Serafín Sánchez en la Invasión

De una utilidad muy alta resultó el aporte espirituano a la Invasión al Occidente de la Isla en 1895 Evocación espirituana a Serafín Sánchez Con las primeras luces del 5 de diciembre de 1895 en el campamento mambí en Ciego Potrero, Taguasco, miles de soldados libertadores recogen sus hamacas, se

El ímpetu guerrero y calidad de patriota de Serafín fue cantado por poetas como Bonifacio Byrne.
El ímpetu guerrero y calidad de patriota de Serafín fue cantado por poetas como Bonifacio Byrne.

De una utilidad muy alta resultó el aporte espirituano a la Invasión al Occidente de la Isla en 1895

Evocación espirituana a Serafín Sánchez

Con las primeras luces del 5 de diciembre de 1895 en el campamento mambí en Ciego Potrero, Taguasco, miles de soldados libertadores recogen sus hamacas, se asean en un pequeño arroyo y, al toque perentorio de corneta, empiezan a formar por unidades, ocupando una extensa y quebrada porción de terreno hasta donde alcanza la vista.
Ubicados los jefes delante de sus respectivos contingentes, se suceden los bloques de infantes y jinetes, de jinetes e infantes: de orientales, camagüeyanos y villareños. Y al frente de estos últimos un hombre alto, de atildada figura y marcial porte recorre con la vista la tan imponente como inusitada concentración de fuerzas insurrectas. Es el Mayor General Serafín Sánchez.

Los soldados lo admiran, muchos no lo han visto en persona, pero todos han oído hablar de sus hazañas.
Erguidos y solemnes pasan revista el legendario dominicano Máximo Gómez Báez, Generalísimo de aquellas huestes; y también Antonio Maceo, el mítico Titán; pero, aunque nadie repare en ello, aquí en la jurisdicción espirituana el General Serafín Sánchez es el anfitrión. Ninguno entre los jefes conoce como él esta comarca ni arrastra tras de sí a tanto patriota. Él suma a 2 000 de sus mejores combatientes a la magna empresa libertaria.
“El Brigadier Serafín Sánchez —escribe el jefe del EE.MM. de Máximo Gómez, Bernabé Boza en su diario— tiene cara de jefe, es muy simpático a pesar de ser serio; es culto y fino. Es el autor de Héroes Humildes. Sus soldados, que es a quien más hay que creer en este sentido, dicen que es muy valiente”.
El propio Boza ha escrito el 11 de noviembre, que, en su opinión, “… este jefe es, después de Gómez y Maceo, el mejor General que tenemos en la guerra hoy”.
Poco antes, en la orden en que lo nombra jefe del IV Cuerpo del Ejército Libertador, el General en Jefe le expresa a Serafín: “En la pericia militar de UD. y acrisolado patriotismo queda confiado este Cuartel General para el satisfactorio desempeño del importante cargo que se le confiere”.
Y Serafín cumplió con creces el encargo. Había que ver a los centauros espirituanos y a los soldados de a pie, perfectamente pertrechados con rifles máuser o Remington, con tercerolas y Winchester; la dotación mínima de balas, su típico machete y el sombrero de roja escarapela, dispuestos al combate y a la gloria…
Pronto la hazaña quedaría escrita con gritos y estampidos en los anales de los hechos heroicos. El General espirituano cargó el peso en los combates, abriendo a sangre y fuego el camino a la vanguardia, o protegiendo el avance a retaguardia, en Fomento, en La Campana, en Bocas de Toro, en Mal Tiempo, en Jovellanos, Coliseo, Calimete…
EN LA VORÁGINE
Excepcional cronista situado en el lugar mismo de los sucesos, Boza habla de la acción en la comarca cienfueguera de Mal Tiempo: “Como a las 11: 00 a.m se siente fuego en la retaguardia que manda el intrépido e incansable General Serafín Sánchez, con una parte de las fuerzas de Las Villas (…). “El jefe de la columna enemiga que seguía nuestro rastro y se batió con la retaguardia, a través de la cual no pudo abrirse paso, pues la defendió como sabe hacerlo siempre el ídolo de los villareños, General Serafín Sánchez…”.
Cuando ya en Matanzas, en medio de la noche, una confusión hace que se separen las fuerzas invasoras y el núcleo principal avanza con Maceo, quedan con Gómez un número menor de combatientes y como pesado e inevitable lastre, la gran impedimenta de heridos, enfermos y contusos. Por fortuna, un factor de importancia calma los nervios: “(…) pero también nos acompaña el intrépido General Serafín Sánchez con unos 700 hombres”, apunta.
Serafín, quien a la jornada siguiente captura y destruye un tren de mercancías, ocupándole al enemigo un buen convoy de víveres y 30 caballos; el mismo que poco después, en un lugar llamado La Entrada, repele una emboscada con su hueste a puro filo de machetes.
José Miró Argenter, con igual cargo que Boza, pero a las órdenes de Maceo, no oculta su admiración por nuestro coterráneo al relatar el cruce de la invasión por tierras matanceras: “Al frente de la caballería que acometió la segunda línea de los españoles iba el General Serafín Sánchez que con su heroico contingente infundió a la tropa todo el ánimo que necesitaba para cruzar la llanura de Calimete bajo una granizada de proyectiles”.
Y termina diciendo: “El General Sánchez, que ha prodigado su valor en los choques más rudos, ordena la retirada de los escuadrones en medio del terrible aguacero —de metralla— que descarga sobre la llanura y que azota a tan sufridos soldados”. Él resume su opinión en ocho palabras: “Serafín, un hombre que es una bandera gloriosa”.
CLÍMAX EN TIERRA MATANCERA
Pero la apoteosis está por venir y ocurre en las inmediaciones del antiguo central Godínez. El Teniente Coronel Enrique Loynaz describe cómo el General Sánchez arremete con la caballería a machete descubierto contra el más sólido cuadro de soldados españoles que habrían de encontrar en toda la campaña.
Una y otra vez atacaron al galope la erizada línea de bayonetas, para ser rechazados con grandes pérdidas. Serafín y otros patriotas se vieron varias veces dentro del mortal emplazamiento, y fue puro milagro que lograran retroceder. Pero el General los volvía a reunir a duras penas y, frenético, se lanzaba al frente en una nueva embestida de locura.
Cubierto el suelo de heridos agonizantes y caballos muertos, Serafín arengaba a sus valientes y atacaba y llegó el momento en que, enardecido, reunió a los suyos a gritos y planazos y así mantuvo la tremenda presión sobre su frente, hasta que le llegaron órdenes de suspender aquella carga y el mismísimo General en Jefe tuvo que acudir en persona para decirle: “Deje eso, General Sánchez, ya se ha hecho bastante”.
Por todo ello, cuando en los límites con La Habana se separa el Héroe para volver a su puesto de jefe del IV Cuerpo, Boza reflexiona preocupado: “Creo que este bizarro e inteligente General nos va a hacer mucha falta ahora que tantas columnas está amontonando sobre nosotros el jefe español y en estos lugares donde tan estrecha es la isla”. No se equivocaba el Coronel.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

Comentario

  1. Buen trabajo sobre el Mayor General, mi pregunta a los Historiadores de la Ciudad, cuando van a terminar de ponerse de acuerdo para poner al Mayor General, Heroe de las 3 Guerra en el Parque Serafin Sánchez.

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