Camaroneros espirituanos en la cima

Cultizaza implantó nuevo récord de producción del crustáceo y se sitúa entre las mejores unidades de su tipo en Cuba Un mar de hidrato, fosfato y otros productos que se emplean en la desinfección y luego en la fertilización de los estanques semeja el paisaje en las granjas de la

Cultizaza implantó nuevo récord de producción del crustáceo y se sitúa entre las mejores unidades de su tipo en Cuba

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Especialistas del Laboratorio realizan constantes muestreos a la biomasa en desarrollo. (Foto: Xiomara Alsina/ Escambray)

Un mar de hidrato, fosfato y otros productos que se emplean en la desinfección y luego en la fertilización de los estanques semeja el paisaje en las granjas de la camaronera de Tunas de Zaza. Hombres de piel curtida por las largas horas expuestos a los rayos del sol se ocupan de la preparación de las distintas hectáreas antes de que se depositen en ellas las larvas de camarón para su desarrollo.

En su haber obra un buen antecedente: el 2015 arrojó los mejores resultados de Cultizaza, que cuenta con más de 35 años de labor, al implantar un nuevo récord de cosecha equivalente a 653 toneladas, 240 más que en el 2014, cifra que se logra con 20 000 litros menos de combustible y el ahorro de otros recursos importados.

Resultado nada fácil si se tiene en cuenta la complejidad de estas labores, el meticuloso cuidado de todo un equipo de trabajo integrado por técnicos, criadores, custodios, personal de servicio y directivos recién estrenados, que llegaron con la impronta de sacar mejor provecho a cada proceso para librar a la camaronera de los cuestionamientos a que estuvo sometida en otros períodos y para ratificar que, contra viento y marea, este colectivo sí pudo quitarse de encima el mote de improductivo.

LA TAZA DE ORO

Sin desestimar el esfuerzo de muchos camaronicultores espirituanos, cuando se hable de entrega, amor al trabajo, sentido de pertenencia, dedicación y experiencia es preciso mencionar a Luis Orlando Rodríguez (Luisito), el jefe de la Granja 3, unidad que con 126.3 hectáreas de espejo de agua, 11 criadores y 3 técnicos, logró 286.4 toneladas del crustáceo, 60 más que las planificadas.

“Se trata de un resultado integral —dice Luisito— porque esa producción está estrechamente ligada al 68.7 por ciento de supervivencia de los animales destinados a la ceba, que arrojaron 11.35 kilogramos de rendimiento por hectárea, con un factor de conversión alimenticia equivalente a 2 toneladas de pienso para obtener una de camarón y un 76.1 por ciento de aprovechamiento industrial, indicadores que sobresalen a nivel de país”.

Calificada por muchos como la taza de oro de la camaronera, la Granja 3, al igual que otras unidades de la entidad, se encuentra hoy en pleno proceso de roturación y acondicionamiento de estanques, reparación de viales internos, revisión de esclusas, taludes y otras obras de fábrica que integran el sistema, antes de romper con un nuevo ciclo de ceba previsto para los finales de este mes.

“Estamos motivados a trabajar porque los resultados al término de cada ciclo de cosecha, se corresponden con la remuneración que recibe cada obrero, desde el que cuida las larvas para convertirlas en camarones, hasta los custodios”, dice Yunior Conde García, el mejor pescador de Cultizaza.

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La Granja 3 de la camaronera realiza la preparación de estanques y canales para iniciar el primer ciclo de ceba. (Foto: Xiomara Alsina/ Escambray)

OTROS QUE TAMBIÉN CUENTAN

Con la vista fija en la balanza digital que tiene delante, Lisett Pérez Beltrán, técnica del laboratorio de la camaronera, hace un cálculo de peso de la biomasa en desarrollo para determinar si la entrega del alimento en el estanque se corresponde con el crecimiento de cada animal. Esta es solo una de las tantas aristas que debe revisar semanalmente en cada área donde se lleva a cabo la cría. Otros especialistas que comparten con ella su cometido se ocupan de analizar la calidad del agua, la presencia de alimento natural en el medio, el grado de salinidad y muchísimas cosas más en aras de prevenir enfermedades que puedan afectar el crecimiento de los crustáceos.

“Detrás de cada kilogramo de camarón enviado a la industria para su procesamiento y posterior comercialización en el mercado internacional existen muchas personas, que con su trabajo ayudan a que el resto del proceso productivo llegue a un feliz término”, aclara Lisett.

Leodán Quesada Roura, director de la Unidad Empresarial de Base Cultizaza, explicó a Escambray los nuevos retos para el 2016, entre ellos: ir al rescate de unas 40 hectáreas que se encuentran en desuso para incorporar otras 50 toneladas de la especie al plan inicial; así como mantener o superar los indicadores relacionados con el factor de conversión, la supervivencia de la especie y el ahorro de recursos, a partir de una mayor eficiencia.

“El 2015 —refiere Leodán— sirvió para atender mejor al hombre e inculcarle el sentido de pertenencia de cada actividad. Nos estamos ganando un lugar como productores, contamos con la mejor precría del país, donde más animales se salvan durante el proceso, pero esa misma hace un tiempo fue la más mala. El 2016 será de consolidación y crecimiento en todos los sentidos, sin descuidar la exigencia, los controles y el seguimiento a cada recurso, por eso decimos que el presente será, sin duda, el verdadero año de la camaronera”.

Xiomara Alsina

Texto de Xiomara Alsina
Reportera de Escambray por más de dos décadas. Especializada en temas socioeconómicos.

Comentario

  1. Sigan produciendo en mi tierra, aunque me da un poco de pena, que yo me los coma en Mexico……

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