Espejo de la literatura infantil

Bajo el sello de Ediciones Luminaria ve la luz un conjunto de ensayos y textos críticos compilados por Julio M. Llanes (Por: Antonio Rodríguez Salvador)   La palabra espejo se ha convertido en un arquetipo literario con dos connotaciones distintas: el espejo de Stendhal y el espejo de Carroll. El

La literatura infantil y juvenil ante el espejo, nombre de la compilación de Julio M. LlanesBajo el sello de Ediciones Luminaria ve la luz un conjunto de ensayos y textos críticos compilados por Julio M. Llanes

(Por: Antonio Rodríguez Salvador)

 

La palabra espejo se ha convertido en un arquetipo literario con dos connotaciones distintas: el espejo de Stendhal y el espejo de Carroll. El primero propone que la literatura refleje fielmente la realidad: “un libro es un espejo que se pasea por una gran avenida”; mientras que el segundo nos remite a ese mundo de maravillas que consigue ver Alicia cuando atraviesa el cristal.

Es probable que la unión de ambos conceptos llevara al reconocido escritor Julio M. Llanes a poner como título La literatura infantil y juvenil ante el espejo, a la compilación de ensayos y textos críticos que nos ha entregado Ediciones Luminaria en su colección Pensamiento.

Ciertamente, la palabra imagen no solo significa retrato, copia fiel; sino también alegoría, imaginación: nutrientes de los que no carece el volumen. Fruto del más importante evento cubano de crítica e investigación de la literatura infantil y juvenil —el cual se realiza cada año en Sancti Spíritus y donde se dan cita escritores, investigadores, artistas, académicos, críticos, editores e ilustradores del país—; en este libro se recogen nueve textos de reconocidos autores.

Mucho complace que Sancti Spíritus se haya convertido en espacio y referente para los pensadores cubanos del género, y también que una selección de sus ponencias sea publicada por la casa editora espirituana. En realidad, este es el noveno tomo de un evento que recientemente celebró su XX aniversario; mérito que, si bien corresponde a muchos, a la hora de jerarquizar honores no se puede olvidar que en su concepción, impronta y cuidado destaca Julio M. Llanes.

Hay una clase de lector activo que no se conforma con el qué de las cosas, sino que también suele buscar el cómo y los porqués. Pero este no sería el único público al que va dirigida la propuesta; también vale para escritores, investigadores literarios, promotores culturales, bibliotecarios y libreros, así como para los tantísimos estudiantes y profesores de las carreras pedagógicas, de comunicación social y estudios socioculturales.

Complace asimismo que entre los trabajos seleccionados se incluyan los de importantes personalidades y escritores cubanos como Luis Álvarez Álvarez, Freddy Artiles, Estaban Llorach, Ramón Luis Herrera y Abel Hernández Muñoz, espirituanos los dos últimos.

Dividido en dos partes: El universo de la lectura, y Vitrales de la isla, La literatura infantil y juvenil ante el espejo nos aproxima a temas que ven desde la visión martiana de la lectura, hasta la relación de la editorial con su público, sin olvidar la alianza estratégica que reúne niños, libros y autores. En su recorrido también aborda asuntos medulares de la poesía infantil cubana, el teatro y la dramaturgia, la divulgación científica, las ilustraciones y determinados entresijos del sistema editorial.

Desde luego, como obra humana al fin, el volumen no deja de tener carencias. Como no es una antología o tratado sobre el género, sino la memoria de un determinado evento, hay asuntos que no son abordados. Por ejemplo, se nota la ausencia de análisis relacionados con autores cuya escritura va dirigida a la música o a guiones del mundo audiovisual.

Ello, sin embargo, no demerita el esfuerzo; todo lo contrario: cuando el espejo de Stendhal transita por la gran avenida, y el azogue refleja que hay huecos en el pavimento, o cierto número de árboles marchitos en los paseos, la culpa nunca será del espejo. En este caso estaría mostrando que los musicólogos e investigadores audiovisuales del país todavía tienen una asignatura pendiente, lo cual no deja de ser otro aporte crítico.

Valga entonces este libro como sonda para medir la hondura de la literatura infantil y juvenil; un género que a veces es solamente mirado en su brillo superficial —como espejo de agua desde la altura— sin tener en cuenta la intensa vida que bulle y se multiplica en sus profundidades.

Redacción Escambray

Texto de Redacción Escambray

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