Policlínico de Meneses: un hospital en miniatura (+fotos)

Hace más de 40 años nació el Policlínico de Meneses, institución que ahora extiende sus servicios a cinco asentamientos poblaciones —buena parte de ellos ubicados en parajes muy intrincados—. Quizás se creía en deuda o acaso fue por ese compromiso que creyó contraer con aquel poblado desde que a bala

Hace más de 40 años nació el Policlínico de Meneses, institución que ahora extiende sus servicios a cinco asentamientos poblaciones —buena parte de ellos ubicados en parajes muy intrincados—.

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Quizás se creía en deuda o acaso fue por ese compromiso que creyó contraer con aquel poblado desde que a bala limpia le había devuelto lo más preciado: la libertad. Tal vez por eso Camilo Cienfuegos no se conformó con que Meneses fuese un pueblecillo más en su ruta libertaria en la zona norte de la otrora Las Villas y se dio a la tarea de fundar. O ese era su deseo.

Dicen los pobladores que se le escuchó decir en aquellos días de júbilo que Meneses necesitaba una escuela y, aunque no pudo llegar a ver cumplida su promesa, se hizo. Y no era la única institución necesaria en aquel pedazo de tierra a medio andar entre Sancti Spíritus y Yaguajay.

La leyenda ha pasado de boca en boca. Por muchos años los lugareños anduvieron con la añoranza revoloteándole los empeños hasta que Fidel Castro se apareció en Meneses en los días en que se construía la carretera de Jarahueca.

—Comandante, Camilo nos prometió hacer una escuela aquí —fueron más o menos las palabras de la mujer que, entre la muchedumbre, le hiciera tal observación a Fidel.

Bastó el diálogo para que el entonces presidente cubano diera su palabra de construir el recinto educacional y para que advirtiera la necesidad de un atelier, para que trabajaran las mujeres, y de un hospitalito.

Fue solo el empuje. Guajiros vestidos de constructores, muchachos becados haciendo trabajos voluntarios en horas extra, mujeres con jarros de agua y con palas en mano también… era otra revolución en Meneses. Por eso no crecería allí solamente la escuela, sino también la empresa de confecciones y el policlínico, acaso el único recinto de este tipo con cuerpo de hospital y rostro de casa.

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EL SUEÑO A LA REALIDAD

En aquellos días de octubre de 1973, cuando se estrenaba, solo tenía un cuerpo de guardia hasta que comenzaron a añadírsele un salón de partos, un servicio estomatológico en ciernes y una sala de hospitalización.

Mas, aunque aún conserve la armazón de prefabricado y dos naves con techo de placa y planchas de canelones encima para contener filtraciones, no es el mismo hospitalito de antes. Y no solo porque atienda a más de 12 750 habitantes ni porque preste asistencia a 19 consultorios médicos dispersos en cinco asentamientos poblacionales —muchos de los cuales se hallan en zonas de difícil acceso—, sino porque ha ensanchado sus servicios.

“Actualmente el cuerpo de guardia funciona 24 horas —apunta la licenciada en Enfermería Sailys Nepomuceno Estévez, directora del centro—, pero también existe una sala de ingreso con ocho camas, electrocardiograma, ultrasonido, Rayos X, servicio de Estomatología con un laboratorio de prótesis dentales y una sala de rehabilitación”.

Y en más de 40 años nunca se les había pasado la mano hasta ahora que el ajetreo constructivo inundó el policlínico y se enchaparon mesetas, se cambiaron puertas y ventanas, se construyó un nuevo laboratorio de prótesis dentales con el montaje de dos modernos conjuntos dentales, se restituyó la cerca perimetral y se pintó el mobiliario clínico y no clínico.

“El policlínico quedó como nuevo —afirma Marta Rojas Cabrera, pobladora que se recupera de una fractura de hombro en la sala de rehabilitación anexa a la instalación sanitaria—. Aquí hay muy buenos especialistas, la atención es excelente, yo misma llegué con el brazo sin poder moverlo y ya lo puedo subir”.

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ANTÍDOTOS PARA SANAR

No tiene un equipamiento de primer mundo ni grandes salas especializadas para la atención de los pacientes, acaso basta un equipo de médicos y enfermeras desvelados que auscultan día y noche todos aquellos contornos. Al menos fue suficiente para que el pasado año no se reportaran allí muertes ni de menores de un año ni de embarazadas.

“Aquí se cumplen todos los indicadores de salud: las consultas, los terrenos, los ingresos en el hogar, los indicadores estomatológicos y de prótesis dentales; además solo se remiten a la cabecera municipal aquellos casos que no pueden resolverse en el área”, afirma Nepomuceno Estévez.

Sin embargo, por más que se ha intentado no han podido curarse hábitos tóxicos enraizados en la población, los cuales no pocas veces agravan el cuadro de salud de la localidad.

Así lo asegura el doctor Denis Rodríguez Hernández, especialista de primer grado en Medicina General Integral: “Los principales ingresos que se realizan son debido a enfermedades respiratorias como bronconeumonías y el asma bronquial, a afecciones del sistema circulatorio y a la hipertensión arterial que tiene gran incidencia en la población, a causa también del alcoholismo y el tabaquismo, a lo que se añade el envejecimiento”.

Hasta allí llegan las urgencias de cuanto paraje se escurre monte adentro y por otros lares. Desde hace más de cuatro décadas no ha dejado de ser el hospital —como le dicen, aunque en la nomenclatura sanitaria no pase de ser un policlínico— ni el Policlínico de Meneses, el nombre que a lo mejor trascenderá aunque ya se hable de otro bautismo.

“Estamos trabajando para nombrar al policlínico Sergio del Valle, quien fue el capitán médico de la columna de Camilo y mantuvo luego mucha relación con Yaguajay —revela Jerónimo Besánguiz, director del Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos—. Además, se pretende crear una sala de historia en dicha institución, donde se muestren los aspectos fundamentales relacionados con la presencia del Héroe de Yaguajay en Meneses”.

Y es que el centro hospitalario no puede desligarse de la historia: aún entre sus salas verdes se evocan las promesas de Camilo o se recuerda el discurso de Fidel en la escuela, en el que dejaba inaugurado también el policlínico.

Han pasado más de 40 años y todavía se prueban los mismos antídotos para sanar dolencias: un montón de batas blancas disputándose salvar vidas. Sucede todos los días, acaso porque para muchos las naves no son un hospital común, sino una casa más levantada en uno de los costados del pueblo.

Dayamis Sotolongo

Texto de Dayamis Sotolongo
Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año (2019). Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas sociales.

Comentario

  1. pedro J. Toboso

    Me siento orgulloso de ver tan alagueñas noticias del policlinico del puebloi que me vio nacer, prque soy nacido y criado en este pueblo, esta institución de salud, con mucha dedicación y profecionalidad a brindado estos indispensables servicios desde su iniciación hace cuarenta años, lo más que deseo es que siga asi, pues mi familia sigue viviendo en este poblado.

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