La Casa Navia desafía el tiempo (+ fotos)

Al igual que los Santander, de Trinidad, los continuadores del legado familiar de los Navia emplean arcillas procedentes de yacimientos cercanos a la villa para hacer piezas de gran valor artístico. Uno de los más prósperos talleres de alfarería en la provincia constituye, sin dudas, La Casa Navia, instalación que

Se requiere sabiduría y dedicación para lograr las macetas gigantes.Al igual que los Santander, de Trinidad, los continuadores del legado familiar de los Navia emplean arcillas procedentes de yacimientos cercanos a la villa para hacer piezas de gran valor artístico.

Uno de los más prósperos talleres de alfarería en la provincia constituye, sin dudas, La Casa Navia, instalación que desde 1948 lleva el sello de una tradición familiar, precursora de las más notables técnicas de trabajo con el barro y variadas producciones.

Sus tornos, la cava, las áreas de secado natural, las de preparación de las mezclas de arcillas y el horno rústico, entre otras áreas, dan fe de del tiempo transcurrido, sin dejar de aportar al quehacer artístico los valores utilitarios de cientos de miles de piezas que cada año se diseminan por el territorio espirituano y un poco más allá.

EL ANTES Y DESPUÉS DE LOS NAVIA

A Galletano Navia, el fundador del taller, se le antojó un día agrupar a unos jóvenes, incluidos sus hijos, en las márgenes del río Yayabo, primero y en el Reparto Toyo, después, para amasar pelotas de fango y sacar de estas porrones, tinajas, filtros, cazuelas y ánforas, con el propósito de cubrir las demandas, cada vez más crecientes de los habitantes de la villa espirituana.

Décadas de duro bregar matizaron la factoría, que con sus altas y bajas se mantuvo viva hasta que un día sucumbió, tal vez por la falta de incentivo para proseguir con sus producciones o por la prohibición de continuar desarrollando esta labor bajo la tutela patrimonial.

Fue entonces que esa oleada de alfareros se concentró en el El Tinajón, taller perteneciente a las Industrias Locales de Sancti Spíritus, el mismo que a la vuelta de unos años, devino centro de referencia de la labor creadora de esta fuerza y, a su vez, escuela de otros espirituanos, quienes atraídos por la magia del barro acentuaban sus conocimientos con las pretensiones de seguir este legado, sin muchos recursos, solo con las manos enfangadas y la imaginación.

Bien lo sabe Félix Vera Hernández, continuador de la tradición y máximo representante de los ceramistas que desde hace más de dos décadas se reagruparon en el mismo sitio donde se fundó la Casa Navia, para probar suerte nuevamente y continuar el camino iniciado por el viejo Galletano, en la primera mitad del siglo pasado.

“Comencé empíricamente -aclara Félix-,  sin ninguna formación académica relacionada con la artesanía. Yo era maestro de la Enseñanza Primaria y luego fui director de la escuela Especial Efraín Alfonso, pero en mis ratos libres me iba hasta El Tinajón y pasaba horas moldeando el barro, después llevaba conmigo a los alumnos más interesados, de este y otro centro, algunos de los cuales hoy forman parte de nuestra plantilla.

“Desde el principio me identifiqué con Epigmenio, el más técnico de los Navia y el último en morir de los varones; aunque también aprendí de Israel y de Pánfilo, y hasta de Eva, quien no incursionó en este oficio, pero sabe de memoria cada acontecimiento relacionado con la tradición artesana de sus parientes”.

AL COMPÁS DEL TORNO

En medio de la vorágine cotidiana llama la atención la variedad de macetas gigantes, bien perfiladas, fruto del empeño y la dedicación de los 17 hombres que laboran en el taller.

Uno de los más experimentados, Gerardo Veloso Echemendía, con 25 años en este oficio, explica: “Todavía recuerdo los consejos de Epigmenio cuando me decía que para convertirme en tornero debía pegarme a la rueda y a la plantilla, con mucha concentración, pues aunque el barro es noble y puede moldearse a nuestro antojo, es preciso imaginar cómo quedará la obra antes de comenzarla”.

Al igual que en la alfarería de los Santander, en Trinidad, en la Casa Navia emplean arcilla procedente de los yacimientos cercanos a la villa espirituana, que luego mezclan según el tipo de objeto a realizar.

En la región central de Cuba, se conocen muy bien estas creaciones; mas, sigue siendo Sancti Spíritus su principal plaza comercial, no por gusto en el propio bulevar de la capital provincial, y más recientemente, en las calles empedradas que fueron rescatadas aquí, se encuentran macetas, porrones, farolas y pedestales salidos de las manos de los Navia.

Para Yoel Bernal Vera, uno de los más jóvenes exponentes del lugar, la calidad y variedad de las muestras, cifrada con el sello distintivo de los Navia, se reconoce, asimismo, en la larga lista de hoteles cubanos, que en La Habana, Varadero, los cayos del norte de Villa Clara y Ciego de Ávila, Trinidad o cualquier otra parte de la isla, a través del Fondo Cubano de Bienes Culturales, han adquirido sus colecciones.

Satisfacción que inspira a Gustavo, el pintor, que con singular maestría transforma un barril o un ave recién salida del horno, en valiosas piezas artesanales, con colores y tonalidades que semejan la realeza y originalidad de las mismas, cual si fueran traídas de épocas pasadas o del medio natural.

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Xiomara Alsina

Texto de Xiomara Alsina
Reportera de Escambray por más de dos décadas. Especializada en temas socioeconómicos.

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