La maestra del tabaco

Luisa Ana Pino Pérez se convirtió recientemente en la autora principal de la última variedad cubana del mejor tabaco del mundo. Con años acumulados en la labor de conocer la textura de sus hojas, el enigma exacto de los tallos, la resistencia de su alma vegetal, una investigadora cabaiguanense aún

Junto a su labor investigativa, desarrolla la formación de nuevos científicos. Luisa Ana Pino Pérez se convirtió recientemente en la autora principal de la última variedad cubana del mejor tabaco del mundo.

Con años acumulados en la labor de conocer la textura de sus hojas, el enigma exacto de los tallos, la resistencia de su alma vegetal, una investigadora cabaiguanense aún se desvela tras el conocimiento de esta planta que, no por estudiada, deja de revelarle misterios.

El Nicotiana tabacum sigue apasionándola como la primera vez. Aunque hoy ya pueda escribir varios doctorados por ser su confesora constante, Luisa Ana Pino Pérez vuelve cada día a la investigación con la esperanza de arrancarle nuevos secretos.

“Comencé aquí en la obtención de variedades en el 73. Siempre con la ayuda de todo el equipo. Hice mucho trabajo de semillas, mutaciones; ahí tuve resultados para la ciencia, pero así de puntería…”.

Anabel, como muchos también la conocen, busca con la mente en el estirado currículum; sin embargo, no recuerda la mitad de sus logros, por los que el país ha ahorrado y ganado millones. Quizás ni el más reciente: la obtención de la variedad Sancti Spíritus 2006, que comenzará a plantarse en la próxima campaña tabacalera. Entonces, nos ofrece una pincelada de su recorrido científico:

“Fui coautora de la variedad Cabaiguán 7 y de muchas variedades que se obtuvieron como el Habana Vuelta Arriba y Habana 92. Si no como principal autora, he estado en el grupo como coautora, o sea, que el cruzamiento inicial lo hizo otra persona y después uno siguió trabajando. En las variedades de la provincia siempre me he mantenido entre los autores principales, porque es mucha gente y uno se retroalimenta de todos, hasta de los obreros que están en el campo”.

¿Fue preocupada por el estudio como por la investigación?

Nunca fui inteligente, pero estuve siempre entre los puntualitos, como les llaman a los cumplidores. Me gradué en el instituto de Sancti Spíritus y estudié Agronomía. En mi trabajo comencé por lo más sencillo y fui participando en eventos, tenía publicaciones, me lo exigían por acá y no es que uno sea más inteligente que nadie, te lo va dando el propio trabajo. Ahora imparto Botánica en la Universidad de Sancti Spíritus, he sido guía de tesis, he tutorado muchas maestrías y estoy con una de doctorado.

La ciencia implica desafíos, ¿se considera una mujer de retos?

Creo que sí, quizás desde el trabajo intenso en mi época de más juventud, cuando nacieron mis dos hijos y tuve que llevar las dos cosas. Esa competencia que las mujeres tenemos como madre y como profesional no es fácil, y a veces tienes quien te ayude, pero a veces no.

¿Los momentos más gratificantes?

A nivel personal mis hijos. Tengo un solo nieto y también ha sido muy alentador. En el área de la investigación cualquier premio hasta en el nivel más ínfimo te gratifica y te favorece.

¿Qué importancia le concede a la investigación científica?

En la agricultura, la investigación científica es la base para el aumento de rendimientos, en mi caso el tabaco. Con las investigaciones se realizan proyectos que ofrecen a los cultivos mayor resistencia a las enfermedades, crea las bases para favorecer y desarrollar la producción.

¿Qué frenos presenta hoy la ciencia en nuestro país?

Pienso que debemos aumentar el personal y fortalecer el relevo de los investigadores que tienen una edad avanzada; intensificar los cursos de postgrado, las maestrías, los doctorados; en tabaco en la provincia hay muy pocos doctores. Materialmente yo no he tenido frenos, he recibido apoyo y eso lo agradezco.

Dicen que los verdaderos científicos poseen algo de locura, ¿se cumple en usted?

Eso se decía en la antigüedad, y no sé si la gente me encuentra medio loca, pero es que antes los científicos eran medio chispeados, por lo menos eso fue lo que nos llegó, pero hoy somos personas comunes y corrientes que puedes encontrar hasta en la cola del pan. Ahora la ciencia se planifica más, tienes un plan, una metodología y no te idealizas.

Después de tantos años dedicados al tabaco…

Uno lleva mucho tiempo; pero, y eso lo digo de verdad, aunque uno esté viejo aprende de todo el mundo. Yo me jubilé y me solicitaron para la misma plaza. Me contrataron y tengo 63 años. Ya no tengo edad ni para estar aquí, pero estoy, porque me gusta mi trabajo y en él aprendo cada día, siento como que aún no sé todo lo que tenía que saber.

Escambray

Texto de Escambray

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