La eternidad de la parranda

Este fin de semana místicas historias convierten a Guayos en un paraíso de fantasías declarado Patrimonio de la Nación. Las tradicionales parrandas del poblado cumplen 90 años Aún era oscuro cuando en el campanario el padre José hacía repicar las campanas de la iglesia católica del poblado cabaiguanense; con exactitud

Este fin de semana místicas historias convierten a Guayos en un paraíso de fantasías declarado Patrimonio de la Nación. Las tradicionales parrandas del poblado cumplen 90 años

A nueve décadas de tradiciones parranderas, el reconocimiento de toda la isla hace exclusivo a los nacidos en Guayos.
A nueve décadas de tradiciones parranderas, el reconocimiento de toda la isla hace exclusivo a los nacidos en Guayos.

Aún era oscuro cuando en el campanario el padre José hacía repicar las campanas de la iglesia católica del poblado cabaiguanense; con exactitud religiosa se dejaron escuchar 90 toques entre el bullicio de la gente y la explosión de colores en el firmamento de la localidad, la Diana parrandera, otra vez delimita fronteras y en La Loma los chivos visten de rojo, mientras la marea verde se adueña del elevado y el júbilo en Cantarrana frena el paso de Ómnibus Nacionales: ha comenzado la Parranda. El pueblo de las mil leyendas es todo fiesta.
Desde que en 1925, Félix Rodríguez y José Estupiñán acordaron traer los primeros tambores y cencerros a la floreciente comarca, se fraguarían los improvisados changüises con la venia de Arturo Gómez, otro de los comerciantes más ricos de la zona; ellos vaticinaron mejoras económicas a consecuencias del jolgorio nacido en la villa remediana y traído a estos lares por los jornaleros de las escogidas de tabaco.
A partir de entonces, una mezcla de costumbres moldearon las propias esencias de la transculturación aparecida con la festividad. Los muñecones Liborio y Ma Concha animan el paseo arrollador de los lomeros, dueños del triunfo desde la parte alta del pueblo. Por otra parte, el Gallego y la China defienden las raigambres socioculturales de lo cubano donde las ranas cantan a la victoria de su barrio al ritmo de la conga oriental, uno de los elementos que diferencian la sonoridad de la celebración, pues en Remedios la música resulta una especie de polka en la que se funden instrumentos europeos como el tamboril y la gaita.
Declaradas Patrimonio Cultural de la Nación, las 17 parrandas del centro de Cuba retoman fuerzas a partir del año 2013 y en la actualidad se preparan los expedientes para proponer a la Unesco sean incluidas en su selecta lista patrimonial.
A nueve décadas de tradiciones parranderas, el reconocimiento de toda la isla hace exclusivo a los nacidos en Guayos. Según declaraciones del doctor Carlos Alberto Cáceres González —conocido por sus coterráneos como el médico de la parranda—, el Premio Memoria Viva conferido por el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello sorprendió a todos: “Hemos trabajado días y noches para llegar al aniversario 90 hermanando pueblos, las dificultades económicas no han podido frenar la pasión de nuestra gente en aras de rescatar los changüises que mantienen la alegría en la avenida que divide corazones durante todo el año”.
El lauro ascendente a 3 000 dólares recayó en la propuesta sociocultural por la preservación de las raíces que caracterizan el enfrentamiento de ranas y chivos, lo cual fue corroborado por la MSc. Gladys María Collazo Usallán, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural, durante su visita a la comunidad en el contexto del III Encuentro Provincial de Parrandas, dedicado en esta ocasión a Caibarién.
Collazo Usallán también aprobó la decisión de impulsar la puesta en funcionamiento de una sala expositiva situada en el centro de la demarcación, donde a través de instantáneas de grandes dimensiones y objetos museables se inmortalicen las memorias de la imprescindible conmemoración y, así, otra vez colgará de la pared el singular estilo de Teodosia Arias, la primera comparsera que recorrió las calles de la Loma.
RESONANCIAS
Todavía hoy se multiplican los ecos de aquellos bailadores iniciales. De ello da fe Magalis Hernández Herrada, quien asegura que sin los “Bulla Bulla” en la frontera no comienza la fiesta: “Antes de 1959, los recursos escaseaban y yo recuerdo que mi mamá escachaba laticas para darles brillo a las carrozas. Venimos de una generación que lleva la verdadera rivalidad en la sangre; además somos danzoneros, ganamos el Cuba Danzón en 1996, el gran premio de las Fiestas de la Cubanía en el 2013 y hace unos días nos designaron una de las tres parejas distintivas de la isla. Me siento orgullosa de los míos y amo a este terruño porque el sonar de los cueros y los fuegos en el cielo continúan moldeando mi existencia y la de todos por acá”.
Roberto Hidalgo Valdés, otra de las voces autorizadas, asegura que a las puertas de su primer siglo la parranda se erige esplendorosa ante la eternidad: “Gracias al desvelo de los lugareños hemos sostenido en el tiempo esta obra de arte, pues las tradiciones no se rescatan, se mantienen. Representamos la conjunción de todas las manifestaciones, se hace teatro encima de las carrozas decoradas con imponentes pinturas y esfinges de múltiples diseños, se danza y se cantan vivas a los barrios para congratular al vencedor”.
Las décimas y frases jocosas de las dos barriadas carnavalizan el discurso literario impreso en boletines como El Batracio, lo cual demuestra el eminente carácter puebleril del enfrentamiento amistoso: Roberto Hidalgo, el nombrado/ especialista en antenas/ conmovió a las almas buenas/ por un suicidio infundado./ Tal atributo se arroga,/ como que se ha puesto en boga/ desternillarse el pescuezo/ se reunió el pueblo en peso/ para cortarle la soga./ Si muchos cantarraneros/ lloraron la falsa muerte/ también a la triste suerte/ se sumaron los lomeros./ Encabezó los primeros/ en llegar el propio Achén,/ aunque dijo no sé quién/ que no fue para aflojar/ lo que vino a comprobar/ que el nudo lo hiciera bien.
De acuerdo con Leonardo Valdivia, director de la Casa de Cultura, las actividades colaterales incluyen la presentación de los proyectos infantiles Jardín de Sorpresa y Chamaquile a las 10:00 a.m. en aéreas del parque José Martí. El rincón campesino plantará bandera en el centro recreativo La Ceibita, con la actuación de la peña la Alborada, los poetas Abel Amador y Virgilio Soto, el Club del Bolero Pacho Alonso y Ecos del Norte.
Así, la próxima madrugada traerá el clímax de la rivalidad, cuando un castillo colmado de princesas, hadas, magos y brujas intente hechizar el iluminado fondo marino, donde emperatrices y seres mitológicos resguardan su ciudad desde el eterno corazón de los océanos.

Oscar Salabarría Martínez

Texto de Oscar Salabarría Martínez

Comentario

  1. Excelente artículo…muy completo y creo que capta el sentimiento desbordante de nosotros, los guayenses, para con su Parranda. Un dato: no nos cataloguen más como un «poblado cabaiguanense»…Guayos y Cabaiguán, digan lo que digan son agua y aceite…

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