Centro auditivo de Sancti Spíritus: Del silencio a la noticia (+Fotos)

  El niño Raúl Rojas, inteligente y bueno, no sabía cómo explicarlo. Ni siquiera comprendía por qué actuaba diferente a los demás. Virginia Alarcón, una de esas mujeres que respira su estatus de madre por todos los poros, tampoco deducía por qué su hijo aprendía tan pocas palabras y solo

La Doctora Flora Cañizares es la jefa del servicio de audiología en la provincia. (Fotos: Vicente Brito/ Escambray)

 

El niño Raúl Rojas, inteligente y bueno, no sabía cómo explicarlo. Ni siquiera comprendía por qué actuaba diferente a los demás. Virginia Alarcón, una de esas mujeres que respira su estatus de madre por todos los poros, tampoco deducía por qué su hijo aprendía tan pocas palabras y solo se dedicaba a imitar.

“Él nació normal. A partir del año solo decía leche, yogurt, huevo, hasta ahí. Lo demás lo pedía por señas. La maestra del preescolar, con mucha experiencia, me dijo que le pasaba algo, que lo llevara con un foniatra. En el Pediátrico le hicieron los potenciales auditivos y le dio 70 decibeles de pérdidas y ya va por 95”.

Virginia cuenta cada momento con lujo de detalles. No necesita decirlo: vive para él. Dejó a un lado su profesión de Contabilidad y Finanzas para asumir los viajes al Hospital William Soler, en La Habana, donde le da seguimiento un grupo multidisciplinario; al Pediátrico espirituano, donde no tiene cómo agradecer; a la escuela de sordos, donde los logopedas Sahyris y Eliseo, la maestra Yuleisy y todos hacen maravillas como su segunda familia.

“Él ha avanzado mucho —asegura Virginia con un brillo optimista en la mirada—. Con la prótesis enseguida aprendió los nombres de los animales y en siete días se sabía todos los colores. Ya sabe el lenguaje de señas y también habla. Tiene mucho interés por el conocimiento. Estudia lo que le pongas delante, sabe el abecedario, Matemática, él mismo lee sus cuentos, revisa el diccionario. Yo atendí a mi hijo por la canalita, sin conocer a nadie, nunca he tenido que regalarles nada ni a los médicos ni a ninguna de las muchas personas que me han ayudado. Todos han sido maravillosos”.

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La Licenciada Olga Lidia Hidalgo durante la realización de una prueba auditiva. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

SIN VARITA MÁGICA

La sordera también encuentra caminos de luz. Para las personas que padecen esa discapacidad acceder a una prótesis auditiva constituye verdadera salvación. En el Centro auditivo provincial un equipo multidisciplinario de especialistas y técnicos cada día gesta la noticia sin revuelos ni varitas mágicas.

“La consulta existía desde antes, pero como institución especializada comenzamos aquí a inicios del 2012 para atender a la población con discapacidad auditiva, tanto a niños como adultos. De forma permanente solo trabajan dos personas, el resto de los especialistas viene de otras instalaciones de salud. Aquí programamos las prótesis, se venden y reparan los equipos y sus baterías, se toman las impresiones para los moldes y una psicóloga valora aquellos casos que lo necesiten”, detalla la Doctora Flora Cañizares, jefa del servicio de audiología en la provincia.

Alrededor de 1 000 pacientes acceden actualmente a este centro en la capital espirituana. A la primera consulta llegan remitidos por los otorrinolaringólogos desde sus lugares de residencia. Aquí deciden si precisan o no la prótesis. Los niños con sordera profunda que demandan implante coclear también los preparan y les dan seguimiento desde este lugar.

“Aunque no siempre contamos con los aparatos, priorizamos a los niños y les resolvemos lo antes posible. El éxito de nuestro trabajo mucho depende de la familia. Es importante concientizar a todos del valor de estos equipos y de la necesidad de su uso. La pérdida de la audición es irreversible y con la ayuda de las prótesis pueden llegar a límites cercanos a lo normal. Es primordial la detección precoz para su más pronta incorporación a la sociedad”, comenta la Doctora Florita, una defensora a ultranza de la comunidad sorda espirituana, que a veces gasta de su propio bolsillo para adquirir los recursos en La Habana.

Después de colocado el equipo los pacientes necesitan acudir a las consultas de rehabilitación de sus municipios para aprender a comunicarse, en dependencia de sus posibilidades. Algunos avanzan más que otros en la socialización e incluso logran acceder a la enseñanza normal.

Las prótesis, que se adquieren en el Centro auditivo nacional, cuestan a Cuba en el mercado internacional entre 500 y 1 000 euros y se venden subsidiadas en apenas alrededor de 100 pesos, en dependencia del modelo. Desde hace unos años comenzaron a introducirse las digitales —mucho más caras—, cuyo volumen e intensidad se gradúa con programas de computación y presentan superior eficacia.

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Un equipo multidisciplinario valora a los pacientes en el Centro auditivo. (Foto: Vicente Brito/ Escambray)

DEL SONIDO HACIA LA LUZ

La sordera, una discapacidad en aumento actualmente, puede aparecer antes del parto, durante este o en la adultez. Los especialistas coinciden: la moda actual de los audífonos mucho daña los órganos de la audición.

Perteneciente a la Empresa de Farmacias y Ópticas, el Centro auditivo provincial ha mejorado significativamente la atención a estos pacientes, pero aún presenta limitaciones como falta de iluminación y climatización, escasez de mobiliario y barreras arquitectónicas que dificultan el acceso. El colectivo coincide en que a veces falta sentido de pertenencia y sensibilidad con este servicio, donde también escasean los recursos.

“En los adultos tenemos una lista de espera de más de 300 pacientes. Vienen muchos ancianos necesitados y hace alrededor de tres años que no recibimos prótesis para mayores en cifras significativas. Aquí también las arreglamos, pero no contamos con piezas de repuesto. Este año quizás mejore la situación porque estamos esperando que entren las de fabricación nacional”, explica la Licenciada en Electromedicina Dayana Rojas, una joven solícita que prodiga atenciones a diestra y siniestra.

Aunque el pasado año aquí recibieron importantes equipamientos, aún les afecta la rotura del audiómetro, utilizado para medir la pérdida auditiva. Mientras este llega realizan los exámenes en Santa Clara y en la escuela especial para niños sordos e hipoacúsicos.

“Existe mucha demanda para este servicio. Priorizamos los niños, los jóvenes, las personas que dependen de la voz para trabajar como maestros y locutores y quienes aún desarrollan una vida laboral activa”, comenta la Doctora Mabel Sarduy, especialista en Otorrinolaringología y Audiología.

Con evidente sentido de responsabilidad y una sensibilidad a toda prueba, este pequeño colectivo dedica horas y horas para lograr que el sonido se torne luz en la mirada de esos seres que necesitan al menos una señal para conectarse con el mundo.

Mary Luz Borrego

Texto de Mary Luz Borrego
Máster en Ciencias de la Comunicación. Especializada en temas económicos. Ganadora de importantes premios en concursos nacionales de periodismo.

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