenas el homenaje se limita a los documentos que registran a este sitio del patrimonio urbanístico espirituano, quizas usted mismo ahora se estará preguntando cuál es ese lugar que no conoce, pues entre los habitantes de la Villa ha sido bautizado sencillamente como “La estatua de Judas”.
Aquí comienza otro capítulo de esta historia. Cuentan que la Plazoleta, ubicada actualmente en la intersección de las calles Independencia y Céspedes con Hernández Laborí y Rafael de la Aguilera, ha sido nombrada en distintos momentos “Plaza de Quirós” y “Plazuela del Vicario”, al parecer en alusión a vecinos distinguidos de los alrededores. Pero el título que se le ha quedado en el conocimiento popular está relacionado con la figura que ocupa su centro.
Se dice que hasta 1915 creció allí una ceiba. Según actas capitulares de la época, ya al año siguiente no existía y en su lugar apareció poco tiempo después una estatua, develada el 18 de noviembre de 1917.
Representa al político y periodista espirituano Judas Martínez Moles Echemendía, perteneciente a la ilustre familia en la que también creció su hermano Manuel, distinguido entre los más célebres historiadores de la ciudad del Yayabo.
El conjunto escultórico, integrado por dos figuras de mármol sobre una base enchapada del mismo material, fue erigido con la cooperación de los vecinos y del Gobierno municipal de entonces, como homenaje a un hombre que dejó su impronta en la historia de la localidad.
De su quehacer intelectual dan razones los artículos publicados en El Fénix y otros periódicos por él creados como El Combate y La Nueva Situación. También trascendió en el ámbito político. En 1896 se integró al Ejército Libertador, con el cual ganó los grados de Teniente. Fue secretario yudante del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia y más de una vez se pronunció en contra de la injerencia estadounidense en Cuba, aunque sin una oposición radical. Judas fue uno de los principales representantes del Partido Conservador Nacional en Sancti Spíritus y llegó a convertirse en alcalde de la ciudad.
Así lo recuerdan estos versos, inmortalizados en una tarja de bronce ubicada en la base del monumento: Modelo de valor y de hidalguía/ fue de su pueblo gobernante honrado/ murió como a su genio convenía/ en aras del deber sacrificado. Por causa de enfrentamientos con sus opositores, aseguran, dijo adiós a su querida tierra en mayo de 1915, como consecuencia de un duelo que le costó la vida.
Esta mañana la Plazoleta se contagia con el ir y venir de los espirituanos, ajenos quizás a la memoria reunida en este sitio del centro de la ciudad, que sugiere llegar y conocer; admirar y descubrir.

Es una de las más importante plazuelas tanto por su ubicación y tipicidad, como por el valor de los elementos que la determinan. Situada a 100 metros al Norte del Parque Serafín Sánchez, es un área cuyo entorno cuenta con edificios de varias épocas constructivas de la ciudad y que actualmente están destinados, en el primer nivel a instalaciones gastronómicas, comercios y servicios, lo que la dota de gran actividad urbana.
Originalmente estuvo rodeada de viviendas de una planta con las formas y materiales típicos del resto del pueblo, mientras que en su centro se erguía una robusta ceiba. Llamábanla primero Plazuela de Quirós y luego, del Vicario.
En el siglo XX, los aires modernizadores llegan a la zona y se construye en 1912 uno de los primeros edificios eclécticos de que se tiene noticia. La financia Don Pepe García Cañizárez, famoso por sus logros en la farmacopedia tradicional. En los bajos instala la botica “Santa Isabel” y en los altos las viviendas. Los cambios en el entorno se continuaron produciendo hasta las décadas del 50 dejando como saldo un ejemplar de influencias “Art Decó” y otro totalmente moderno que llega a tres niveles sin rebasar la altura predominante, hecho para albergar en sus bajos la ferretería “La Vizcaína” y en los altos las viviendas distribuidas de forma tal que aprovechan al máximo el espacio en el cual se insertaron.
Esta plazuela fue pavimentada al igual que las calles que la cruzan y la ceiba fue sustituida por un conjunto escultórico dedicado a la memoria del político y periodista Judas Martínez Moles, muerto a consecuencia de las heridas recibidas en un duelo del 28 de mayo de 1915.
Por encontrarse dicha estatua en el lugar, este espacio urbano es llamado Plaza de Judas, sin embargo, su nombre oficial es desde inicios del siglo XX Diego Dorado, en honor al digno andaluz que peleó bravamente por la libertad de Cuba hasta caer en combate en 1871.

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