Hitos de una épica hazaña

El 7 y el 14 de octubre de 1958 llegaron respectivamente a territorio espirituano por el Norte y el Sur, las Columnas Invasoras “Antonio Maceo” y “Ciro Redondo”, al mando de Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara. A inicios de agosto de 1958, recién derrotada la masiva ofensiva del Ejército

Camilo en Yaguajay, segundo de izquierda a derecha. El 7 y el 14 de octubre de 1958 llegaron respectivamente a territorio espirituano por el Norte y el Sur, las Columnas Invasoras “Antonio Maceo” y “Ciro Redondo”, al mando de Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara.

A inicios de agosto de 1958, recién derrotada la masiva ofensiva del Ejército de la tiranía de Fulgencio Batista contra el firme de la Sierra Maestra, pocos, muy pocos en el entorno del líder revolucionario Fidel Castro conocían sus planes ulteriores, sobre los cuales muchos se imaginaban que se concentrarían en arreciar acciones en el extenso territorio de la entonces provincia de Oriente.

Lejos estaban de imaginar que el Comandante en Jefe de las huestes rebeldes, había concebido una estrategia de extensión de la guerra libertaria a todo el país, basada en la experiencia de la invasión de oriente a occidente desarrollada por el Ejército Libertador Cubano en el último trimestre de 1895, durante la Guerra Necesaria.

Con ese objetivo, Fidel emite órdenes militares los días 18 y 21 de agosto de 1958, en las cuales disponía que dos de sus más avezados jefes de guerrilla, los Comandantes Ernesto Che Guevara de la Serna y Camilo Cienfuegos Gorriarán, formaran sendas columnas invasoras -escogieran su personal por el principio de voluntariedad- y procedieran a su equipamiento para emprender por distintos derroteros su marcha al poniente.

Camilo escogió 91 hombres entre los combatientes más fogueados en la contienda, preparados físicamente y con una elevada moral combativa, por tanto su columna la integraban 92 guerrilleros; mientras el Che hacía otro tanto en la conformación de su contingente, el cual quedó compuesto por 140 efectivos.

Así, luego de una febril actividad en la selección y alistamiento de ambas tropas, parte Camilo el 21 de agosto de 1958 al frente de su Columna Invasora no. 2 Antonio Maceo, desde la localidad de El Salto, en la Sierra Maestra, y con pocas horas de intervalo también lo hace el Che que encabeza la Columna Invasora no. 8 Ciro Redondo.

A lo largo de casi 50 días, las dos fuerzas guerrilleras recorren más de 400 kilómetros desde las montañas orientales, jalonados de bombardeos y ametrallamientos aéreos, del constante acoso de fuerzas superiores del enemigo, de escaramuzas y combates, de casi no dormir, de prácticamente no comer, mojados hasta los tuétanos, con los pies deshechos por la interminable caminata, hasta llegar a la antigua provincia de Las Villas.

Así, el 7 de octubre revistió para los invasores de Camilo una connotación especial. En su informe a Fidel, redactado horas después de su arribo al Norte espirituano, Camilo escribió: «…¡El río Jatibonico! Se puso una soga, el agua daba al pecho y la corriente era fuerte. Yo besé la tierra villaclareña, todos los hombres estaban alborotados…»

Poco más tarde eran recibidos como hermanos de lucha y agasajados con todo lo disponible por el Destacamento Máximo Gómez del Partido Socialista Popular y su jefe, Félix Torres, en su campamento de Jobo Rosado, zona de Yaguajay, a donde llegaron en la madrugada del día 8. Más, por necesidades de la guerra, Camilo no seguiría a Occidente, como prescribía su misión original, sino que ayudaría a consolidar la Revolución en esta zona que devendría estratégica para la lucha.

El Che durante la Batalla de Santa Clara. Entretanto el Che y su Columna 8 todavía tardarían en llegar a su meta toda una semana matizada de esfuerzos y sacrificios inauditos de los hombres, “Cuando ya solamente el imperio del insulto, de ruegos, de exabruptos de todo tipo, podía hacer caminar a la gente exhausta…”. Fue entonces que divisaron allá a lo lejos…“Una sola visión en lontananza -que- animó sus rostros e infundió nuevo espíritu a la guerrilla”.

“Esta visión, escribió el Che, fue una mancha azul hacia el occidente, la mancha azul del macizo montañoso de Las Villas, visto por primera vez por nuestros hombres”.

La invasión, una gesta portentosa que, según el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II: “(…) parece encontrarse en la categoría de esas hazañas imposibles que al paso del tiempo se convierten en leyendas”, había sido culminada con éxito extraordinario por el Che y sus hombres, al igual que por Camilo Cienfuegos y los suyos, acercando el momento de la victoria a escasas 10 semanas, a contar desde la conclusión de su afortunado periplo.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

Comentario

  1. Esto fue una realidad con un final feliz que dos grandes del ejercito rebelde cumplieron con sencillez cabal con firmeza y responsabilidad liberar la provincia de las villas de las sucias y criminales manos del BATISTATO que orgullo para todos los cubanos en el cual me incluyo el rememorar esta bella parte de nuestra historia pero mas que nunca las ejemplares vidas ideales y pensamientos progresistas y amador ambos de la verdadera justicia son tantos los valores positivos de ambos luchadores en la que marcaron pautas a seguir dejando sus huellas creativas en el campo de batalla que son inimitable para un muy elevado por ciento de personas. Lazaro izquierdo

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